El nuevo acuerdo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para aplicar una tasa impositiva efectiva mínima global de al menos el 15% a las grandes multinacionales busca, en teoría, obligar a que estas empresas tributen allí donde hacen negocios y no donde les resulte más barato. En la práctica, sin embargo, favorece los intereses de una élite de siete países (G7) que verán mínimamente afectado su esquema de recaudación.
Los US$ 270 millones que la organización prevé rescatar anualmente de la elusión adoptan un cariz distinto si se toma en cuenta que un grupo de menos de diez países, que ocupan más del 85% de la economía mundial, obtendría alrededor del 60% de lo recaudado, mientras el resto, unas 120 naciones emergentes, tendrían que conformarse con el 40% restante.
Actualmente, es fácil para una empresa que ofrece servicios digitales como Facebook o Alphabet (Google) registrar una sede corporativa en una jurisdicción de impuestos bajos como Irlanda y trasladar sus ganancias en el extranjero allí. Lo mismo ocurre con una empresa farmacéutica que registra sus patentes en un país, pero vende medicamentos a nivel mundial.
“Pasa que el tributo no debería ser nunca un instrumento de primer nivel para saber dónde inviertes. Es una evaluación que tienes que tomar, pero no es la mejor. Lo que se está buscando es evitar la competencia fiscal, donde un país saca provecho de otro. Con este mínimo habrá una reacción de países con baja o nula imposición tributaria de adecuarse a un modelo global menos opaco”, advierte Luis Durán, docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
La negociación fue indistinta. Un punto álgido en la negociación fue China (no se esperaba que acepte el acuerdo), que dispone para su industria manufacturera incentivos que fomentan la inversión a través de impuestos corporativos más bajos. Para amainar las aguas y plegarlo, el comité ha propuesto exenciones en este sector al gigante asiático, la India y algunas naciones de Europa del Este. La industria naviera mundial también se ha beneficiado de una exención porque es imposible determinar dónde se ubican las entidades. Pero si no es pensado en todos, no basta.
En este sentido, es poco probable que el acuerdo de la OCDE conduzca a una reducción importante en la transferencia de ganancias en Latinoamérica, una región donde las naciones gozaban de una tasa impositiva corporativa promedio de 26% en 2020 y en la que una tasa mínima global de alrededor del 15% sería, simplemente, demasiado baja. No obstante, cabe precisar que el pacto a firmarse es de “al menos el 15%”, lo que significa que los países podrían introducir unilateralmente una tasa mínima más alta. Esto se replica en África, donde la mayoría de países tiene tasas de impuestos corporativos de entre el 25% y el 35%. Un despropósito.
“Una de las críticas que se hace es que esta es una reforma, fundamentalmente, liderada por las grandes potencias económicas del mundo”, apunta el economista Armando Mendoza.
Según estimaciones de la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalización Corporativa Internacional (Icrict, por sus siglas en inglés), con este impuesto mínimo global a una tasa del 15%, EEUU recibiría cerca de US$ 83.000 millones, mientras que Perú no pasaría de US$ 471 millones. En otras palabras, la nación de Joe Biden se vería inyectada con 176 veces más dinero. La Red Latinoamericana por Justicia Económica y Social señala que países como China, Francia y Brasil (por citar nuestra región) también se verían largamente más favorecidos que los emergentes.
“Ha sido un proceso muy largo y está lejos de haber llegado a una solución satisfactoria. Hubiera sido importante establecer criterios claros sobre dónde se va a tributar y cómo se va a distribuir la tributación. Eso es importante en el actual contexto, donde cada vez las corporaciones logran más ganancias y ventas por el avance de la economía digital”, añade Mendoza.
De momento, la OCDE ha dicho que las reglas deberían establecerse recién el próximo año y aplicarse a partir del 2023.
Solo 9 de las 139 naciones representadas en el “Marco Inclusivo” de la OCDE no firmaron el acuerdo tributario: Barbados, Estonia, Hungría, Irlanda, Kenia, Nigeria, San Vicente y las Granadinas, Sri Lanka y Perú.
No todas las economías del mundo se alivian al mismo ritmo. Precisamente, el PBI promedio del área del G20 (países industrializados y emergentes) recuperó su nivel previo a la pandemia en el primer trimestre del 2021, informó la OCDE.
En el Perú, no existe una estadística confiable sobre los montos de la inversión extranjera directa (IED). Por ejemplo, los US$ 26.800 millones advertidos por Proinversión son eclipsados por los US$ 116.000 millones registrados por el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), casi 4,5 veces de diferencia.
Luis Alberto Durán, docente PUCP
“El tributo no debería ser nunca un instrumento de primer nivel para saber dónde inviertes. Es una evaluación que debes tomar, pero no es la mejor. Lo que se está buscado es evitar la competencia fiscal”.
Armando Mendoza, economista
“Esta reforma, lejos de establecer un sistema fiscal global más equitativo y justo, en realidad busca asegurar la parte de la ‘torta’ de las grandes potencias, en desmedro de países en vías de desarrollo”.
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