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Economía

El desempleo y la precariedad laboral tienen rostro de mujer

Brechas. De cada 10 desocupados, 6 son féminas. Además, la mitad tiene jornadas recortadas y gana por debajo del promedio, sumado a que el 73% es informal. Roles de género son limitantes y la educación es la clave para la equidad, según trabajadoras.

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El desempleo y la precariedad laboral tienen rostro de mujer. Foto: difusión

Los datos económicos son uno de los tantos puentes para entender las brechas de género en el Perú. Del saque, no solo hay una menor participación de las mujeres en la población ocupada, sino que, además, son las más inmersas en el subempleo. El 55% de la mano de obra femenina no trabaja la jornada semanal completa y/o percibe menos que el promedio (subempleo); es decir, 5 de cada 10 trabajadoras. Por el lado de los varones, la tasa de subempleados es de 37,8% (ver gráficos). En la otra cara de la moneda, el 57% de los hombres tiene un empleo adecuado —con todas las de la ley—; entre las mujeres, apenas el 37,8% lo posee.

Machismo: la tara sociocultural

Natalia Manso, profesora de la Escuela de Postgrado de la UP, asegura que son varios los factores detrás de la desigualdad. Un punto de partida es la formación cultural y su relación con los indicadores de violencia de género, que le cuesta al país 3,7% del PBI.

“¿Cómo una mujer va a salir de una situación de violencia si no tiene independencia económica? Es complicado. Entonces, van de la mano. El empoderamiento económico femenino está muy vinculado a luchar contra la violencia”, explica.

Para Manso, otro mal es el machismo normalizado en los procesos de selección. Recuerda que es ilegal que le pregunten a una mujer, al postular a un empleo, si tiene hijos o si planea tenerlos.

Si en este punto te cuestionas “pero si las mujeres ganan menos, ¿por qué las empresas no contratan más mujeres?”, Manso señala que los sectores que concentran más mujeres son los que dan salarios más pequeños; y en los rubros más jugosos, como la minería, apenas logran una representación del 10% de mano de obra. En construcción, la tasa es de 0,8%.

Detrás de las brechas

Según el INEI, el ingreso promedio de las mujeres es de S/1.405 al mes, y el de los varones, S/1.873. La brecha de género en los ingresos es de S/468,4. En el grupo etario de 14 a 24 años, las peruanas registran una media de S/999,6, mientras que los hombres reciben S/1.240.

En lo que respecta a empleo informal, el 73% de las mujeres se desempeña en actividades que no están sujetas a la ley, y no acceden a protección social ni a los beneficios de un vínculo laboral regulado; mientras que los varones son los menos afectados, con una tasa de 69,3%. En el desempleo, la tasa es mayor para las peruanas (6,4%), frente al 4,2% de los hombres. Léase, 6 de cada 10 mujeres no tiene empleo, frente a 4 de cada 10 varones.

No a los roles de género…

Yoselyn Granados, natural de Huamarín (Huaraz, Áncash), comenzó su vida laboral en la capital como cobradora de pasajes en micros y combis. Su familiarización con el rubro automotor y buenas notas le facilitaron el acceso a una beca en el instituto Eliazar Guzmán Barón. Tras culminar su formación profesional, postuló a Komatsu-Mitsui Maquinarias Perú y ahora es una de las integrantes de la primera delegación femenina que arma camiones mineros para Antamina.

“El que no arriesga no gana. La vida es una y no tenemos otra oportunidad para hacer lo que nos apasiona. No me molesto con los que dudan de mi capacidad, les demuestro con mi trabajo que yo también puedo”, comenta Granados, quien agradeció a su madre, Basilia Silvestre Huamán, y a su hermana mayor Edita Lucila por apoyarla desde su llegada a este mundo.

Maria Julia Aybar, country manager de Hunt Oil, miembro del Consorcio Camisea, desde su juventud se interesó en el sector de hidrocarburos cuando practicaba en un estudio como abogada. Su aplicada naturaleza de aprendizaje la llevó a adentrarse en el rubro. Hoy por hoy, es reconocida como una de las lideresas más relevantes del gas natural en América Latina.

Aybar —quien preside también el Comité Sectorial de Hidrocarburos de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía— cree que las brechas de género nacen en los hogares con la asignación de roles, cuando en la práctica, una mujer puede ser lo que desee ser. “Mientras eduquemos a los niños y niñas con ese mensaje, en las próximas generaciones habrá un ambiente natural más equitativo”, comentó.

… Y más oportunidades

Ana María Farfán, fiscal de la Organización de Mujeres de Paruro (Paruro, Cusco), en representación de las más de 900 mujeres que en la provincia imperial se dedican a la agricultura, en su mayoría, cuestiona que los programas de financiamiento —la mayoría, vía Agrorural— pidan a las interesadas presentar título de propiedad a sabiendas de que la mayoría de los terrenos son comunales. En otros casos, a las madres solteras —como ella— les exigen un aval masculino para poder financiarse.

Recordemos que, en datos oficiales, solo 3 de cada 10 son propietarias de sus tierras. Desde el Midagri añaden que una mujer conduce en promedio 1,8 hectáreas, frente a las 3,0 hectáreas de los varones. Solo un 22% pertenece a una organización y tienen una ratio de 4,7 cabezas de ganado vacuno.

“Yo pude recibir S/4.000, pero otras compañeras no. Ante la necesidad tras la pandemia y sequías, tuvimos que emprender. Yo comencé a vender mi choclo sancochado con queso en los mercados. Ahora trabajo con maíz, papa y trigo en mi hectárea”, comenta Farfán, quien logró, pese a ser el único sostén de su hogar al no contar con el respaldo del padre de sus hijas, darles educación y verlas ahora convertidas en profesionales. 

No olvidar a las mujeres del agro

Enfoque. Yeni Vásquez, investigadora de Grade

Ya son alrededor de cuatro años de continuas crisis que se viven en el sector agropecuario. Primero, la Covid-19; luego, la falta de fertilizantes; y luego, la climática. Recordemos que, en el sector, el 33% son productoras agropecuarias. Además, la agricultura familiar es más del 97% de unidades agropecuarias, y ahí las mujeres llegan al 34%, según la Encuesta Nacional Agraria (ENA).

Entonces, es un gran porcentaje de mujeres que se ven afectadas por las crisis acumulativas. Ni siquiera de cada 100, dos mujeres productoras tienen acceso a capacitación y asistencia técnica. Estas variables son claves para tener mejores índices de productividad y mercados. ¿Hay una falla estructural? De hecho, se ha hecho muy poco. Hay algunas iniciativas como en 2021, al crearse la pequeña dirección para la mujer productora agraria o la del empoderamiento de la mujer rural e indígena, a la cual se le ha acortado el presupuesto y dependerá del mismo Midagri. Dependerá mucho de la voluntad política.

Otro factor es el machismo que no ha permitido que ellas se involucren más en actividades de liderazgo y participación comunal. Hay pocas mujeres en las organizaciones, sea la más pequeña o más grande.

Ante la descapitalización, las brechas para acceder a financiamiento son más pronunciadas para las mujeres. Te piden un título, ¿y a nombre de quiénes están la mayoría? De los varones, sea del esposo, papá o el hijo mayor. Con estas crisis, cada vez se tiene menos para volver a sembrar.

Reacciones

Ana María Farfán, Fiscal de la Org. de Mujeres Rurales de Paruro

“Congregamos a más de 900 mujeres en Cusco. El 90% trabaja en el agro. Carecemos de acceso al crédito. Somos viudas o madres solteras, pero nos piden títulos o a un responsable hombre”.

María Julia Aybar, Country manager de Hunt Oil

“En toda mi experiencia (en hidrocarburos) he visto pocas mujeres. Esforzarme y capacitarme es lo que me ha permitido mantenerme en el sector independientemente de mi género”.

40% de las mujeres del agro sin paga

Los peruanos sin ingresos propios son aquellos que se desempeñan en actividades no remuneradas. Manso anota que, hace una década, la tasa en el área urbana era de 27,5% de mujeres sin ingresos y la de varones, apenas 11,4%. En el sector rural, 40,8% de las mujeres, a 2022, no tienen ingresos propios, frente a 13,8% de los hombres. “Trabajan de sol a sol afuera y dentro de la casa. Las mujeres en el agro madrugan mucho”, acota.

A juicio suyo, mientras no haya un reparto más equitativo de los miles de horas que se dedican las familias a sacar a sus hogares adelante, será difícil que la mujer compita en igualdad de condiciones por esta sobrecarga de horas, carga no tan pesada para el grueso del talento masculino.

¿Debería remunerarse el trabajo doméstico?

Por: Sadith sarmiento, coordinadora de proyectos en Fundación Forge Perú

Considero que sí debería apostarse por la remuneración del trabajo doméstico y de cuidado, pues les genera un valor agregado, y la posibilidad generar ingresos; asimismo, en el país, tenemos la Ley N°30550 publicada en el 2017, donde se señala que el padre o la madre que ejerce la tenencia de los hijos aporta a la pensión de alimentos con las labores que realiza en casa, esto es un avance en el reconocimiento de las horas que dedican las mujeres en el cuidado de los hijos, pero también visibilizarían que dicho cuidado limita a las mujeres en su desarrollo laboral y profesional, incluso su reincorporación, le genera nuevos desafíos por los avances producidos en el mercado laboral.

Recordemos que el 41% de mujeres en el Perú deja de trabajar luego del primer hijo, y este porcentaje se mantiene incluso luego de 10 años; mientras que un hombre no ve alterada su estabilidad en el trabajo.

Frente a esta situación, es importante buscar políticas públicas que determinen el involucramiento de ambos padres en el cuidado y atención de los hijos, diseñar programas que considere el bienestar y una nueva forma de organizar socialmente los cuidados con la finalidad de asistir y apoyar a las personas que lo requieran, así como reconocer, reducir, y retribuir el trabajo de cuidado desde una perspectiva de derechos humanos, de género, interseccional e intercultural.