(*) Profesor Centrum PUCP
En estos días, en la discusión relevante de temas económicos, destaca lo que está pasando con la evolución de los precios al consumidor (IPC)y la actividad económica, (PBI) conceptos que para algunos –equivocadamente– no son vinculados, error que se basa en que si bien normativamente están bajo la responsabilidad del Banco Central de Reserva (BCRP) y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) respectivamente, ambas variables se interrelacionan en el marco de la política económica. Explico algo de esto seguidamente.
¿Qué está ocurriendo con el IPC? Veamos, a octubre de 2023, que el Índice de Precios al Consumidor a nivel nacional disminuyó en -0,27%, resultado del comportamiento de la división de consumo de alimentos y bebidas no alcohólicas con -1,73% y en menor medida comunicaciones con -0,02%. Mientras que la división de consumo educación no registró variación.
Opuestamente, en nueve divisiones los precios se elevaron: transporte 0,42%, bienes y servicios diversos y restaurantes y hoteles con 0,34%, alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles 0,33%, salud y bebidas alcohólicas y tabaco, ambos con 0,21%, muebles, artículos para el hogar y la conservación del hogar 0,15%, recreación y cultura 0,13% y prendas de vestir y calzado 0,09%.
Un asunto central (aunque poco referido) para explicar estos resultados, viene del lado de la política monetaria. Hasta hace pocos meses, el BCRP había venido elevando su tasa de interés de referencia, encareciendo el crédito, debilitando el consumo y la inversión, y así esta menor demanda provocada, impediría en el tiempo validar mayores precios (demanda ya debilitada por la caída del poder adquisitivo de los salarios), lo descrito explica en parte la caída de la actividad económica local, siendo la pregunta cuánto de esta caída actual respondió a la aplicada política monetaria restrictiva, sobre todo porque siendo la actual inflación anualizada a octubre de 4.34% está aún bastante por encima de la tasa tope de 3%.
Debo señalar además que la (volátil) tasa de interés internacional es un determinante indirecto, entre otros, de la tasa de referencia del BCRP, razón por la cual ello implicaría una no muy previsible tendencia de esta última, para los meses que vienen. Por ejemplo, la semana pasada el banco central gringo (FED) adelantó a junio la posibilidad de inicio de recortes de su tasa de referencia, presionando a la revaluación del sol.
¿Y que de la actividad económica? Actualizaciones de las proyecciones económicas luego de los dos primeros trimestres, con resultados negativos -0,4% y -0,5%, respectivamente y con un débil tercer trimestre, refieren que, si se creciera a una tasa mensual de 1% entre agosto y diciembre, este año creceríamos en 0.1%.
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Adicionalmente, entes independientes como el BCRP, el BBVA Research y el Scotiabank proyectan un crecimiento anual 0,9%, 0,4 y 1.9% respectivamente, e incluso los mismos que hablan de recesión hoy (como si el 2023 se acabara en junio), como es el caso de algunos opinólogos y también agencias calificadoras de riesgo como Moody’s y S&P pronostican que el PBI crecerá 0.6% y 0.4% % respectivamente ¿Y dónde está la tan invocada recesión en el 2023? Debo señalar además que los estragos adversos del fenómeno de El Niño Global corresponderán al 2024, cuyas magnitudes sobre la actividad económica dependerán de cuanto se haya avanzado en las tareas de prevención y mitigación.
En suma, mal hacen algunos agoreros con señalamientos sobre la economía local hoy, sin mirar primero los números proyectados en los próximos meses –habiendo sido incluso algunos de ellos ministros de Economía–, deteriorando más en consecuencia las expectativas, haciéndole así un flaco favor al país; por ello, un poco más de responsabilidad y coherencia en lo que se afirma no estaría nada mal en estos tiempos de incertidumbre económica incrementada.