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Opinión

Seguimos en la normalidad, por Augusto Álvarez Rodrich

La justicia por reformar en el país de los quiénes, no del qué.

larepublica.pe
AAR

No hay duda de que el congreso peruano —hoy más mediocre y corrupto que nunca— pretende, al margen de cualquier problema de la JNJ, real o inventado, cambiar a sus miembros para manejar la designación de jueces, fiscales y autoridades electorales con fines políticos.

Pero sin que esto justifique el asalto del congreso a la JNJ, no se puede dejar de lado que esta institución no estuvo a la altura del desafío de su creación, acabando como parte del problema.

No contribuyó a una mejor selección de jueces y fiscales, y estuvo silente frente a los atropellos sistemáticos del Ministerio Público, hoy convertido en un quilombo donde todos pelean contra todos por intereses políticos.

Participando de manera destacada —pero no solo ellos— los fiscales anticorrupción lava jato—, ante quienes el sistema político y judicial careció de crítica oportuna que hubiera sido valiosa, incluyendo a un sector de la prensa usado para la adulonería a cambio de ‘primicias’, pervirtiendo su papel.

Esto ocurrió en un contexto en el que la lectura del país de políticos, medios y sociedad civil se convirtió en la simple toma de partido entre ‘buenos’ y ‘malos’, clasificados según su ideología, avalando a unos y atacando a otros, no por lo que hicieran o propusieran, sino quiénes eran. Este Perú sigue siendo el país del quién, no del qué.

Muchos se sienten en una guerra del fin del mundo que justifica la defensa de intereses antes que principios. Y se habla con error de un autoritarismo en camino que sería dictadura sin dictador, pues es asalto a la institucionalidad por una cuota de poder para lucrar.

Es un momento más de la penosa historia política peruana en la que sus protagonistas luchan por el poder, pero no con ideas en el mundo de la política ni argumentos en el plano judicial, sino mediante el control de fiscales, jueces y de la autoridad electoral.

Así ha sido siempre, y así está ocurriendo otra vez ahora. Recordando a Martín Adán, se podría decir que ni siquiera hemos vuelto a la normalidad, sino que seguimos bien metidos en ella.

Hoy no hay confianza en el congreso, JNJ, MP ni PJ, lo que destruye la credibilidad de la justicia del país, y plantea el desafío de su reforma profunda. Pensando en qué, no en quién.