Según el más reciente Informe mundial sobre la calidad del aire, elaborado por la consultora suiza IQAir, Chile se posiciona como el tercer país con mayor contaminación atmosférica en América Latina, superando los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los primeros lugares son ocupados por México, El Salvador y comparte puesto con Perú. A este preocupante reconocimiento se suma que, según el mismo estudio, Santiago es la segunda capital más contaminada de América Latina y la más contaminada de Sudamérica, superada únicamente por Ciudad de México.
En el ámbito nacional, Coyhaique encabeza la lista como la ciudad con el aire más contaminado, seguida de Temuco, Osorno, Puerto Montt, y Santiago. Adicionalmente, las denominadas zonas de sacrificio, como Quintero-Puchuncaví, Huasco, Antofagasta y Tocopilla, enfrentan episodios críticos de contaminación, lo que resalta la necesidad urgente de abordar esta problemática con medidas más efectivas y sostenibles. Este escenario subraya el desafío de Chile para equilibrar su desarrollo económico con la protección del medio ambiente y la salud pública.
En 2023 Chile decidió que la comunidad escolar volviera al uso de mascarillas por el aumento de enfermedades respiratorias en niños. Foto: Ladera Sur.
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La alta concentración de contaminantes atmosféricos, como el monóxido de carbono, el dióxido de azufre y las partículas en suspensión, es una de las principales causas de la preocupante situación de la calidad del aire. Esta problemática se agrava durante las estaciones de otoño e invierno, especialmente debido al uso de estufas de combustión a leña.
La combustión de leña genera gases altamente contaminantes que deterioran la calidad del aire, reduciendo la visibilidad y creando un ambiente irrespirable. Además, estos gases tienen graves efectos en la salud, provocando afecciones respiratorias, enfermedades cardíacas, inflamaciones, estrés oxidativo, cáncer e incluso la muerte. Las poblaciones más vulnerables, como madres gestantes, niños, bebés, ancianos y personas con condiciones preexistentes, son las más afectadas por esta problemática.
La presencia de contaminantes como monóxido de carbono y partículas en suspensión se posiciona como uno de los factores más críticos tras la alarmante la calidad del aire en Chile. Foto: UdEC.
Según la información del estudio, en lo que respecta a América Latina, México y El Salvador son los países más contaminados de esta región con un promedio de 20,1 mcg por m³ y de 19,5, respectivamente. Chile aparece en el tercer lugar general, pero en el primero de Sudamérica junto a Perú, ambos con una cifra de 18,8 en lo que respecta a la concentración de partículas en el aire.
Ránking ubica a Chile en el tercer lugar de la región. Fuente: IQAir 2023.
A este negativo reconocimiento hay que sumar que, según el mismo estudio, Santiago es la segunda capital más contaminada de América Latina y la más contaminada de Sudamérica, siendo superada solamente por Ciudad de México.
Los desafíos persisten y se hace necesario un mayor compromiso de los actores gubernamentales involucrados para lograr una mejora significativa en la calidad del aire. Es fundamental que el Estado adopte medidas concretas para reducir la emisión de contaminantes y conmine a las industrias a la mitigación de gases contaminantes, para proteger el medio ambiente y la salud.
Según el último informe del estudio Lancet Countdown Sudamérica, Chile y Perú son los países con la tasa más alta de mortalidad prematura atribuible a la exposición continua a la contaminación del aire. En este lamentable ranking, Chile ocupa el primer lugar, con 240 muertes por millón de habitantes debido a los efectos de la contaminación atmosférica.
Chile, el país de Sudamérica con más muertes anuales a causa de la contaminación ambiental, según The Lancet Countdown on Health and Climate Change 2022. Foto: Skateholders.
El llamado a la concientización de las personas para a evitar la calefacción a leña, no será suficiente, en tanto no se promuevan políticas efectivas de descontaminación que busquen la transición a tecnologías de calefacción más limpias y asequibles a la población, garantizando un aire saludable para respirar.