La mayoría de los escolares peruanos no ha pisado su escuela desde diciembre de 2019, algunos pasarán a tercero de primaria sin conocer como es su colegio. Ya se ha demostrado en diferentes investigaciones que las escuelas no son focos de contagio que disparen los casos de una comunidad, y que el riesgo está asociado a la situación epidemiológica de su ciudad. A más contagio de adultos, más contagio en los niños.
Por ejemplo, en Iquitos encontraron que 76% de menores de 12 años se infectaron en la primera ola, la misma cifra (76%) que los adultos de 60 o más años. Los niños se infectaron igual que los adultos y sin que las escuelas funcionen, en otras palabras, los niños se contagiaron en casa (intradomiciliario).
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El contagio intradomiciliario ha sido estudiado para conocer el rol de los niños en la transmisión del virus, lo que se encontró es que cuando el caso índice (la primera persona infectada del hogar) era un adulto había más infectados en casa que cuando lo era un niño. Por ello, no tiene fundamento el temor de que la vuelta a clases genere brotes, más aún, cuando todos los adultos han tenido acceso a la vacunación, y hay una alta proporción de niños con anticuerpos por infección previa (basado en los estudios de seroprevalencia).
Ayer empezó oficialmente la vacunación de adolescentes de 15 a 17 años, y en noviembre para 12 a 14 años. Chile, Ecuador y Argentina ya están vacunando a niños entre 6 a 11 años con vacunas de virus inactivados (Sinovac y Sinopharm) y esta semana la FDA aprobó el uso de la vacuna de Pfizer, a menor dosis, para el mismo grupo etario. Es decir, antes de marzo de 2022 deberíamos tener a toda la población escolar protegida porque hay vacunas.
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Por tanto, no hay excusa alguna para retrasar el retorno presencial a las aulas hasta agosto del 2022 como afirmó el ministro de Educación. Señor presidente, como educador, piense en los niños.