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Opinión

Senado, con s de suicidio, por Mirko Lauer

"La búsqueda de la bicameralidad ha metido al Congreso en un zapato chino. Si no logra los 87 votos necesarios, una fuerte posibilidad, tendría que pasar por un referendo".

larepublica.pe
Mirko

La búsqueda de la bicameralidad ha metido al Congreso en un zapato chino. Si no logra los 87 votos necesarios, una fuerte posibilidad, tendría que pasar por un referendo. Lo más probable sería que pierda esa consulta, pues tanto el tema como el Congreso son impopulares. Todo terminaría en un plebiscito sobre los propios parlamentarios.

Perder estrepitosamente ese plebiscito podría colocar al Congreso en una situación insostenible. Después de todo, un referendo es también una movilización, y quizás no sería tan difícil reorientarla en contra del Congreso. ¿Esa consulta se haría con las mismas autoridades electorales de este momento?

Se les imputa a los actuales congresistas buscar un Senado para poder reelegirse en el 2026. Sin duda la intención está allí. Pero con sus cifras de aprobación, la distancia entre ser reelegible y ser reelegido es insalvable. Quizás para el 2031 el público habrá olvidado y los congresistas envejecido como para ser senadores.

Sin partidos políticos serios (en oposición a vientres de alquiler) la idea de un Senado como lo imaginan sus promotores no tiene mucho sentido. Solo se logrará elegir comepollos o mochasueldos de edad más avanzada. No es el Senado, finalmente una abstracción, el que dignifica a sus integrantes, sino al revés.

Quien piensa que los senadores que llegarán serán como los de antaño —respetables, prestigiosos, versados y honorables— casi seguramente se equivoca. Más bien serán correas cortadas del mismo cuero que los actuales congresistas, solemnes y más pagados de sí mismos, y más costosos. En circunstancias normales el Senado sería útil; en las actuales, ¿quién lo necesita?

En términos generales a la gente no le gusta mucho la idea de una segunda cámara. La asocia con un aumento en el número de congresistas y la consiguiente explosión del gasto, con una duplicación de los vicios de la Cámara de Diputados, y quizás también con un cierto prurito pasadista y aristocratizante.

En resumidas cuentas, la bicameralidad no le conviene a este Congreso, y el referendo muchísimo menos. Los promotores de la movida deberían pensarlo un poco mejor. Pues aun si hay argumentos a favor de una bicameralidad (los hay), este no es el momento para proponérsela a un electorado que desaprueba tanto al Congreso.