Han pasado nueve años desde que se apagó la voz de Amy Winehouse. Con solo 27 años, la reconocida intérprete de ‘Rehab’ atravesó una vida llena de escándalos y adicciones. Todo ello, captado por paparazzis y medios de comunicación, creó un mito musical que no ha dejado de crecer desde entonces.
Fue el 23 de julio de 2011 cuando su guardaespaldas la halló muerta en su departamento de Londres. Desde los inicios de su carrera, la cantante había destacado por su peculiar tono de voz, tan potente como triste y profunda. Ya en sus primeras apariciones, Amy Winehouse demostró su talento con total naturalidad.
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En vida, Amy publicó solo dos discos oficiales, que la catapultaron como una de las mejores voces de R&B, soul y pop del siglo XXI. Con ‘Back to Black’, su segundo álbum de estudio, conquistó a millones de personas, cosechó cinco Grammys y se ganó el corazón de la crítica. Sin embargo, su futuro prometedor pronto quedaría truncado.
Tras la muerte de Amy Winehouse, la pregunta de en qué momento su vida decayó hacia su trágico final ha sido formulada incontables veces. Desde muy joven, la cantante sufrió de depresión y bulimia, un trastorno alimenticio que la acompañaría por muchos años. Al llegar a la fama, el abuso de sustancias iría ganando terreno.
Con el lanzamiento de su primer disco, ‘Frank’, la artista empezó a destacar tanto por su voz como por las letras auténticas de sus canciones. Ya desde entonces no estaba exenta de la polémica. Su tormentoso matrimonio con Blake Fielder-Civil, a su vez, llamó bastante la atención. Eran una pareja llena de demonios, con una toxicidad que los hacía romper y reconciliarse en una vorágine de adicción a las drogas y alcohol, mucho alcohol.
Incluso, el círculo cercano de la cantante llegó a afirmar que fue Blake quien la indujo a las drogas. Sin embargo, luego de que este cayera en prisión por dos años, Amy recogió su experiencia amorosa para componer ‘Back to Black’, el desgarrador álbum que significaría su consagración musical.
Los últimos días de Amy Winehouse entre alcohol, drogas y soledad
Este disco no solo contó con la nostálgica voz de Amy ni con su intensa lírica, sino también con la producción de Mark Ronson, quien le dio el aire ‘soul’ a las canciones, toque final para posicionarlo en el número 1 de todos los ránkings musicales. En total, el álbum vendió más de 20 millones de copias en todo el mundo.
‘Back to Black’ obtuvo las nominaciones más importantes de los Grammys: mejor álbum, mejor canción, mejor productor, entre otras. La noche de la ceremonia, el disco ganó cinco trofeos, y Amy Winehouse estuvo presente vía satélite, desde Londres, pues se hallaba en un período de desintoxicación. Aquel día desbancó a figuras de la talla de Beyoncé y Rihanna. Pese a ello, le diría a una de sus asistentes: “Esto es muy aburrido sin drogas”.
En el documental ‘Amy’, de Asif Kapadia, aparece otro personaje como crucial en la vida de la cantante: Mitch Winehouse, su padre. Ausente durante años y negador de sus problemas de adicción, buscó protagonismo tras el estrellato de su hija. Asimismo, la prensa sensacionalista jugó un rol presente en la decadencia de la cantante: en cada pelea, colapso físico y exceso, decenas de paparazzis la seguían para registrar minuto a minuto su caída en el hoyo.
Luego del éxito de ‘Back to Black’, su carrera se paralizó. Tenía 23 años, pero poco a poco los conciertos evidenciaron su desgaste físico por el abuso de sustancias. Amy Winehouse pasó de tener el dominio total de los escenarios a deambular con la mirada ausente y las letras a medias, mientras el público pasaba de la ovación inicial a los abucheos. Su último recital, ocurrido en Belgrado el 18 de junio de 2011, es prueba de ello. Solo le quedaba un mes de vida.
Amy Winehouse pasó sus días de manera similar a los cuatro años anteriores. Los tratamientos de rehabilitación habían dejado de funcionar. La cantante podía dejar las drogas, pero no el alcohol. Las productoras ya no confiaban en ella, por lo que no pudo grabar un nuevo disco. Tras el fracaso de su concierto en Belgrado, su gira fue suspendida. El refugio en la bebida parecía un mal menor frente a las drogas duras, y por ello su recaída final pasó desapercibida.
La última noche de su vida, como tantas otras, la pasó en soledad: su nuevo novio la había dejado, Blake continuaba en prisión, sus amigas se habían distanciado de ella y sus padres vivían en negación. Cuando su guardaespaldas encontró su cadáver la tarde siguiente, este contenía altísimas dosis de alcohol: 4,16 gramos por litro de sangre, más de lo necesario para causar un coma etílico. No hallaron ninguna otra droga en el cuerpo. Pese a su trágico final, nadie se mostró demasiado sorprendido.