A lo largo del continente americano, los ríos han sido históricamente fuentes esenciales de agua para la vida y el desarrollo de las sociedades. Sin embargo, existe una curiosa excepción: algunos países de América no tienen río en su territorio, una característica que los distingue del resto del continente.
Esta situación plantea retos únicos para estas naciones en cuanto a la gestión del agua y los recursos naturales.
En América, aunque la mayoría de los países tienen ríos que cruzan su territorio, hay algunos que no gozan de este recurso natural. Uno de los casos más destacados es el de Bahamas, un país insular compuesto por más de 700 islas y cayos, que no cuenta con ríos significativos.
Debido a su relieve plano y geografía dispersa, las Bahamas enfrentan limitaciones en sus recursos hídricos, por lo que dependen en gran medida de fuentes alternativas como la recolección de agua de lluvia y la desalinización del agua de mar.
Los países de América que no tienen ríos suelen compartir una geografía que limita la formación de estos cuerpos de agua. En su mayoría, se trata de pequeñas islas que tienen un relieve plano o volcánico, lo que dificulta la creación de cuencas hidrográficas. Además, el tamaño reducido de estos territorios no permite la formación de ríos largos y caudalosos, como ocurre en otros países del continente.
Otra característica común entre estos países es su proximidad al océano. Al estar rodeados por grandes masas de agua salada, la dependencia de los recursos marinos es mucho mayor. Sin embargo, esto también los hace más vulnerables al cambio climático, ya que el aumento del nivel del mar podría poner en riesgo sus fuentes de agua subterránea y afectar la disponibilidad de agua potable.
Los países sin ríos obtienen agua potable mediante diversas estrategias alternativas. Algunas de las más comunes son:
Estas tecnologías y prácticas son vitales para suplir la carencia de ríos y garantizar el acceso a agua potable en estos países.