Cargando...
Economía

8 de cada 10 jóvenes peruanos trabaja sin beneficios sociales

Radiografía del empleo. La informalidad, precarización y el desempleo afectan más a los ciudadanos de 14 a 24 años, según el INEI. Mientras que solo en Lima metropolitana, aproximadamente el 50% trabaja para subsistir pese a las condiciones poco óptimas. Especialistas cuestionan inacción en las políticas públicas para fomentar los talentos y preparar a los 300.000 jóvenes que anualmente ingresan al mercado laboral.

larepublica.pe
comercio informal

Al cierre del primer semestre de este año, poco más de 17 millones 200.000 peruanos tiene un empleo, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). La economía nacional se sostiene con un universo de masa laboral ínfimamente superior al año previo a la pandemia, mas dicha estabilidad esconde una cruda realidad: los jóvenes son los más afectados por el empleo precarizado (subempleo), informalidad y desempleo.

Vamos por partes. La tasa de subempleo en los trabajadores de 14 a 24 años —entiéndase por aquellos que trabajan menos horas a la semana y/o perciben menos de la mitad de la canasta básica, aproximadamente menos de S/800— es del 58,1%; mientras que en los grupos etarios de 25 a 44 y 45 a más, la tasa es de 37,7% y 49,3%. Es decir, de cada 10 jóvenes casi 6 trabaja en condiciones no óptimas.

No se sienten valorados ni integrados

El 71,1% de los trabajadores en nuestro país es informal, según el INEI. Si bien la tasa ha retrocedido -1,6% frente junio de 2023, no hay muchas expectativas para realmente atacar la ilegalidad —sostiene el exviceministro de Promoción del Empleo, Fernando Cuadros Luque—.

Una condición necesaria es el crecimiento económico, pero con estas tasas (se espera 3,1% para este 2024 tras la recesión) no se creará el suficiente empleo asalariado”, comentó para La República.

La tasa de informalidad en los jóvenes de 14 a 24 años que trabajan es del 85,3% (8 de cada 10 jóvenes), lejos de las ratios de 67,0% y 70,9% en la población de 25 a 44 años y de 45 a más (ver tablas).

Un reciente informe de Arcos Dorados, el franquiciado independiente de McDonald’s, revela que casi el 50% de los trabajadores en Lima Metropolitana, de entre 18 y 25 años, está en la informalidad, no tienen ningún beneficio social y acepta el subempleo para no quedarse en el aire (ver infografía).

El 30,7% de los jóvenes capitalinos considera que no tiene un empleo formal porque no tienen la experiencia que exigen las empresas; el 22% por los sueldos bajos y el 21,9%, por la poca oferta.

“Los mercados dan oportunidades, pero el problema es que la falta de preparación de muchas personas –que comenzaron con emprendimientos o saltaron de un empleo a otro– no los favorece para aprovechar esas oportunidades, sea por la poca experiencia o por falta de conocimientos”, mencionó Carlos Vivar, especialista en Capital Humano, en el estudio de Arcos Dorados elaborado por el PhD. Oswaldo Molina, profesor e investigador de la Universidad del Pacífico.

Cifras del INEI revelan que el ingreso promedio de los trabajadores en el Perú es de S/1.716 mensuales, mas nuevamente los jóvenes son los más relegados en esta escala, con apenas S/1.133. Los otros grupos etarios restantes perciben una media de S/1.862 y S/1.706.

En tanto, el desempleo en el talento joven es de 11,6%; por encima del 5,7% para los adultos de 25 a 44 años y del 3,7% para aquellos mayores de 44 años.

¿Cómo mejorar la empleabilidad juvenil?

Vale añadir que anualmente unos 300.000 jóvenes se insertan al mercado laboral y para poder absorberlos se requiere una tasa mínima anual del 5% en el PBI, ha explicado en más de una ocasión para esta casa periodística el docente Centrum PUCP Kurt Burneo.

Muy aparte de la precariedad laboral, un millón y medio de jóvenes no estudian ni trabajan —los popularmente llamados ninis—, recuerda Hellen Tipian, líder de zona andina de Fundación Forge.

No es que ellos elijan estar en dicha condición —argumenta Tipian para La República— sino que carecen de recursos y ello limita su capacidad de desarrollo. Aquí, las más afectadas son las mujeres al ser responsables de las labores de cuidado y tareas domésticas. Tipian recomienda fortalecer las herramientas de sus competencias a favor de sus proyectos de vida para estos grupos vulnerables.

“Sobre todo en sus habilidades blandas para un mejor desenvolvimiento en el escenario social, es vital seguir fortaleciendo la calidad educativa que les estamos ofreciendo, ahora tenemos muchos institutos y universidades privados y públicos que no están cumpliendo con los estándares de calidad que exige el mercado, el Estado tiene que seguir siendo garante de este derecho universal”, añadió.

Cuadros Luque coincide con esta lectura y recalca que el Congreso ha agravado el problema con las contrarreformas educativas gestadas y el Ejecutivo al solo apostar por subsidiar la contratación temporal en vez de fomentar la estabilidad laboral.

Falla estructural

De los más de 17 millones de ocupados, 8,2 millones está en condición de subempleo mientras que los casi 9 de millones restantes, tienen uno adecuado y, en teoría, se respetan sus derechos laborales.

Cuadros Luque advierte que incluso cuando la economía ascendió notoriamente hasta un techo del 9,1% a inicios de los 2000, no se apostó por la diversificación productiva para catapultar a sectores con potencial de generación de empleo: textil y confecciones, turismo y la industria metalmecánica.

“Tenemos ventajas competitivas como país y mucha demanda de mano de obra pero a sectores como textil y confecciones no se les apoya. Se permite el acceso de productos chinos con bajos aranceles y fomenta la competencia desleal. O en el turismo, se carece de infraestructura y apoyo financiero pese a la gran oferta”, resumió.

Para entender la dimensión del problema, Cuadros Luque concluye: de los casi 18 millones que integran la PEA Ocupada, el 50% es asalariado, sea formal o informal. En buen cristiano, trabaja para una empresa. El otro 50% es independiente o autónomo. Y, dentro del 50% que depende de un empleador, la mitad apenas está en planilla y se le reconocen los beneficios sociales: aproximadamente 4 millones.

En las economías de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico–OCDE, bloque al que Perú busca ingresar, el 90% de la PEA ocupada son asalariados y apenas el 10% independientes, y no están acarreados por la precariedad.

Pesimismo laboral en la juventud peruana

● El reciente informe de Arcos Dorados detalla que 3 de cada 10 jóvenes considera no tener posibilidades de conseguir un trabajo: 9,6% manifestó su voluntad de irse del país para buscar empleo y 2 de cada 10 de los encuestados considera que la sociedad desconfía de sus capacidades y talentos.
● Por otro lado, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha revelado que la tasa de desempleo juvenil en América Latina es de 13,4%, en cierta medida, una tendencia a la baja, ya que es 4,5% menor desde 2019. Para 2025 prevén que retroceda a 13,2%. Mientras que la de los ninis retrocedió de 21,3% en 2019 a 19,6% en 2023.

El dato: Forge Perú facilita la inserción laboral de los y las jóvenes en situación de vulnerabilidad entre 18 a 24 años de manera gratuita y online. Si estás interesado ingresa a @FUNDACIONFORGEPERU o escribe al 953 022 127.

Jóvenes carne de cañón, por Javier Mujica Petit, especialista de Perú Equidad

El modelo funciona, pero no para todos. Según la Superintendencia Nacional de Migraciones, los peruanos que se han ido del país y no volvieron suman más de 3 millones y medio de personas. Y la velocidad con que se van se acelera, no aminora. El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) dijo que, solo en los primeros seis meses de 2023, 415.393 peruanos en edad productiva emigraron en procura de mejores condiciones laborales. De ellos, casi la mitad (47,2%) tenía entre 20 y 39 años.

Esos jóvenes son las primeras víctimas del modelo. Y la cosa no va para mejor sino para peor: según el INEI la tasa de desempleo juvenil aumentó del 13,8% en 2023 al 14,3% en 2024, afectando a los peruanos menores de 25 años. Muchachos que el 2023 ya habían perdido 198.400 puestos de trabajo. Jóvenes que, según el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, en una proporción de siete sobre diez, tienen problemas para acceder a puestos de trabajo acordes a su educación. Y que, además, como se sabe, son la carne de cañón en la que se ceba el empleo temporal y precario que es la seña distintiva del modelo. Excluidos de la posibilidad de integrarse a un sindicato y mejorar sus condiciones laborales por medio de una negociación colectiva que en el Perú casi ya no existe.

Sin salidas, si no se van, muchos de ellos sobrevivirán en la informalidad o en las economías ilegales. Pero una economía de emigrados y sobrevivientes no es el destino que ellos se merecen. Definitivamente no.