Los relevos ministeriales de ayer parecen buscar un reencauche básico para un mejor funcionamiento relativo del gobierno y poder avanzar con más fluidez en la carretera rumbo al 2026.
Lo más importante del cambio es el ‘no cambio’ de Alberto Otárola en la PCM. “Premier que se duerme se lo lleva la corriente”, comentó esta columna hace tres semanas en el sentido de que, “si no reacciona pronto con un reajuste del equipo ministerial, la crítica por el mal desempeño del gobierno se concentrará en él, desestabilizando su propia perspectiva política”.
Otárola es de difícil sustitución para Boluarte por tener su confianza al salvarla de la acusación por hacer gestiones para el club Apurímac siendo VP, y sacarla como presidenta al persuadir al congreso de que era la mejor llanta de repuesto disponible por si se reventaba el neumático Pedro Castillo.
Desde entonces, Otárola ha demostrado capacidad para cubrir las carencias de la presidenta para ejercer el cargo, que no son pocas, y construir una relación llevadera con el congreso.
Por ello, esta columna opinó hace tres semanas que la permanencia de Otárola era lo más probable, y creyó que los relevos debían darse en al menos tres ministerios: Interior, MEF y Energía-Minas.
En ese sentido, el no cambio de Víctor Torres en Interior es la otra noticia relevante, pues se trata del sector que hace agua por la inseguridad creciente sin que asomen liderazgo ni estrategia que vislumbre una mejora.
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Por otro lado, lo más importante de los relevos es la salida del Minem de Óscar Vera por una gestión muy deficiente que no promovió la inversión minera y taponeó toda reforma urgente en el barril sin fondo de Petroperú.
El sucesor Rómulo Mucho debiera significar todo lo contrario. Como se dice en los casinos, ‘pago por ver’. El cambio en Ambiente con el ingreso de Juan Carlos Castro Vargas parece orientado en esa misma dirección.
Finalmente, el cambio en el MEF de Alex Contreras por José Arista estaba cantado desde que se reunió con la presidenta Boluarte hace dos meses, ante la pérdida de confianza en la inversión privada, pero recuperarla es una tarea más compleja que demanda una acción mayor que la de solo ese ministerio.