
El panorama económico mundial atraviesa una etapa de alta incertidumbre debido a factores externos que impactan tanto a las grandes potencias como a los mercados emergentes. Entre ellos, destacan las políticas arancelarias y migratorias de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, cuyos efectos podrían generar inflación y aumentar el riesgo de una recesión sistémica.
Esta situación se ve agravada por la falta de una gestión pública coherente en su gobierno, ya que no se observan políticas económicas, fiscales o monetarias claramente estructuradas, lo que profundiza la incertidumbre global.
Para América Latina, esto representa un doble desafío: por un lado, aprovechar las oportunidades de exportación derivadas de la volatilidad del dólar y, por otro, mitigar el impacto del encarecimiento de las importaciones, que podría afectar la estabilidad de los mercados internos.
En el caso peruano, si bien la solidez del sistema financiero ofrece cierta estabilidad, los riesgos fiscales podrían traducirse en efectos adversos sobre el ciudadano de a pie.
“No estamos acostumbrados a lo que sucede ahorita. La falta de datos y señales nos golpea mucho a los economistas, dificultando la planificación de estrategias tanto a corto como a largo plazo”, señaló el economista Eduardo Recoba a La República.
A nivel regional, Recoba distingue entre economías dolarizadas y no dolarizadas. Panamá, por ejemplo, al depender directamente del dólar, sufrirá un impacto doble: por un lado, sus exportaciones podrían fortalecerse ante un dólar más débil, pero por otro, sus importaciones se encarecerán, generando inflación. En cambio, países como Perú, Chile, Colombia, Brasil y México enfrentarán un efecto mixto.
Si bien la competitividad de sus exportaciones podría mejorar momentáneamente, las importaciones sufrirán un alza en costos, lo que impactará directamente en los precios internos y provocará inflación.
Otro factor que amplifica la volatilidad en países como Perú, Colombia y México es la economía informal y los flujos de dólares provenientes de actividades como la minería ilegal, la tala y el narcotráfico.
“Esto va a golpear aún más al dólar y su efecto será prolongado, probablemente entre seis y ocho meses”, advirtió Recoba.
Para el caso peruano, el economista destaca que el país cuenta con una base monetaria y bancaria sólida, lo que mitiga los riesgos inmediatos.
“Nuestro manejo monetario no se ha visto infectado por el mal manejo fiscal ni político. El Banco Central de Reserva sigue operando con institucionalidad seria y contamos con un nivel de reservas que nos mantiene competitivos”, explicó Eduardo Recoba.
Sin embargo, señala que el principal peligro reside en la gestión fiscal. Si las exportaciones no logran mantenerse en niveles óptimos y el Congreso persiste en extender exoneraciones tributarias sin un respaldo financiero adecuado, el déficit fiscal podría afectar servicios clave como salud, educación e infraestructura.
En cuanto al impacto en la economía familiar, Recoba recomienda evitar gastos innecesarios y endeudamientos en dólares sin una estrategia clara.
“Puede que hoy el dólar esté barato, pero en algún momento va a rebotar”, alertó.

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