
Las predicciones eran unánimes y casi apocalípticas: con un salto de casi 12 puntos porcentuales en los aranceles a las importaciones, Estados Unidos se enfrentaría a una nueva ola inflacionaria. Las alarmas se encendieron apenas semanas después de que Donald Trump arrancara su segundo mandato y anunciara el regreso —y la expansión— de su cruzada arancelaria. Sin embargo, a mitad de 2025, esa inflación no ha llegado.
Según la Oficina de Estadísticas Laborales, los precios al consumidor aumentaron solo 2,4% anual en mayo, ligeramente por encima del 2,3% de abril, que había sido la cifra más baja desde 2021. Si se considera el índice de Gastos de Consumo Personal, seguido de cerca por la Reserva Federal, la inflación subyacente (sin alimentos ni combustibles) fue incluso menor: 2,5%, su nivel más bajo desde marzo de 2021.
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Este desempeño va a contracorriente de los pronósticos de bancos como Goldman Sachs, que vaticinaban una inflación de 3,7% para inicios de 2026, o de JPMorgan, que anticipaba una duplicación de la inflación subyacente para fin de año. Incluso el consumidor promedio esperaba aumentos: una encuesta de la Universidad de Michigan en mayo arrojó una expectativa de inflación del 6,6% para este año. En junio, esa previsión bajó al 5,1%.
La tasa efectiva de aranceles en Estados Unidos es hoy de 14,1%, frente al 2,3% del año anterior. Es, sin duda, una de las subidas más abruptas en la historia comercial reciente del país. No obstante, los precios minoristas se han mantenido notablemente estables. ¿Por qué?
Según el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, la respuesta está en el tiempo que toma el ajuste en la cadena de suministro. “Los bienes que se venden en los comercios hoy pueden haber sido importados hace varios meses, antes de que se impusieran los aranceles”, explicó.
Un análisis del Telsey Advisory Group, que monitorea precios de 80 productos, encontró que apenas 19 subieron desde abril y 16 bajaron. Wirecutter, del New York Times, detectó que en 40 artículos monitoreados, solo 10 subieron —la mitad de ellos menos del 7%—.
Incluso en sectores sensibles como el automotor, los precios han caído. Los autos nuevos bajaron 0,2% en mayo, y su incremento frente al período pre-aranceles apenas llega al 2,5%.
Con estos datos en la mano, los funcionarios del gobierno no han dudado en declararse vencedores. Peter Navarro, asesor comercial de la Casa Blanca, dijo a CNN: “Todos han sido desacreditados”. Reivindica que, al igual que en el primer mandato, los aranceles no han desencadenado ni recesión ni inflación, sino estabilidad y aumento de salarios.
Sin embargo, las cifras ocultan matices importantes. En este segundo mandato, Trump ya impuso aranceles de al menos 10% a US$ 2,3 billones en bienes importados, lo que representa el 71% de todas las importaciones estadounidenses, según la Tax Foundation. En su primer mandato, los aranceles alcanzaron apenas US$380.000 millones.
Además, la pandemia desdibujó la capacidad de los economistas para cuantificar el impacto real de los primeros aranceles. La International Trade Commission reportó que los gravámenes al acero en 2018 sí elevaron costos y redujeron producción en industrias clave.
“No se han registrado aumentos significativos de precios hasta ahora”, afirma Dana Telsey, de Telsey Advisory Group, “porque muchos minoristas todavía están vendiendo su inventario de menor costo”. Pero eso está por cambiar. El inventario nuevo, importado con aranceles altos, comenzará a ingresar al mercado a partir de agosto.
Las cadenas como Walmart, Target o Home Depot ya anunciaron que algunos precios subirán. Si bien tratarán de mantener estables la mayoría de sus productos, el margen de maniobra es limitado.
“No se debe arriesgar el daño a la reputación de la marca”, advirtió Sid Malladi, CEO de Nuvo, quien prevé que muchos comercios sacrifiquen sus márgenes unos meses antes de subir precios o incluso reducir personal.
Powell coincide en que el punto de inflexión podría darse este verano boreal, cuando los inventarios anteriores se agoten. “Muchas empresas esperan transferir todo o parte del efecto de los aranceles al consumidor”, sostuvo.
Las pymes —que no tienen el músculo financiero de las grandes cadenas— ya acusan el golpe. Algunas reportan que están reduciendo su oferta de productos o subiendo precios por no poder reemplazar importaciones baratas por alternativas nacionales.
“El escenario no es uniforme”, advierte Telsey. “Los aumentos no serán generalizados, pero sí selectivos: empezarán por ciertos bienes y se acentuarán hacia fin de año”.
El Institute for Supply Management ya advirtió que en abril los precios pagados por las empresas subieron al ritmo más alto desde noviembre de 2022. Además, los inventarios comerciales se contrajeron, otra señal de que los precios están por despegar.
Joseph Lavorgna, asesor del Tesoro y ex economista jefe de SMBC Nikko, se siente reivindicado: “Los aranceles simplemente no han aparecido en ninguno de los datos”. Sin embargo, admite que el impacto inflacionario podría surgir más adelante.
Stephanie Roth, de Wolfe Research, es más tajante: “Es una cuestión de cuándo ocurrirá, no de si sucederá”. En otras palabras, el modelo no falló. Solo se está tomando su tiempo.
Con información de CNN

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