Si el fujimorismo lo ataca es porque es todo lo que ellos no pueden ser: honesto, decente, entregado a su vocación e incorruptible. También porque no es débil, ni sometido o temeroso, ni pelele o aprovechado. El fiscal José Domingo Pérez Gómez es, en este momento, la peor pesadilla de Keiko y sus secuaces. Pérez Gómez tiene ahora a cargo la investigación Odebrecht contra la perdedora (de las dos últimas elecciones). Una investigación que puede terminar poniendo a la Fujimori tras las rejas y acabando, de una vez por todas, con su sinuosa carrera. Pérez Gómez es un hombre reconocido por su rectitud y entereza (https://goo.gl/yfrEH6). Virtudes contra las que el chantaje, la amenaza o el soborno no pueden. Justo por eso, los intentos de la Fujimori y sus esbirros por desafiarlo, han pasado al ámbito público, declarándole la guerra a través de los medios y con exactas palabras elegidas por la Fujimori para dejar clara su amenaza y aspavientos de poder. “No quiero pensar que lo han puesto para ampliar los plazos y para montar un show mediático de allanamientos y otras acciones”, ha dicho la Fujimori cuando supo que Pérez Gómez reemplazaría a su fiscal favorito, Juárez Atoche, ese que fue al interrogatorio con Marcelo Odebrecht y no le hizo ni una sola pregunta sobre Keiko o Alan García; ese que no ha interrogado a Barata, que es quien materializaba las coimas con la anuencia de Odebrecht. Es cuestionable que alguien que se ofrece como líder político, más aún, alguien que ha tentado la presidencia dos veces, se atreva a cuestionar la designación de un fiscal honesto. También cuestionable que ese supuesto líder no colabore con los poderes de la justicia. Ver a alguien que pretende la presidencia ser tan descaradamente desafiante con un poder autónomo es vergonzoso y absolutamente repudiable e inaceptable. Pero al fujimorismo, el cuestionamiento ético a su proceder le tiene absolutamente sin cuidado. La ética, si algo es para ellos, es un inconveniente, cuando no un protocolo solo de imagen. Y en momentos como estos, en los que todo su castillo de naipes podría derrumbarse, en que todo el poder coyuntural de sus esbirros podría evaporarse con una acusación y procesamiento de su caudilla, saben, se juegan la vida o muerte política. Por eso, esas hostiles, amañadas y despreciables declaraciones de Keiko, en las que se adelanta y anuncia las acciones regulares de un fiscal como si estuvieran sesgadas, como si fueran persecutorias o como si estuvieran fuera de la ley o la ética. Sabiendo perfectamente que pedir allanamiento o cuentas a investigados por millonarios lavados de dinero es una obligación nacional, legal y moral. “He sido muy cauta y paciente todo este tiempo, pero ya sobrepasaron el límite”, ha dicho la Fujimori, quien además aseguró que tomaría todas las “medidas necesarias para impedir” lo que ha calificado mañosamente de “atropellos”. Es decir, para la señora Fujimori, que un fiscal probo, honesto, e incorruptible despliegue las herramientas propias de la ley para investigar un serio delito, es un atropello. Esa es la clase de políticos de los que estamos hartos; de los que debemos deshacernos si el Perú quiere tener alguna oportunidad como país. De nada sirve la macroeconomía en azul si quienes ocupan espacios de poder dinamitan desde dentro la autonomía y el equilibrio de poderes; sodomizan el Estado de Derecho y violentan una y otra vez la institucionalidad que hace que un país sea un espacio confiable y respetable, además de igual para todos en hecho y derecho. No queremos este país de rufianes y mafias políticas en las que un fiscal probo como Pérez Gómez tiene que sufrir el amedrentamiento y amenaza directa por hacer su trabajo bien. La degradación a la que estas mafias nos están llevando como país es de temer. Coincidentemente, después de las temerarias declaraciones de la Fujimori y su coro de adláteres, un patrullero hizo seguimiento al fiscal sin razón policial alguna, y le exigió detener su auto ¡llamándolo por su nombre! Es decir, sabían a quién seguían, quién era! Y luego se negaron a darle una explicación acerca de esto. El fiscal, como corresponde, puso una denuncia ante la comisaría de Orrantia por abuso policial y ha hecho de conocimiento interno y público este amedrentamiento (https://goo.gl/JbKsFE). Desde acá, nuestra solidaridad y total apoyo al fiscal que tiene en sus manos hacer patria con la simple y peligrosa tarea de hacer su trabajo. Keiko y sus esbirros no podrán detenerlo. Que su padre vaya contándole como es la vida en prisión.