¿Por cuánto tiempo será y, sobre todo, a qué costo?,Que el 2017 fue un mal año para el Perú lo reconoce no solo la oposición sino, también, el gobierno a través del propio presidente Pedro Pablo Kuczynski, pero no debiera descartarse que en el año político que empieza este viernes 28 nos vaya mejor, aunque nunca se sabe porque cuando se ve un poco de luz al final del túnel, nuestros políticos se arrancan a construir un poco más de túnel. “Hemos tenido un año malo, sin duda alguna”, reconoció esta semana PPK en entrevista a La República. Es correcto. Ha sido un mal año pues, entre la posibilidad del entendimiento básico para llevar la fiesta en paz entre el gobierno y la oposición, y la eventualidad del desmadre institucional, el Perú caminó más cerca del segundo escenario aunque sin que la sangre llegara, realmente, al río. La elección 2016 dejó muchas heridas, y un cuadro para el que no está preparado el sistema político peruano, una mezcla compleja y deficiente de un régimen presidencialista con uno parlamentario, que funciona mal cuando hay una oposición que controla de manera inobjetable el congreso. Especialmente si la jefa de la oposición, Keiko Fujimori, quedó con sangre en el ojo por una segunda derrota electoral consecutiva debido a sus propios errores de campaña. Y, peor aún, si es que esa lideresa de la oposición enfrenta el embate del desafío interno por parte de su padre en la cárcel y ya con la paciencia perdida a la espera de que su hija gane una elección para que lo saque de ahí, y con la creencia de que eso tampoco podría ocurrir en un 2021 que, además, cuando alguien se acerca a los ochenta años, se ve lejano. Pero no toda la responsabilidad por este año malo es de la oposición fujimorista, pues el gobierno de PPK puso un gran aporte en ese resultado al carecer de una estrategia política elemental para ir a una negociación con Fuerza Popular, o ir a un choque abierto. Para nada estuvo preparado. Durante la mayor parte del año el gobierno jugó a nada, sin rumbo, esperando a que ojalá un día llueva café en el campo, con la consecuencia de que no pudo lanzar reformas relevantes y, junto con lava jato y los huaicos, la economía se paralizara. Pero casi al final del año político llegó el encuentro PPK-Keiko que parece augurar un tiempo nuevo en la relación entre un gobierno débil y una oposición enorme, con el resultado de elegir al contralor propuesto por el gobierno y la suspensión del tiro al blanco del congreso al gabinete. Lo que aún está por verse es por cuánto tiempo y a qué costo será la tregua actual entre PPK y Keiko.