El meteórico colapso del Gobierno de Afganistán reforzó el argumento del presidente estadounidense Joe Biden de que no se podía haber hecho nada más para evitar la debacle. Pero, ¿era inevitable la victoria de los talibanes?
Para quienes critican su decisión de poner fin a la guerra más larga de Estados Unidos, los 2.500 militares estadounidenses que permanecieron en territorio afgano en los últimos meses demostraron que Washington podía, a un bajo costo para el Pentágono, garantizar cierto grado de estabilidad.
Biden y sus aliados rechazan este argumento- Señalan que las tropas estadounidenses permanecieron a salvo solo porque los talibanes acordaron no atacarlos como parte de un acuerdo de retirada.
“Lo que aprendimos en las últimas dos semanas es que, si nos hubiéramos quedado un año más, o dos años más, o cinco años más, o 10 años más, ningún entrenamiento, equipamiento o dinero o vidas perdidas por Estados Unidos iba a poner al ejército afgano en posición de poder sostener a ese país por sí solo”, opinó Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de Biden, en declaraciones a la cadena NBC.
Lucas Kunce, un veterano de la guerra afgana que se postula para el Senado en Misuri, lo expresó sin rodeos: “Yo estuve allí. Hoy era inevitable. Cualquiera que les diga lo contrario está mintiendo o nos habría hecho quedar allí para siempre”.
Después de gastar más de 2 billones de dólares y perder más de 2.500 vidas estadounidenses, las encuestas mostraron que la opinión pública en Estados Unidos quería poner fin a la guerra iniciada después de los ataques del 11 de setiembre de 2001.
Pero para Richard Fontaine, experto del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, una presencia estadounidense limitada en Afganistán habría permitido proteger los avances obtenidos, especialmente para las mujeres y todos los afganos que ahora temen el regreso de una era brutal.
H.R. McMaster, exconsejero de seguridad nacional de Trump, había rechazado enérgicamente la semana pasada que la debacle fuera parte de la larga historia de un “cementerio de imperios” en Afganistán, como ocurrió con los rusos o los británicos.
“No se enmarca el tema correctamente. Estamos luchando con afganos por afganos contra este atroz grupo de terroristas llamado los talibanes”, apuntó.
“Nos convencimos de la derrota en Afganistán”, dijo McMaster. Y “estamos viendo al pueblo afgano pagar el precio de nuestra ceguera”.
Adela Raz, embajadora afgana en Washington, consideró el último viernes “extremadamente injusto” cuestionar la voluntad de lucha de los militares.
En cambio, sostuvo la pérdida del apoyo aéreo de Estados Unidos y los efectos psicológicos de las negociaciones de la Casa Blanca con los talibanes. “Lo que entendieron en casa es que los están abandonando”, manifestó a la cadena PBS.
El acuerdo de febrero de 2020 dio lugar a las primeras conversaciones entre los talibanes y el Gobierno afgano e incluyó promesas de los insurgentes de no proteger a Al Qaida ni atacar las principales ciudades.
Estados Unidos destacó que el acuerdo estaba condicionado a que los talibanes lo cumplieran, pero tanto Trump como Biden dejaron en claro que se retirarían.
Para Trita Parsi, vicepresidenta ejecutiva del Instituto Quincy para el arte de gobernar responsablemente, que apoya la moderación militar estadounidense, cualquier acuerdo de retirada bajo condiciones habría sido en vano, porque el Gobierno afgano no tenía ningún interés en lo que los estadounidenses se fueran.
“Estados Unidos podría haberse quedado un año más, cinco años más, eso no habría cambiado nada”, explicó.