En víspera de Navidad, el Reino Unido y la Unión Europea (UE) alcanzaron este jueves in extremis un histórico acuerdo comercial post brexit que, a una semana de su separación definitiva, contribuirá a evitar una ruptura brusca de caóticas consecuencias económicas y políticas.
“El acuerdo está hecho”, tuiteó el primer ministro británico, Boris Johnson, que debía poco después comparecer para explicar los detalles. Es un acuerdo “bueno para Europa”, añadió.
“Tendremos una relación comercial fuerte con la UE y profundizaremos nuestro comercio con socios de todo el mundo a través de nuestra política comercial independiente”, se congratuló la ministra de Comercio Internacional, Liz Truss.
Para la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, implicada intensamente en esta negociación bajo amenaza de fracaso hasta el último minuto, se trata de “un buen acuerdo, equilibrado, justo”.
La canciller alemana, Angela Merkel, declaró que “tiene confianza” en que es un “buen resultado”.
Tras una larga noche de negociación en Bruselas, el anuncio de un acuerdo pareció inminente el jueves al amanecer. Pero los problemas de última hora se dio por el lado de la cuota pesquera, que mantuvo a todos en vilo durante buena parte del día, llegando incluso a hacer temer un fracaso.
Este anuncio deja, teóricamente, suficiente tiempo para que el acuerdo sea aprobado por los 27 países miembros de la UE y pueda entrar en vigor a partir de las 11:00 de la noche del 31 de diciembre, cuando finaliza el período de transición posbrexit.
Este complejo texto repleto de detalles técnicos -unas 2.000 páginas según medios británicos- tendrá aún que ser ratificado por el Parlamento Europeo y los diputados británicos de Westminster. Estos últimos deberían recibir la orden de interrumpir sus vacaciones de Navidad para volver a la cámara a principios de la próxima semana.
Gracias a la aplastante mayoría parlamentaria del Partido Conservador de Johnson, obtenida hace un año con la promesa de “llevar a cabo del Brexit”, el texto tendría garantizada su aprobación en Reino Unido.
Aún se desconoce cuándo se reunirá por su parte el Parlamento Europeo, pero el acuerdo podría entrar en vigor provisionalmente sin su ratificación a la espera de su regreso en enero.
Este acuerdo llega cuatro años y medio después del histórico referéndum de 2016 en el que los británicos decidieron por 52% de votos poner fin a casi cinco décadas de una tensa relación con la Unión Europea y convertirse en el primer país que abandona el bloque.
Tras años de caos político y agrio debates parlamentarios, el Reino Unido abandonó oficialmente la Unión Europea el 31 de enero de este año gracias a la mayoría parlamentaria lograda por Johnson en las legislativas anticipadas de diciembre de 2019.
El país entró entonces en un periodo de transición que termina este 31 de diciembre a las 11:00 de la noche (hora GMT), hora en que saldrá definitivamente del mercado único y la unión aduanera.
Sin un acuerdo con los 27, las relaciones entre ambas partes habrían pasado a regirse por las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que implican aranceles y cuotas, y una montaña de formalidades burocráticas que amenazaban con colapsar los puertos británicos, provocar desabatecimiento y disparada de precios.
Una perspectiva funesta para el Reino Unido, ya muy duramente sacudido esta semana por las consecuencias de la aparición de una nueva cepa del coronavirus, más contagiosa, que ha aislado en gran medida al país.
El acceso de los pescadores europeos a las ricas aguas británicas ha sido el último obstáculo en estas conversaciones, que ya habían logrado un entendimiento en el resto de las cuestiones espinosas, como la manera en que las partes resolverán sus futuras diferencias o las formas de protegerse de la competencia desleal.
Pese a no tener un gran peso económico, la cuestión pesquera sí tiene una importancia política y social para varios Estados miembros, como Francia, Holanda, Dinamarca o Irlanda. Pero el Reino Unido insistía en convertir este tema en la prueba de su soberanía tras su divorcio con la UE, por lo que esta última renunció un 25% de su cuota pesquera en aguas británicas.
Lograr un acuerdo de estas características en solo diez meses constituye una proeza para Londres y Bruselas, pues negociaciones así suelen demorar años.
Hicieron falta dos años y medio para negociar el acuerdo de retirada que selló la salida británica, concluido a finales de 2019, un texto que aportó seguridad jurídica a los expatriados de ambos lados del Canal de la Mancha y garantías sobre el mantenimiento de la paz en la isla de Irlanda.
Con este nuevo acuerdo comercial, la UE ofrece a su ex socio, y primer miembro en abandonar el bloque. un acceso inédito sin aranceles ni cuotas para su inmenso mercado de 450 millones de consumidores.
Esta apertura irá acompañada de estrictas condiciones: las empresas del Reino Unido deberán respetar un número de normas que evolucionarán con el paso del tiempo en materia de medioambiente, derechos laborales y fiscales, para evitar cualquier competencia desleal.
Un mecanismo permitiría a ambas partes activar rápidamente medidas, como aranceles, en caso de divergencias sobre estas normas. La UE reclamó también garantías en materia de ayudas públicas.
En caso de una ruptura brutal, el Reino Unido pudo haber perdido más que Europa: los británicos exportan un 47% de sus productos hacia el continente, cuando la UE solo exporta un 8% de sus mercancías al otro lado del canal de la Mancha.
Fuente: AFP