(*) Alcalde de Ventanilla (Callao)
La playa de Ventanilla, y en general el mar chalaco, se ha convertido en un punto de contaminación con distintos responsables y sin medidas concretas que ayuden a poner un alto a esta situación. Desde el 2017 se ha advertido que la contaminación del mar del Callao supera hasta 169 veces los niveles saludables, y poco se ha hecho para remediar esta situación, pues hasta la fecha continuamos con derrames, además de la basura que sigue acumulándose.
Hace un mes, un informe periodístico comprobó la presencia de aceites y otros residuos oleosos en el agua, que serían vertidos por barcos que permanecen cerca de la zona.
El 15 de enero del 2022, cerca de 11 mil barriles de petróleo de la empresa multinacional Repsol se derramaron en el mar del Callao, originando el cierre de playas, incluida la de Ventanilla. Se trató de uno de los desastres ambientales más grandes en la historia del Perú, que causó la muerte de cientos de animales y plantas.
¿Pero qué hemos aprendido de estos desastres ambientales?
Todo parece reducirse a la indemnización de las familias afectadas, donde no todos terminan satisfechos, y donde muchas veces las empresas creen que todo se soluciona con una buena campaña de publicidad. A inicio de setiembre hemos visto cómo organizaciones de pescadores han denunciado ante el Congreso que se vienen desarrollando negociaciones asimétricas, sin información objetiva, acusando además una ausencia del Estado.
De las sanciones y las multas se encarga el OEFA, entidad adscrita al Ministerio del Ambiente. Para inicios de este año, este organismo anunció que había impuesto seis multas a Repsol en el marco de siete procedimientos administrativos sancionadores. Pero no podemos seguir accionando solo sobre el petróleo derramado. Necesitamos empezar a articular políticas públicas de prevención y remediación.
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Resultaría interesante que el Ejecutivo y el Congreso empiecen a evaluar la creación de una “Agencia de Protección Ambiental”, dedicada al monitoreo y prevención en el cuidado de la calidad del aire y el agua, así como hacer cumplir las regulaciones ambientales y promover prácticas sostenibles. La persona que lidere esta agenda debe estar dedicada a articular, con los alcaldes de las zonas más afectadas, una serie de acciones de prevención y remediación. Una autoridad dedicada a estas acciones, las 24 horas del día y los siete días de la semana.
Mientras no tengamos una oficina dedicada a la articulación con autoridades -no solo alcaldes, sino también gobernadores, congresistas y empresa privada-, seguiremos limitando nuestro accionar a un modo reactivo sobre el petróleo o aceites derramados y sobre la basura que sigue acumulándose en nuestras playas.
Columnista invitado. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.