Presidente del Instituto Peruano de Economía (IPE). Director de maestría en Finanzas de la U. del Pacífico.
Desde setiembre del año pasado el Banco Central de Reserva (BCR) viene aumentando repetidas veces su tasa de política económica. ¿De qué manera esto afecta el día a día de una persona como tú? Lo puede hacer de varios modos, pero veamos la que más nos importa: ¿cuánto nos cuesta?
Una persona no tiene acceso a los fondos del BCR ni a su tasa de interés. La tasa del BCR nos afecta indirectamente, al afectar la tasa a la que se fondean los bancos y estos luego nos trasladan el costo a sus clientes, si es el caso. Hay distintos componentes en las tasas de interés que cobran los bancos. Algunos créditos, como las hipotecas, por ejemplo, en general se consideran bastante seguros, es decir se juzga que la probabilidad de no recuperar el crédito es muy baja. Además, los créditos hipotecarios tienden a ser a muy largo plazo y a una tasa fija, por lo que uno o dos años de tasas de interés altas o bajas no tendría por qué tener mucho impacto en el repago.
Efectivamente, si consultamos las estadísticas vemos que la tasa de interés de créditos hipotecarios casi no responde a la tasa de interés de política monetaria (tiene más que ver con las tasas a largo plazo de los bonos del tesoro, pero eso requiere de otra explicación). En los seis meses desde que la pandemia llevó al BCR a reducir su tasa de política económica en dos puntos porcentuales, la tasa de interés hipotecaria solo se redujo en 0.2%. Más aún, en el año desde que el BCR comenzó a aumentar su tasa desde 0.25% hasta 6.50% para hacer frente a la inflación, la tasa de interés hipotecaria se ha reducido en 0.1%.
El ejemplo de los créditos hipotecarios se puede contrastar con el de las tarjetas de crédito. Este crédito no está asegurado contra su principal riesgo: que el tomador del crédito no lo vaya a poder repagar. Además, al ser un crédito de plazo más bien corto, el costo de fondeo sí va a ser afectado por la tasa de interés de corto plazo.
Así, si vamos a las estadísticas, vemos que la tasa promedio de las tarjetas de crédito se encontraba alrededor de 35% en febrero del 2020, antes de la pandemia, cuando la tasa de política económica del BCR estaba en 2.25%. Luego, entre marzo y abril el BCR redujo su tasa en 2%, a solo 0.25%. Con ligeros rezagos, la tasa de interés de las tarjetas de crédito bajó en casi el mismo monto, hasta alrededor de 33%. Asimismo, cuando el BCR aumentó la tasa gradualmente de agosto de 2021 hasta agosto de 2022 en 6.25%, las tasas de las tarjetas de crédito aumentaron en casi lo mismo, 6%. ¿Qué quiere decir esto? Que el principal determinante de la tasa de interés de las tarjetas de crédito es el riesgo de repago, aún cuando el costo de fondeo de la misma responde también a la tasa de interés de corto plazo. Así, si el costo del fondeo varía por unos cuantos puntos porcentuales, los otros componentes de la tasa de interés de las tarjetas de crédito lo explican mayoritariamente al ser del orden de 35%.
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En este punto vale decir que el único objetivo del BCR es mantener la estabilidad de precios. Es para asegurarla que ha aumentado su tasa de política económica. Al subir el costo de fondeo, como hemos visto, aumenta el costo de la mayor parte del crédito. Al haber menor crédito se reduce la demanda, presionando a la baja a los precios. Así funciona el mundo, a menor demanda menores precios, aunque puede demorarse algunos meses en demostrarse claramente.
El mayor costo de parte del crédito, por un año o dos, es lo que cuesta asegurarnos que la inflación volverá a los niveles reducidos a los que, afortunadamente, nos hemos acostumbrado. La inflación de largo plazo es el enemigo de todos, especialmente de los más pobres. El BCR es nuestra mejor garantía de estabilidad de precios.
Julio Velarde