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Economía

Huánuco y Tingo María: destinos de aventura entre cataratas y miradores

Oferta turística. Entre los numerosos atractivos que ofrecen estas ciudades, se destacan la Cueva de las Lechuzas, las cataratas de Honolulo y la hacienda Cachigaga, así como la montaña de la Bella Durmiente. Estos lugares brindan la oportunidad de disfrutar de la naturaleza en un recorrido de al menos tres días, aprovechando el excelente clima a orillas del río Huallaga.

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Tingo María y Huánuco cuentan con diversas atracciones turísticas. Foto: Hernán Torres/La República

En el avión que me llevaba a Huánuco, suspiré al darme cuenta de que mi equipaje, en su mayoría, era ropa de verano. Llevaba varios pantalones cortos, bividis y una sola camisa de manga larga que podría servirme como chompa, traje casual o de gala si alguna ocasión lo ameritaba.

Sin embargo, tras cuarenta minutos de viaje desde Lima, arribé al aeropuerto de Huánuco. El sol resplandecía, pero la temperatura era primaveral, templada, perfecta. No en vano se afirma que esta ciudad tiene el mejor clima del mundo. La ropa dejó de ser una preocupación y comenzó el disfrute.

Llegué al mediodía. El trayecto del aeropuerto al centro de la ciudad demoró alrededor de 30 minutos. Mi itinerario para los próximos tres días estaba repleto. En una región con más de cien sitios turísticos por conocer, cada segundo cuenta.

Me coloqué bloqueador solar y repelente para los mosquitos. Dejé mi equipaje en un hotel y almorcé cuy frito con tacacho en un restaurante a orillas del río Huallaga, luego me encaminé hacia mi primer destino: la hacienda Cachigaga.

La hacienda Cachigaga está ubicada a un poco más de treinta minutos del centro de Huánuco yendo en carro. Su nombre tiene origen en dos voces quechuas: “cachi”, que en español significa “sal”, y “gaga”, cuya traducción es “cerro”. Ambas hacen referencia a la denominación “cerro de sal”, ya que toda la superficie del cerro aledaño a estas tierras es de salitre.

La propiedad se extiende por treinta hectáreas, dieciséis de las cuales son de caña de azúcar y cinco de café. También incluye un espacio para el cultivo de maíz y el área para la crianza de los caballos de paso.

En la puerta de ingreso al centro de producción de Cachigaga, una rueda hidráulica del tamaño de una casa gira impulsada por un chorro de agua y hace funcionar el trapiche. En este aparato, tres rodillos surcados prensan la caña de azúcar, cuyo jugo después se utiliza para diversos productos. Entre estos derivados destacan el aguardiente, conocido localmente como shacta, la chancaca, la panela orgánica, el néctar y la miel de caña.

Rueda Hidráulica en la Hacienda Cachigaga. Foto: Hernán Torres /La República

En este lugar, los visitantes conocen el paso a paso en la elaboración de cada uno de los productos. Un guía profesional explica cada parte del proceso durante el recorrido. “La hacienda cuenta con una tienda física donde se venden los productos, pero también se hacen ventas al por mayor y se pueden hacer envíos a todas partes del Perú”, comentó Rocío Albornoz, supervisora de producción de Cachigaga.

La visita a la hacienda culminó con la preparación de algunos tragos elaborados a base de shacta. En esta oportunidad, Rocío preparó una bebida conocida como “shiraco”, la cual lleva este nombre en homenaje a uno de los trabajadores de Cachigaga que falleció recientemente. Es suave y dulce, con sabor a frutas de la región.

En busca del Chullachaqui

El segundo día en Huánuco comenzó a las 6:30 a.m. Era una mañana espléndida. Mi próximo destino agendado era Tingo María. La distancia que separa estas dos provincias es de 120 kilómetros que se recorren en cerca de 3 horas. Los paisajes de la primera mitad del camino son característicos de la sierra, y la otra mitad es selva.

A poco más de una hora de Huánuco, una parada obligatoria es el mirador de Carpish. En este punto, hay un restaurante donde los turistas aprovechan para desayunar platos típicos y disfrutar de la vista. También se toman fotografías en las manos gigantes y columpios que se elevan como monumentos en la montaña.

Cuando llegué a Tingo María, agradecí a mi intuición por haber colocado ropa de verano en mi maleta. La temperatura rondaba los 30 °C. Era más necesario que nunca visitar las cataratas de Honolulo.

Desde la plaza de Tingo María hasta la comunidad de Honolulo se llega en casi media hora en movilidad. Luego se recorre a pie cerca de 20 minutos hasta llegar a las cascadas del mismo nombre. El camino está cubierto de vegetación, lo que hace muy llevadero el recorrido.

Tarifa. El valor de ingreso a las cataratas de Honolulo es de S/5 y están exonerados los menores de 9 y los mayores de 65 años. Foto: Hernán Torres/La República

La catarata, que recibe alrededor de 300 personas los días festivos y fines de semana, está conformada por 5 cascadas, siendo la última la más elevada con aproximadamente 70 metros de altura. La leyenda local cuenta que en las noches de luna llena, el Chuchallaqui se baña en el estanque más alto de esta caída de agua. En el primer nivel también hay una piscina natural.

Ese día también visité la cafetería Puro Aroma, un emprendimiento que elabora diversos tipos de bebidas combinando el café con jugo de frutas y helados. Probé una de sus especialidades, el batifresh, preparado con jugo de fresas, helado de vainilla y café.

En Tingo María, este tipo de establecimientos son abundantes, y el café ha emergido como un innovador ingrediente local que se encuentra en una gran variedad de platos.

Atractivo. Turistas se fotografían en el mirador de Carpish. Foto: Hernán Torres/La República

Una ciudad, mil aventuras

La ciudad de Tingo María surgió por una historia de emprendimiento y debe su nombre al vocablo quechua “tincco”, que significa “unión”, en alusión al encuentro de los ríos Huallaga y Monzón en este punto, y a María, el nombre de una mujer que estableció una pensión en este lugar para atender a los viajeros que iban desde San Martín a la costa y sierra del país, explicó el guía turístico, Luis Egúsquiza Huaytán, en el mirador de San Jacinto, el primer destino de mi último día en Tingo María.

Desde este lugar, se observa una porción de la ciudad y la confluencia de los ríos que inspiraron el nombre de Tingo. Aunque brillaba el sol, se sentía una agradable brisa fresca.

A poco más de diez minutos de San Jacinto se localiza el Parque Nacional de Tingo María (PNTM). Este espacio es administrado por el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) y tiene una extensión de 4.777 hectáreas.

Dentro de esta área, existen 656 especies de plantas, 106 especies de orquídeas, 33 de anfibios, 29 de reptiles, 291 de aves, 76 de mamíferos y 320 de mariposas. Entre las aves más representativas se encuentran el guácharo, el gallito de las rocas y la tangara de vientre negro.

El parque, que genera un promedio anual de S/72 millones en ingresos económicos, se divide en tres sectores turísticos: la Cueva de las Lechuzas, Quinceañera y Tres de Mayo.

Caminé menos de un kilómetro para llegar a la Cueva de las Lechuzas. Durante el trayecto, me acompañaron los sonidos de los cientos de chicharras que viven en lo alto de los árboles y los aleteos apresurados de decenas de mariposas.

Refugio. Loros, murciélagos y guácharos conviven en el interior de la Cueva de las Lechuzas. Foto: Hernán Torres/La República

El nombre de esta cueva surgió de una equivocación. Los antiguos pobladores de la zona creían que las aves que habitaban el lugar eran lechuzas; sin embargo, más tarde se descubrió que se trataba de guácharos, una especie nocturna fundamental en la repoblación de la vegetación de la selva.

Las formaciones rocosas en el interior de la cueva son diversas. Algunas de ellas parecen representar el perfil de un hombre, mientras que otras evocan la imagen de Cristo crucificado y la Virgen María. A lo largo de la cueva hay una escalera de madera para facilitar el tránsito de las personas.

En la primera de las tres salas a las que tienen acceso los visitantes, decenas de loros cantan y revolotean en las paredes. Mientras que en las dos siguientes, los guácharos y murciélagos emiten sosegados sonidos en la oscuridad. La visita duró alrededor de treinta minutos.

Los guácharos que habitan en esta cueva han cambiado el estilo de vida de la zona. Por ejemplo, el restaurante La Colpa, que se encuentra a pocos minutos del Parque Nacional de Tingo María, cerca de una fuente de aguas sulfurosas, cierra sus puertas a las 5:30 p.m. debido a que a esta hora estas aves acuden a bañarse.

Aquella última tarde en Tingo María finalicé mi estadía contemplando desde lo alto a la Bella Durmiente, una cadena montañosa que tiene la apariencia de una mujer recostada boca arriba en medio de un sueño imperturbable. A sus pies, la ciudad despedía el día, y yo me despedía de la ciudad. El tiempo es corto y son demasiados los lugares por conocer. Prometí volver, espero sea pronto.

La bella durmiente junto a la ciudad de Tingo María. Foto: Hernán Torres /La República

Diversas ofertas para ir a Huánuco

En Tingo María existen actualmente 25 agencias de turismo reconocidas por la Dircetur Huánuco. Entre las principales se encuentran Turismo en ruedas, Reencuentro, Ecology y Ticco Tours.

Los paquetes por tres días en estas agencias oscilan entre los S/320 y S/400 en promedio e incluyen la movilidad, comida y servicio de guía.

Actualmente, Promperú, a través de su plataforma ¿Y tú qué planes?, tiene 18 ofertas para visitar Huánuco y Tingo María en tours que parten desde los S/250 por persona y duran hasta 3 días y 2 noches.

Cabe precisar que Star Perú y ATSA Airlines son las aerolíneas que operan vuelos directos desde Lima a Huánuco en vuelos diarios. El precio de los pasajes parten desde los US$70.

Las cifras

  • 24 familias se benefician directamente del turismo en el Parque Nacional de Tingo María.
  • 33 es el número de especies de murciélagos registradas en la Cueva de las Lechuzas.
  • S/72 millones genera en ingresos anuales el PNTM.