Esta semana, la empresa de tecnología americana Apple publicó el video publicitario Mother Nature, en el cual una estricta madre naturaleza exige una rendición de cuentas a los ejecutivos de la compañía, quienes reportan sobre sus avances en alcanzar la neutralidad de carbono. Apple se compromete a retirar la misma cantidad de dióxido de carbono de la atmósfera del que generan sus productos, fábricas y oficinas al año 2030.
Hay una falla estructural en la estrategia de Apple: su oficina principal en la localidad suburbana de Cupertino, California. El edificio de planta circular tiene cuatro pisos, 260.000 m² de área y puede albergar hasta 12.000 trabajadores. Si desviamos nuestra mirada al sur, podremos ver dos enormes construcciones de casi 500 metros de largo cada una: los estacionamientos norte y sur, que son tan grandes que todas las tiendas de Apple en los Estados Unidos podrían caber dentro de ellos.
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¿Cuál es el problema con esto? No tiene ningún sentido construir edificios “ecoamigables” si es que tienen un único uso y se encuentran desconectados de la ciudad, inaccesibles por medio del transporte público. Un edificio rodeado de estacionamientos jamás será sostenible, ya que es la antítesis del uso eficiente del suelo, sin importar cuánta energía renovable utilice. Los miles de trabajadores o usuarios que acuden todos los días deben hacerlo en carros que contaminan, y además causan congestión vehicular.
Vemos esta incongruencia en los proyectos de empresas locales, sobre todo aquellas del rubro inmobiliario o de centros comerciales. La sostenibilidad no solo significa neutralizar el impacto negativo de un edificio, sino ubicar y construirlo de manera inteligente en el entorno. A las empresas que quieren ser verdaderamente sostenibles les recomendaría incluir un enfoque territorial: aún no es demasiado tarde para cambiar su forma de construir.