Quizá si les nombro a Yamino muchos no sepan de qué se trata. Si le agrego Comunidad, es probable que no la ubiquen y si me voy especificando y alargando la frase: Yamino, Comunidad Nativa Kakataibo, puede ser que a algunos no les venga nada a la memoria. Esta comunidad se encuentra ubicada en la provincia de Padre Abad, en la región Ucayali.
Sus habitantes viven en la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Cordillera Azul y desde hace mucho son los guardianes del bosque. Son defensores ambientales natos y no solo por ellos, sino también por todos nosotros. Son conscientes de lo que significa la vida, el agua, el aire, y sus lecciones seguro las hemos aprendido en medio de la pandemia cuando la naturaleza ha reverdecido mientras permanecíamos en casa.
Es una lástima que el poder esté tan alejado de la gente y de sus necesidades fundamentales. La Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de la República recomendó no ratificar el Acuerdo de Escazú dizque por “atentar contra la independencia y soberanía del país”, y en la Comunidad de Yamino se vive en alerta constante por las repetidas amenazas de los taladores ilegales, de los traficantes de terrenos, de los narcotraficantes, quienes pretenden (siempre) aprovechar la vulnerabilidad para reinar a su antojo.
Ya lo decía el secretario general de las Naciones Unidas, el Acuerdo de Escazú “es un valioso instrumento para buscar soluciones centradas en las personas y basadas en la naturaleza”. En el Perú del 2020 han sido asesinados cinco defensores de los pueblos indígenas y del medio ambiente. Es a partir de esa realidad que hay crear acciones concretas para que la historia no se repita.
El 7 de setiembre último, el prefecto regional de Ucayali ha otorgado garantías personales a los comuneros de Yamino, al jefe de la Comunidad y al presidente de la Federación de Comunidades Nativas (FENACOCA). Esperemos que, ante la evidencia, no los dejemos solos.