El papa Francisco despidió este jueves por última vez a su predecesor Benedicto XVI, fallecido el sábado a los 95 años, durante el solemne funeral celebrado ante miles de fieles y personalidades de todo el mundo congregados en la plaza de San Pedro.
“Benedicto, (...) que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre la voz del Señor”, suplicó el papa durante la misa presidida desde la silla de ruedas.
En el último adiós, Francisco destacó su “sabiduría, delicadeza y entrega” poco antes de que el féretro fuera transportado al interior de la Basílica de San Pedro para su sepultura.
El pedido del papa argentino fue lanzado ante el sencillo ataúd de madera donde yacía el cuerpo de Joseph Ratzinger, que tenía encima una copia de los Evangelios y estaba colocado en el atrio de la basílica.
La presencia de un papa en el funeral de su predecesor es algo inédito en la historia reciente de la Iglesia. Francisco estaba rodeado por cinco cardenales en el altar instalado en el atrio que domina la inmensa explanada.
Al término de la sepultura, de pie, ayudado por su bastón y sin paramentos, Francisco bendijo el ataúd y lo tocó con su mano para despedirlo.
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Entre los fieles que asistieron a la ceremonia figuraban muchos sacerdotes y monjas, quienes hicieron fila desde la madrugada para entrar a la plaza.
“Para mí es un gran ‘doctor’ (título para los santos eruditos) de la Iglesia. Siempre lo he pensado”, aseguró a la AFP la religiosa mexicana Erica Merino Peña, quien fue una de las primeras en ingresar.
Un cartel que tenía escrito en italiano “Santo subito” (santo ya) resaltaba entre la gente, lo que recordaba a muchos los gritos de la multitud en 2005 pidiendo la rápida canonización de Juan Pablo II.
Las exequias del pontífice alemán, quien renunció al trono de Pedro en 2013 tras ocho años de pontificado, fueron “solemnes pero sobrias”, como deseaba Benedicto XVI.
La ceremonia duró una hora y 20 minutos y fue concelebrada por unos 4.000 religiosos, entre cardenales y obispos de todo el mundo. Entre los asistentes figuraban varios jefes de Estado y de Gobierno, incluido los presidentes de Italia, Polonia, Hungría, Portugal, el rey Felipe de Bélgica y la reina emérita española Sofía, así como diplomáticos de varias nacionalidades.
Unas 50.000 personas asistieron, según informaron fuentes vaticanas.
En total, 195.000 personas desfilaron durante tres días de capilla ardiente, de lunes a miércoles, ante los despojos de Joseph Ratzinger, cuyo cuerpo yacía en un catafalco cubierto por una tela dorada, rodeado por dos guardias suizos vestidos de gala, frente al altar mayor de la basílica de San Pedro.