Tierra de nadie. Afirma que se convirtió en obstáculo de los colonos que invaden bosques primarios con certificados de posesión otorgados por la Dirección Regional de Agricultura.,Huber Flores Rodríguez, shipibo konibo de la comunidad Santa Clara de Uchunya, vive en una zona colindante a plantaciones de palma aceitera. En varias oportunidades llegaron a su casa matones para conminarlo a que abandone la zona, argumentando que esas tierras ya estaban vendidas. Denunció cada amenaza ante las autoridades respectivas. Hasta solicitó garantías personales en la Prefectura de Coronel Portillo, pero ninguna autoridad intervino. Ahora está en Lima porque la última advertencia que recibió ya no iba solo contra él sino afectaba a su familia. “Si no sales de acá te vamos a matar, lo mismo que a tu familia, a todos los que encontremos en tu casa”, le espetaron. PUEDES VER Asesinados en Ucayali llegaron al lugar por promesa de la chacra propia Flores Rodríguez sabe que los ultimátums tienen que ver con Plantaciones Pucallpa, que ha cambiado su razón social a Ochosur SAC. “Los que nos amenazan son colonos que no siembran, son matones enviados por empresarios como de Plantaciones Pucallpa. Van a nuestras casas a amedrentar, a amenazar de muerte para despojarnos de nuestras tierras. Nosotros no le dejamos expandir sus monocultivos. Yo soy para ellos un estorbo que no les deja avanzar en la destrucción masiva del bosque”, señala. El comunero sindica a la Dirección Regional de Agricultura, que dirige Isaac Huamán Pérez, como la culpable de la deforestación y la invasión de tierras comunales, al otorgar constancias de posesión a diestra y siniestra. “Es por eso que estos traficantes como las empresas de palma aceitera entran fácilmente. Primero lo hacen por la Dirección Regional Agraria para conversar, sobornar y comprar tierras, y de ahí se van con un respaldo. Por eso dicen: tengo documentos que me avalan. Ellos son responsables, por su culpa están pasando estos conflictos”, lamenta. Obedece al ‘soberano’ Deplora que Isaac Huamán ocupe un cargo de ese nivel. Dice que este funcionario obedece y trata al gobernador regional Manuel Gambini como ‘nuestro soberano’. “Dice que obedece órdenes, lamentablemente está en un cargo donde debería estar una persona eficiente, pero han puesto a un delincuente como director regional de Agricultura de Ucayali. Entrega constancias de posesión a diestra y siniestra obedeciendo como dice él a su 'soberano'. Es vergonzoso lo que está pasando en Ucayali”, explica, y agrega que en esta región “es muy fácil comprar autoridades”. Huber Flores también refiere que la ambición de los empresarios por cultivar palma aceitera en bosques primarios se debe a la biodiversidad y al abono orgánico que existe y que van a disponer gratuitamente por treinta años. Sin contar que se quedarán con las tierras que después pueden vender a dos mil por ciento de lo que les costó. Expone que el grupo Melka, de Plantaciones Pucallpa, compró a 150 soles la hectárea en Ucayali. Ellos están muy lejos del posible cuestionamiento del periodismo capitalino. “Allá hacen sus operaciones turbias de manera segura, y si alguien habla, con dinero les tapan la boca”, anota el shipibo konibo. Áreas deforestadas La invasión de bosques continúa en Ucayali. Solo en Santa Clara de Uchunya la deforestación supera las 7,200 hectáreas. En otras zonas, como Zanja Seca, hay 1,200 hectáreas afectadas. Y en Tambishiaco, Loreto, se ha deforestado 4000 hectáreas. “¿Qué hacen las autoridades en Lima para identificar con nombre propio y sancionar a los responsables? Tenemos cerros de papeles presentados. Incluso tenemos uno en el Tribunal Constitucional. Ya no sabemos a dónde más acudir”, dice Flores con pesar. Su caso no es el único. Otros líderes que denunciaron a madereros o mafias de terrenos han perdido la vida, entre ellos Jorge Ríos Pérez, asesinado en setiembre del 2014 junto a otros tres indígenas. Y a inicios de este mes seis agricultores murieron acribillados en un aparente conflicto de tierras.