Ya lo he dicho, hay circunstancias que exigen asumir posiciones claras, sin medias tintas ni abstenciones. Ocasiones en las que escudarse en una supuesta neutralidad no es una opción. En las últimas horas he leído con asombro cómo algunos buenos ciudadanos –otros no tanto– mantienen la tesis de un cogobierno para asegurar la gobernabilidad del país. Proponen, por ejemplo, un gabinete bipartidario que incluya a representantes o allegados al fujimorismo. Pretensiones alucinadas o, en el mejor de los casos, increíblemente ingenuas. No abogo por posiciones extremistas, tampoco pretendo hacer un análisis sociopolítico del actual momento, pero el sentido común –de simple ciudadana– me dice que meter al enemigo en tu casa no es, bajo ninguna circunstancia, una buena idea. El “diálogo” que tanto se reclama con justa preocupación, se ha intentado ya en varias oportunidades. ¿Olvidan la celada que le armaron al presidente Kuczynski en casa de Cipriani? Entregar la cabeza de varios destacados ministros es otro ejemplo de cómo el gobierno intentó, equivocadamente, ganarse las simpatías del fujimorismo. ¿Acaso semejantes ofrendas calmaron las ansias de poder y venganza de la maquinaria naranja? No. Nadie pide incendiar la pradera. Lo que muchos ciudadanos exigimos es que se exhiba fortaleza y capacidad frente a un grupo político que ha demostrado, en muchísimas ocasiones, que no respeta la ley ni las reglas del juego, que miente, difama, amenaza y obstruye con la ayuda de convenidos aliados en el Congreso que juegan sus propios partidos. El gobierno ha hecho uso de una prerrogativa constitucional, ‘parao y sin polo’ como señala el humor popular. Arriesgado, sin duda. ¿Se ha robustecido PPK? En realidad, creo que dependerá de cómo conforme su gabinete y eso se sabrá después de publicada esta columna. De lo que sí estoy segura es de que el fujimorismo hará lo que sea, con interpretaciones antojadizas de la ley y malas mañas, para seguir siendo una piedra en el zapato. Siendo así, no es momento de ser un “pecho frío”, dejémonos de cobardías.