David Vetter era un niño que aparentemente era igual a los demás. Era alegre, tenía los ojos grandes y vivía con sus padres en la ciudad de Conroe, al norte de Houston, en el estado de Texas, Estados Unidos. Crecía y jugaba, hacía berrinches y era amado por toda su familia.
Sin embargo, el pequeño tenía una enfermedad del sistema inmunológico que lo volvía vulnerable a todo contacto con el exterior, por lo que fue confinado a una burbuja de plástico, resguardada en su casa.
Los días transcurrían ahí, dentro de un espacio hermético, esterilizado. Nunca supo cómo era recibir un abrazo de su madre o padre y vivió aislado hasta el último día de su vida que, aunque breve (apenas 12 años), está impresa en documentales, películas y en varios libros que analizan el caso de Vetter desde un enfoque psicológico, pedagógico, histórico, social, tecnológico, entre otros. En su tiempo fue bautizado como “el niño de la burbuja”.
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Nació el 21 de septiembre de 1971 en el Texas Children’s Hospital de Houston, hijo de David Jr. y Carol Ann. Los padres sabían que el niño podría nacer con la patología hereditaria, por lo que acondicionaron la sala de parto en un espacio esterilizado.
Los Vetter tuvieron una hija llamada Katherine. En 1970 tuvieron otro hijo que nació con la enfermedad conocida como Inmunodeficiencia Combinada Grave (SCID por sus siglas en inglés), la cual inhabilita el sistema inmunológico humano y ocasiona que cualquier germen que circule por el ambiente sea letal. El bebé recibió un trasplante de médula de su hermana mayor, pero no superó el tratamiento y falleció a los 7 meses de vida.
David Vetter nació con una Inmunodeficiencia Combinada Severa (IDCS). Foto: Bettmann Archive
El médico le había dicho a la familia que si tenían otro hijo había el 50% de las posibilidades que naciera con la misma inmunodeficiencia. Pese a la advertencia, la familia quería darle un hermano a la primogénita y confiaban en que la ciencia no tardaría en encontrar una cura para la enfermedad.
“La decisión de tener otro hijo vino de nuestro corazón y de nuestra mente. Decidimos poner nuestra confianza en Dios. No importaba lo que sucediera, para nosotros el aborto terapéutico habría sido imposible”, dijo la madre en el programa American Experience de la señal PBS.
Los padres de David crearon un universo de plástico que poseía distintos ambientes conectados entre sí por un pasadizo; en ellos tenía sus juguetes, libros y distintos objetos esterilizados. Además, poseía ‘brazos’ incorporados en la parte exterior por los que podía tomar objetos del exterior.
A pesar de las limitaciones, David intentaba mantener una vida común y similar a las de los demás. En un espacio especial miraba la televisión y solía jugar con un vecino que lo visitaba con regularidad. Igualmente, su hermana mayor, Katherine, lo acompañaba siempre.
En cuanto a los estudios, tenía profesoras particulares y también un teléfono por el que se comunicaba. Cuando no quería hacer tarea escondía el lápiz en los espacios, cuenta la familia.
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Cuando tuvo 6 años le regalaron un traje de astronauta diseñado por la NASA para que pudiera caminar y pasear por el jardín, sin embargo, el traje no tenía mucha autonomía y el menor abandonó rápidamente las excursiones. Con el paso de los años el niño empezó a sentir malestar y sentía que nada de lo que hacía o aprendía en las clases tenía sentido.
David con el traje que la Nasa le diseñó. Foto: Baylor College of Medicine Archives
El interés por la historia del menor traía problemas a científicos y profesionales de la salud que seguían el tema con avidez, ya que para muchos era una ‘existencia indigna’ y era criticado por ser visto como un ‘experimento’ para la ciencia.
Los años habían pasado desde el fallecimiento del primer hijo, pero la familia Vetter pensaba que la solución podría ser un trasplante de médula ósea debido al desarrollo de nuevos procedimientos médicos. La donante sería la hermana mayor, Katherine.
La operación se realizó ante la mirada atenta de todo el mundo que seguía el caso en la prensa y la TV.
Lamentablemente, algo salió mal y un virus enfermó gravemente a David, quien tuvo que salir de la burbuja para recibir asistencia, lo que terminó por complicar aún más la situación. El 22 de febrero de 1984 David falleció y conmocionó al mundo.