Abigail Beck es una joven de 15 años que radica en Arizona, Estados Unidos, y padece de urticaria acuagénica, una condición que le provoca un impacto negativo en el organismo ante el más mínimo contacto con el agua, ya sea sudor, lágrimas o lluvia. Algunas de las reacciones involucran salpullido, mareos, cansancio, malestar abdominal y dolor en el pecho.
“Si bebo agua, vomito, me duele mucho el pecho y mi corazón comienza a latir muy rápido”, explicó Abigail a “Kennedy News”.
La joven fue al doctor tres años después de manifestar los primeros síntomas y le dijeron que esta condición es extremadamente rara, que afecta en su mayoría a las mujeres y que suele manifestarse durante la pubertad. “Tuve que enseñar a mis médicos sobre mi condición porque nunca antes habían tenido que experimentarla”, comentó.
“Mis propias lágrimas provocan una reacción: mi cara se pone roja y me quema mucho. Se sentían como ácido (…) Cuando le digo a la gente que soy alérgica al agua, la gente piensa que es absolutamente ridículo y muchos se sorprenden por eso. La gente siempre señala que nuestros cuerpos están hechos de agua”, protestó Abigail.
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Debido a su condición, Abigail evita ducharse todos los días para mitigar el dolor que le genera. Un cuidado que debe mantener con su alimentación, revisando minuciosamente las etiquetas de todo lo que ingiere para estar segura de que contiene poca agua.
“Tengo que revisar las etiquetas, pero todo en este mundo tiene agua. La última vez que bebí agua fue hace un año”, sostuvo. “Puedo beber cosas sin mucha agua, como bebidas energéticas y jugo de granada puro”, acotó la adolescente, según el testimonio reproducido en New York Post.
En un inicio, Abigail pensó que su condición era algo normal e incluso le preguntó a su madre si también les dolía cuando tomaban agua. Michael Beck, el padre de la joven, habló de lo que significa para él que su hija viva con esta condición y lo difícil que ha sido verla sufrir de tal manera.
“Ella lo maneja muy bien. Yo, por supuesto, odio ver a mi hija sufrir. A menudo desearía poder soportar el dolor por ella. Me siento sin esperanza. Como si quisiera curarlo ahora mismo, pero no puedo. (…) No creo que su alergia sea tan grave como para que el agua pueda matarla, por supuesto, pero me preocupa su salud en general, y estamos buscando diferentes métodos que puedan hidratarla para mantenerla saludable”, confesó Beck.
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La adolescente se ducha una vez cada dos días y consume antihistamínicos y esteroides para contrarrestar las reacciones que le provoca el agua. Según ella, lo más aterrador de la condición que padece es que hay “muy poca información”, debido a que solo se registran alrededor de 100 casos similares en el mundo actualmente.