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Opinión

¿Alguien escuchó el mensaje presidencial?, por Hernán Chaparro

“¿Cuántos se habrán enterado? El balance ofrecido ha estado más dirigido a la prensa, a los actores políticos institucionales y a los pocos interesados en el día a día de la política...”.

larepublica.pe
Chaparro

La presidenta Dina Boluarte dio un mensaje a la nación luego de seis meses de gestión básicamente para confirmar la opacidad de su liderazgo, que su intención siempre fue quedarse hasta el 2026, que está dispuesta a ceder mucho con tal de continuar… y que la dejen viajar. El mal manejo de las protestas y las muertes en el sur complicaron mucho más su situación y seguro que la llevó a reforzar sus iniciales intenciones de entregar la banda de acá a tres años.

Posiblemente, si estas no hubiesen ocurrido, la renuncia y el consecuente adelanto de elecciones hubiese sido una opción, pero lo ocurrido ubicó a la presidenta y al primer ministro, en su momento ministro de defensa, en una situación jurídica muy complicada.

Es evidente que han decido quedarse para tratar de ubicarse lo mejor posible para los juicios que de todas maneras llegarán. La presentación ante cámaras fue algo así como colocar cinta adhesiva en la imagen que la tiene frágilmente sostenida en alguna pared del hemiciclo. Hasta nuevo aviso.
En estos días se especula sobre la composición de la nueva mesa directiva del Congreso que podría llevar a que otros grupos tomen el control.

¿Podría llevar esto a un adelanto de elecciones? Puede ser, pero también podría ser un momento para nuevas negociaciones. Entre los posibles interesados en un cambio figuran los llamados “niños” (AP), los de APP del empresario Acuña o los de Podemos del empresario Luna Gálvez. Ellos ya han mostrado que, si es cosa de conversar, se conversa. No hay duda alguna sobre cuáles son las motivaciones en la plaza Bolívar.

Sin embargo, el tiempo pasa y otros temas de gestión van apareciendo y se acumulan en el deber del ejecutivo de transición. En el mensaje presidencial solo hubo anuncios flojos sobre el manejo de la reconstrucción en el norte, la complicada situación sanitaria motivada por el dengue y ni se diga de ideas claras con relación a la reactivación económica. No sabemos si hay que valorar que las repartijas en los ministerios terminaron o si solo es un efecto de que la investigación periodística va afinando el lápiz de acuerdo con los gustos del medio.

Algunas denuncias periodísticas se han hecho, pero no sabemos si eso es todo. Lo mínimo será exigirles a los diversos sectores que cumplan con sus encargos, y de eso se ve poco. Estamos en un momento de cambio en la agenda de corto plazo. Un buen tiempo se ha dedicado a la discusión sobre la continuación o no del actual gobierno y a los malos manejos del congreso.

Lo mismo se ha dado con relación a las demandas a la fiscalía para que actúe con celeridad y manejo técnico en las investigaciones sobre los muertos en el sur. Pero también es momento de pedir planes concretos y acciones a los diferentes ministerios. Si se van a quedar, el tiempo que sea, es necesario ver ideas, algún nivel de ejecución, y resultados. No se puede caer en el error de creer que si se debate con seriedad qué hacer con la economía, se crea que se están legitimando las muertes en Apurímac, Ayacucho o Puno. Al Ejecutivo hay que pedirle más claridad en la gestión.

¿Cuántas personas habrán escuchado, leído o visto el mensaje? ¿Cuántos se habrán enterado de que hubo uno? El balance ofrecido ha estado más dirigido a la prensa, a los actores políticos institucionales y a los pocos interesados en el día a día de la política.

Un efecto ha sido el debate sobre si Boluarte llegará o no a terminar su mandato, así como el carácter del régimen que la sostiene. Bueno será escuchar el balance que hace la población con relación a estos seis meses, qué le preocupa hoy y ver si desde ahí se puede exigir acción al ejecutivo, así como construir una alternativa, creíble y motivadora, que dialogue con las inquietudes de la población.