Dorothea Puente, una mujer de 59 años de edad, mató a nueve personas y las sepultó en su jardín. Durante seis se dedicó a elaborar planes para engañar a las personas que se albergaban como huéspedes en su casa, a trabajadores sociales y hasta investigadores.
Nacida el 9 enero de 1929 en la ciudad de Redlans, Estados Unidos, era la penúltima hija de una familia numerosa y humilde. Todos se dedicaban al recojo de algodón y no tenían muchos recursos económicos, por lo que los problemas de salud físicos y mentales estaban latentes.
Los severos problemas de salud de su padre y madre hicieron que su familia sufriera varios altibajos. La cabeza de familia padecía tuberculosis y depresión, ya que hablaba constantemente del suicidio; su progenitora era una mujer alcohólica que generaba discusiones con todos sus hermanos.
Cuando Dorothea cumplió 5 años, su padre falleció por la enfermedad que lo aquejaba. Debido a ello, tuvo que ser criada por sus hermanos mayores. Con ellos se mudó a San Dimas, California, y en ese lugar comenzó a fabricar mentiras sobre su vida.
Lo que fue un método de autodefensa de una niña pronto se convirtió en una patología denominada mitomanía.
Dorothea fue creciendo, su padre perdió la custodia y ella, junto con sus hermanos pequeños, tuvo que ser trasladada a un orfanato. Poco después, la mujer que le dio la vida falleció en un accidente de tránsito.
Según el diario El Clarín, desde que la menor quedó huérfana a los 9 años, sufrió constantes abusos sexuales. Cuando creció, Puente se desempeñó como trabajadora sexual.
Dorothea contrajo matrimonio por primera vez a los 16 años. Su esposo fue un soldado llamado Fred Mccall. Sin embargo, en el documento de nupcias, la mujer firmó como Shell Arise.
“Llegó a decirle que a los 13 vivió la Marcha de la Muerte de Bataán y el bombardeo de Hiroshima, que era hermana del embajador de Suecia, o que era muy amiga de la actriz Rita Hayworth”, mencionó el medio El Clarín.
La pareja tuvo dos hijas, pero Dorothea no quiso hacerse cargo de ellas, por lo que una fue enviada con la madre de Fred y la otra fue dada en adopción.
En 1948, su matrimonio finalizó y la mujer inventó una nueva mentira: que su esposo había fallecido días atrás.
Cuando se divorció de Fred, los problemas con la justicia se hicieron notables. En ese año utilizó cheques falsos para comprar vestidos, delito que la llevó a pasar horas en prisión.
Se cambió de nombre a Tella Sin Wa Lane y volvió a casarse, esta vez con un joven sueco llamado Axel Johanssen, a quien le contó que era musulmana y de ascendencia egipcia.
Dorothea Puente fue enviada a juicio luego de descubrirse sus crímenes. Foto: El Tiempo
En 1960, fue a prisión por segunda vez al haber sido denunciada por tráfico de personas. No obstante, su facilidad para las mentiras logró que le redujeran la condena a 90 días en la cárcel del condado donde vivía.
Al notar todos estos problemas, su esposo la internó en un hospital psiquiátrico, pero fue dada de alta y terminó divorciándose de Axel.
Poco después de este acontecimiento, se casó con Roberto Puente, un joven 19 años menor que ella y del que tomó su apellido cuando se fueron a vivir a Ciudad de México. Dicho matrimonio no prosperó, porque luego de dos años se separaron.
Dorothea abrió una pensión en la calle 2100 F, Sacramento, llamada Los Samaritanos, con un dinero que el Gobierno le proporcionó. Con ese ingreso quería beneficiarse de los más necesitados, como ancianos, enfermos y alcohólicos de Estados Unidos.
El contrato de arrendamiento consistía en hacer firmar a sus clientes cheques de asistencia a nombre de ella. Incluso utilizó su físico y personalidad para conquistar a hombres a los que pretendía estafar.
Varias personas la denunciaron. Llegó a ser acusada por 34 delitos de fraude, y luego de dos años y medio de condena fue puesta en libertad condicional. A partir de ello, Dorothea empezó a relacionarse con trabajadores sociales para ganarse su amistad: mantenía una doble vida.
En 1982, las muertes comenzaron. La primera víctima fue Ruth Monroe, una amiga de Dorothea, quien murió por una sobredosis por sustancias médicas. Su mal estado de salud surgió cuando empezó a vivir en la pensión de Puente, ya que le suministraba un té de menta envenenado.
“Les hice cambiarse de ropa todos los días, tomar un baño todos los días y comer tres veces al día. Cuando vinieron a mí, estaban tan enfermos que no se esperaba que vivieran”, relató Dorothea en su juicio.
Tras la muerte de Ruth siguió la de Dorothy Miller, de 64 años, quien también falleció por una sobredosis. Benjamin Fink y Betty Palmer fueron otras víctimas que murieron por el mismo problema.
Las autoridades encontraron los cuerpos de estas personas, enterrados en el jardín de Dorothea. Sin embargo, a pesar de sus crímenes, la mujer salió ilesa debido a las relaciones que había establecido con los trabajadores sociales.
En 1988, los vecinos de Dorothea comenzaron a notar el olor nauseabundo que afloraba de la pensión de ancianos. A pesar de que la mujer justificaba los olores con malos acabados en la cañería, no pudo ocultar los asesinatos para siempre.
La historia de la mujer recientemente se ha hecho popular en redes sociales. Foto: El Tiempo
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En la mañana del 11 de noviembre, el detective John Cabrera y su equipo inspeccionaron la pensión a la que luego denominaron como la “casa de la muerte”. Los oficiales no encontraron nada dentro de la casa, pero al salir notaron la tierra del jardín revuelta; cavaron y encontraron los cadáveres.
Dorothea huyó poco después, pero no fue muy lejos y la Policía logró capturarla. El medio Los Angeles Times informó que uno de los fiscales que llevaba el juicio la calificó como “una de las asesinas en serie más frías y calculadoras” que se hayan visto jamás en Norteamérica.
Dorothea Puente fue encarcelada nuevamente, y esta vez no volvió a salir. Hace 11 años falleció por complicaciones en su salud.