Stephanie, de 36 años, y Billy, de 38, han estado casados casi la mitad de su vida. Se conocieron en un aeropuerto en 2004, en Estados Unidos, y decidieron ser swingers hace un año, luego de 17 años de matrimonio.
Se les llama swingers a personas que tienen una relación de pareja estable, pero que mantienen relaciones sexuales con otras. Este intercambio es acordado de manera conjunta y no existe ningún engaño: se trata de exclusividad amorosa, pero no sexual.
“Después de 17 años de matrimonio, hemos probado todos los juguetes que puedes comprar en línea. Mi pareja quería animar un poco más las cosas y vino a mí con una profunda fantasía que le interesaba probar”, cuenta Stephanie al medio británico Daily Star.
“Decidimos que queríamos vivir la vida al máximo y no perdernos más. Nuestra religión nos impedía hacerlo y la dejé este año”, añade. Empezaron la búsqueda parejas, hacer nuevos amigos y descubrir “quiénes éramos en lugar de ser alguien más por el bien de la iglesia”.
Ambos se conocieron cuando ella regresaba de una misión de dos años. Salieron por tres meses, se enamoraron y a los seis meses se casaron. El matrimonio fue difícil desde el inicio, eran muy jóvenes para todo lo que conlleva: ella tenía 18 y él, 21.
Foto: Daily Star
Todo empeoró cuando Billy se fue al Ejército y Stephanie se quedó sola con dos hijos pequeños, a los que tuvo que cuidar por su cuenta porque no tenía a nadie que la ayude, ya que vivía en el extranjero. La relación se había enfriado y estaba destinada a fracasar hasta que decidieron cambiar.
“Como pareja, hemos aprendido mucho más sobre el consentimiento y la comunicación de lo que aprendimos en la iglesia”, dijo Stephanie a Daily Star. “Estamos abiertos a todo ahora y nuestra relación es mucho más profunda de lo que había sido en los 16 años anteriores a este año. Hemos creado un lugar seguro para que seamos nosotros mismos”, detalla.
“Era justo lo que necesitaba nuestro matrimonio, ya que planeaba irme solo dos años antes. Swinging ha mejorado nuestro matrimonio al 100%”, explica la mujer.
Para garantizar que todo salga bien y no haya problemas de celos, ambos solo tienen permitido un máximo de dos tragos en las citas nocturnas, los condones son imprescindibles y la palabra clave para que todo se detenga es ‘langosta’.
Asimismo, ambos deben sentirse atraídos por la pareja y deben estar en la misma habitación cuando se produzca el intercambio.
“Mi parte favorita de mi nuevo estilo de vida es lo libre que puedo ser”, comenta Stephanie. “Me encantan todas las experiencias nuevas y emocionantes que tenemos con parejas de ideas afines”, precisa.
Finalmente, Stephanie asegura que su vida y la de Billy ha mejorado: “Después de nuestra primera cita para jugar, fue como si nos hubieran quitado algo de los hombros. Perdí 20 libras en los siguientes meses y el jefe de mi esposo vio un brillo en él en el trabajo”.