El presidente de Chile, Sebastián Piñera, lleva varias semanas en el ojo del huracán producto de la crisis que atraviesa su país, movilizado desde hace más de un mes. Y en la noche del sábado fue víctima de amenazas de muerte.
El Cuerpo de Bomberos de Santiago informó que su cuenta de Twitter había sido hackeada luego de que usuarios de redes sociales alertaran por el tipo de publicaciones que realizaban desde la cuenta @CBSantiago, donde aparecieron las amenazas e insultos.
“Si alguien está dispuesto a asesinar a Piñera que me mande un mensaje privado (el pago se hará en bitcoin)”, decía uno de los mensajes. Y otro: “Un asesinato puede salvar a un país entero de la pobreza, corrupción, delincuencia, etcétera”.
Parte de los mensajes amenazantes, que ya fueron eliminados
“La cuenta institucional de Twitter fue hackeada y cambiada de nombre, generándose posteriormente mensajes en contra de autoridades e instituciones y, para lo cual ya se procedió a denunciar su mal uso”, confirmó el ente en un comunicado divulgado en Instagram.
Luego el cuerpo bomberil de la capital comunicó a través de Twitter que habían recuperado la cuenta “en su totalidad” y ya está disponible para “continuar informando a nuestros seguidores y amigos de las actividades de la institución”.
Piñera no se pronunció sobre las amenazas de muerte en su contra. Este domingo, en cambio, anunció un proyecto de ley para que las Fuerzas Armadas puedan colaborar en la protección de la “infraestructura critica” del país, con el objetivo de aumentar la seguridad en el marco de las protestas sociales.
La cuenta fue recuperada horas después
Chile vive desde el pasado 18 de octubre un estallido social sin precedentes desde el retorno a la democracia en 1990, que mantiene a multitud de ciudadanos manifestándose de manera mayormente pacífica en las calles en reclamo de un modelo socioeconómico más equitativo, pero que en paralelo vive episodios de extrema violencia que han dejado ya al menos 23 muertos.
Durante los primeros 9 días, el Gobierno decretó estados de emergencia en buena parte del país para confiarle al Ejército la seguridad, que estableció toques de queda cada noche para restringir las libertades de movimiento y reunión.