EFE, BBC y agencias
Fue un día de extrema violencia, con ataques de cohetes y misiles, destrucción de tanques, captura de instalaciones militares, incursiones en ciudades, masacres, toma de rehenes —militares y civiles—, explosiones en ciudades, incursiones por tierra, mar y aire en territorio israelí. Un ataque sin precedentes por parte del grupo islamista Hamás a Israel.
Y, también, luego de la sorpresa inicial, con una respuesta furiosa del poderío militar israelí en la Franja de Gaza.
Con el nombre de ‘Tormenta Al Aqsa’, el grupo palestino produjo el ataque armado más sangriento que sufre Israel desde la guerra de 1973, con un saldo hasta el cierre de esta edición de más de 250 israelíes muertos, 1.500 heridos y decenas de secuestrados. La respuesta de Israel habría producido, a su vez, más de 300 víctimas.
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Rechazo. Tras el ataque, se multiplicaron las manifestaciones contra Israel y Estados Unidos en varios países árabes. La guerra está en marcha. Foto: EFE
Esta ofensiva de Hamás, la mayor desde que tomara el control de Gaza en 2007, empezó muy temprano, a las seis y media de la mañana, con el lanzamiento de miles de proyectiles contra amplias zonas en Israel, incluyendo Tel Aviv y Jerusalén, y además con la infiltración de milicianos en varias zonas israelíes. Hamás capturó a muchos militares y civiles. Videos de los armados, llevándose a efectivos militares, hombres y mujeres, se repetían en las redes sociales.
Israel, sacudida después de la sorpresa inicial, lanzó su ataque de represalia que llamó ‘Espadas de Hierro’, mientras sus principales funcionarios, entre ellos el primer ministro Benjamín Netanyahu, llamaban a los suyos a protegerse, proclamando que estaban en “guerra” y prometiendo que reducirán a escombros a los atacantes y sus escondites.
De inmediato, en el mundo se visualizaban dos posiciones. Los que afirman que esta guerra es consecuencia de la ocupación del estado judío, que priva de derechos legítimos a los palestinos y comete provocaciones contra lugares sagrados, como la mezquita de Al-Aqsa. Y los que condenan el ataque de Hamás, al que califican de terrorista y acusan de tener respaldo de Irán. Afirman, debido a ello, que Israel tiene “el derecho a defenderse”.
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En tanto, Netanyahu lo llamó “un día oscuro” para Israel. Y no era para menos. Las milicias de Gaza entraron en un ataque coordinado en lo que es la mayor acción en territorio israelí en décadas, solamente equiparable a las producidas en medio de las guerras con sus vecinos árabes entre 1948 y la del Yom Kipur, en 1973, que muchos ahora recuerdan porque se mostró la misma debilidad ante un ataque sorpresa.
Esta vez, la infiltración de atacantes fue acompañada de una intensa descarga de cohetes (3.000, según versión militar israelí; 7.000, según Hamás) contra ciudades israelíes.
Daños. Miles de cohetes impactaron en territorio israelí. Fue una ofensiva muy coordinada. Foto: EFE
Decenas de milicianos ingresaron a territorio israelí y mataron a soldados y policías israelíes en varias comunidades en torno al enclave costero. Secuestraron a una cincuentena de personas. Y mantuvieron de rehenes en sus casas a israelíes de esas comunidades.
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“No abran las puertas, quédense dentro, cierren las ventanas”, avisó el alcalde de Sderot, donde se han producido “actos inhumanos” contra personas inocentes, según el Canal 12 de noticias israelí.
También en las redes se difundieron videos de milicianos palestinos paseando cuerpos de soldados israelíes muertos por las calles de Gaza, en medio de la celebración en la vía pública. “Hoy vemos el verdadero rostro de Hamás, un ejército terrorista cuyo único objetivo es el asesinato a sangre fría de hombres, mujeres y niños inocentes”, denunció el presidente israelí, Isaac Herzog.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, afirmó en un discurso televisivo que el ejército de su país utilizará “todo su poder” para destruir a Hamás, e instó a los palestinos a abandonar la Franja de Gaza porque reducirá “a escombros” los escondites de los milicianos.
“Los destruiremos y vengaremos con fuerza este día oscuro que han impuesto al Estado de Israel y a sus ciudadanos”.
La ofensiva desde Gaza significó un duro golpe a las fuerzas armadas y el aparato de Inteligencia israelíes, a los que cogió desprevenidos. Según el periódico Haaretz, altos cargos de seguridad israelíes aseguraron la semana pasada que Hamás no tenía interés en estos momentos en atacar o iniciar una escalada bélica con Israel y quería mantener la estabilidad interna dentro del enclave.
Violencia. Traslado del cuerpo de un palestino abatido. Foto: difusión
Los países árabes de inmediato se pronunciaron y pidieron un cese inmediato de la escalada entre Israel y las milicias palestinas de Gaza.
Con ese propósito de paz, Egipto dijo que mantiene “intensos contactos” con Israel y Palestina. Irak pidió reunión de emergencia en la Liga Árabe para ver la situación e indicó, como Líbano, que el suceso es el “resultado de la opresión a manos de la ocupación sionista”.
Arabia Saudí culpó a Israel. En un comunicado se indicó que había advertido esa “situación explosiva como resultado de la ocupación continua y la privación de los derechos legítimos del pueblo palestino”.
En tanto, Irán felicitó a las milicias palestinas por ‘Tormenta Al Aqsa’ y consideró la operación un “punto de inflexión” en el conflicto israelí-palestino. En el Parlamento iraní hasta se pusieron en pie y lanzaron consignas para Hamás. En Teherán, Yemen, Baréin, Kuwait, hubo manifestaciones contra Israel y los Estados Unidos.
Lo contrario ocurrió en Estados Unidos. El presidente Joe Biden condenó “los ataques terroristas” contra Israel y advirtió que Washington “nunca” dejará de respaldar al Gobierno israelí. “Quiero decir al mundo y a los terroristas que EE. UU. está con Israel”, y agregó que está listo para dar todo apoyo necesario.
Igual se alinearon con este pronunciamiento los Gobiernos italiano de Giorgia Meloni, el español de Pedro Sánchez, el francés de Emmanuel Macron y el ucraniano de Volodímir Zelenski, condenando el ataque a Israel. Rusia, a su vez, mostró “preocupación” y pidió que se retomen las negociaciones por la paz. Culpó “al crónico fracaso del cumplimiento de las resoluciones de la ONU y el bloqueo de Occidente a la labor del Consejo de Seguridad”.
A su vez, el presidente palestino, Mahmud Abbas, afirmó que el pueblo palestino tiene el derecho de autodefensa. Agregó que “la opresión a la que está expuesto el pueblo palestino está empujando las cosas a una explosión”; además, acusó “la falta de aplicación de resoluciones de legitimidad internacional para Israel”, “los crímenes de los colonos y la ocupación”.
Todos los analistas coinciden. Esto acaba de empezar.
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Perú, Ecuador, Brasil y otros países de América Latina condenaron lo ocurrido. La cancillería peruana indicó: “El Gobierno condena enérgicamente los ataques terroristas perpetrados por el grupo Hamas, y se solidariza con el pueblo israelí, las víctimas y sus familiares”. Reafirmó “su compromiso con el proceso de paz entre Israel y Palestina”.
Ecuador se sumó al rechazo y se solidarizó con los israelíes. México exigió “el cese de la violencia”. Brasil dijo que no escatimará esfuerzos para evitar la escalada del conflicto.
Fallo. “Este es un momento tipo Pearl Harbor para Israel, donde había una realidad hasta hoy, y habrá otra después de hoy”, opina Jonathan Conricus, exportavoz internacional de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), según CNN. “Falló todo el sistema”, alertó.“Nunca se dejará de respaldar a Israel. Quiero decir al mundo y a los terroristas que EE. UU. está con Israel”.
Análisis. Ramiro Escobar, meditamundo
El ataque masivo desatado por el grupo islamista Hamás sobre Israel en horas recientes es, dentro del Derecho Internacional y en el terreno de lo sufrido realmente, un acto terrorista. Implica atacar civiles desarmados, secuestrar personas, disparar a mansalva. No tener piedad alguna con quien caiga.
Pero es imposible desligar este monstruoso episodio del trasfondo penoso del conflicto palestino-israelí. Pasan días, años, décadas y la ocupación ilegal de territorios palestinos no culmina. No hay negociación seria en curso. Tampoco un plan claro de las potencias mundiales para resolver este tema.
Hamás –que no representa a todo el pueblo palestino, ojo– ha visto las serias grietas que el sistema político israelí exhibe, desde hace meses, por la propuesta de reforma judicial del primer ministro Netanyahu, que incluyen masivas protestas en las calles. Lo ha leído como un signo de debilidad.
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Que parece haberse corroborado con la sorprendente facilidad con que milicianos de este grupo islamista han penetrado en Israel y lanzado tantos cohetes. Como si los servicios secretos estuvieran en otra frecuencia. Ahora lo que se viene es una represalia de espanto que tendrá horrendas consecuencias.
Los Acuerdos de Abraham, que han hecho que algunos países árabes establezcan relaciones con Israel (los EUA, Marruecos, Bahréin), pueden bajar tensiones regionales. Pero en el día a día palestino, en Gaza especialmente, no neutralizan la cólera de vivir encerrados y la posibilidad de alimentar esta violencia.
Que incluso podría salpicar a otros países de Oriente Medio. La búsqueda de la paz ahora no debe ser un deseo, sino una obligación.