Chuck Norris, el actor estadounidense que encarnó a personajes aguerridos e invencibles de Hollywood, enfoca su vida en luchar contra un enemigo que lo coloca en una difícil situación: la enfermedad de su esposa Gena O´Kelly.
Con 79 años, Chuck Norris deja de lado su carrera actoral para dedicarse al cuidado de su esposa, 23 años menor que él, Gena O’Kelly, quien es madre de dos de los cinco hijos del actor.
Desde hace seis años, Gena O’Kelly padece de los dolores provocados por la artritis y los efectos de una mala praxis durante una resonancia magnética.
Según denunció el actor de Hollywood, antes del examen, a su pareja le aplicaron una inyección de gadolinium, un contrastante metálico muy tóxico que le dañó los sistemas nervioso y renal. “Siente el cuerpo ardiendo y debe estar en reposo varios meses”, indicó Chuck Norris.
Chuck Norris y su esposa Gena O'Kelly están casados desde 1998. Foto: Instagram
Por ello, el también exmilitar, inició una batalla legal por diez millones de dólares contra los fabricantes de gadolinium, lo que le ha costado una gran cantidad de dinero. En total, son cerca de dos millones de dólares los que ha gastado en tratamientos para su esposa.
“Dejo todo. De ahora en adelante no haré más que mantener viva a Gena. Quiero que siga en el mundo, junto a mí y a nuestros hijos. Mi amor por ella es más fuerte que mi carrera, el dinero, cualquier otra cosa. Está enferma, sufre, y yo seré su custodio y su consuelo”, señaló Chuck Norris a medios internacionales.
Chuck Norris y su esposa Gena O'Kelly son una de las parejas más queridas de Hollywood. Foto: Instagram
Desde hace dos años en un rancho de Texas, Estados Unidos, Chuck Norris convive con los dolores de la enfermedad de su pareja, el fantasma de la muerte que los acecha, las mejoras y recaídas. Atrás quedó el invencible de Hollywood, cuya debilidad es el amor que siente por Gena.
“Hace dos años, al volver de un espectáculo de artes marciales en Las Vegas, mi corazón se paró dos veces. ¡Dos infartos! Los médicos me dijeron que el noventa por ciento de los hombres con el mismo cuadro habrían muerto. Tal vez fue una señal del cielo: no debía morir, porque Gena me necesitaba”, indicó.