Dilución de la oposición, por Hernán Chaparro

“... Pero aproximadamente la mitad de todas esas personas creen que, más allá de lo que ellas quieran, Dina Boluarte seguirá hasta el final de su mandato...”.

Ante el comportamiento de un Congreso enfocado en copar todas las instituciones del sistema democrático en función a intereses de grupo, varios ponen sus expectativas en la acción ciudadana. Es cierto que básicamente desde sectores organizados en el sur de país se anuncian nuevas movilizaciones para julio. Sin embargo, da la impresión de que estas no tendrán la fuerza ni la persistencia para motivar un cambio en el comportamiento parlamentario. ¿Qué está pasando?

Por un lado, no se ve que existan organizaciones políticas o sociales motivadas o en capacidad de liderar la movilización ciudadana. La mayoría de los grupos políticos en el Congreso que estaban a favor o en contra de Castillo, así como los que hoy están a favor o en contra del Gobierno de Boluarte, están cómodos en el Hemiciclo negociando todo lo que convenga. Ahí están los colectiveros que parecen tener fondos para financiar a bancadas de diverso talante. Eso fue lo que caracterizó los acuerdos para escoger al nuevo defensor del Pueblo. Perú Libre o el Bloque Magisterial no tienen a disposición la repartija de ministerios que había cuando Castillo estaba en la presidencia, pero tienen a mano las repartijas del Congreso. Algo es algo, que para eso postularon. Castillo era un presidente débil y Boluarte lo es más aún, así que igual les conviene. Les es más rentable que salir a la calle.

Desde las organizaciones sociales la capacidad de movilización es también limitada, no solo por falta de recursos sino de ideas fuerza y líderes con capacidad de convocatoria. De todos los reclamos que hoy circulan en la agenda pública, la que tiene mayores posibilidades es la relacionada a las demandas por las muertes producto de las protestas en el sur.

Sin embargo, hace unos días, el semanario Hildebrandt en sus trece narraba las discrepancias y desencuentros al interior de los mismos dirigentes puneños. Además, es un pedido específico que no está directamente vinculado a los diversos operativos que se vienen gestando en el Parlamento para copar instituciones. Desde el sur también se pedía la renuncia de Boluarte y el adelanto de elecciones. ¿Será ese un reclamo que anime a salir a marchar?

Lo dudo. La reciente encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) muestra las actitudes hacia este tema. Alrededor del 80% desaprueba a la actual presidenta y una cifra parecida considera que lo más conveniente sería que haya elecciones antes del 2026, pero aproximadamente la mitad de todas esas personas creen que, más allá de lo que ellas quieran, Dina Boluarte seguirá hasta el final de su mandato.

Lo que estas cifras permiten ver es que un elemento fundamental para la acción colectiva, la percepción de eficacia, es relativamente débil. En parte, la idea de eficacia grupal, sentirse capaces de lograr, como grupo, algo, está influenciada por sentirse parte de un colectivo. Y acá comienzan los problemas. La fragmentación es tal, la ausencia de referentes identitarios es de tal dimensión que ya ni los antis logran aglutinar voluntades. Puede que sea uno de los efectos de lo que Vergara y Barrenechea han llamado la “dilución del poder”, la dilución de la oposición. El antifujimorismo se alimentaba de los afanes de Keiko Fujimori por ejercer el poder, pero hoy, además de que Fuerza Popular se las ha ingeniado para estar siempre tras bambalinas, es cierto que ya no tiene tanto poder como antes.

El juego de la oposición se tiene que reconstruir y redefinir porque ahora tenemos un escenario donde después de muchos años, Ejecutivo y Legislativo están alineados (inmensamente impopulares, pero alineados) y donde quienes ejercen el poder no son un todo homogéneo ni agitan tampoco consignas ideológicas mayores.

Presidenta, primer ministro, Fuerza Popular y Perú Libre tienen en común los juicios existentes o por venir. ¿Cómo se construye una oposición frente a eso?

larepublica.pe
Hernán Chaparro

La otra orilla

Profesor e investigador en la Universidad de Lima, Facultad de comunicación. Doctor en Psicología Social por la Universidad Complutense de Madrid y miembro del comité consultivo del área de estudios de opinión del Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Viene investigando sobre cultura política y populismo.