Caminar por la calle con la mascarilla puesta. Entrar a un restaurante y quitártela. Una situación curiosa, se diría absurda, pero muy normal en el Perú, donde el uso de la mascarilla al aire libre es obligatorio desde abril de 2020.
En estos casi dos años transcurridos, muchos países, incluidos varios de Latinoamérica, han ido relajando el uso de este producto según iba mejorando su situación epidemiológica. En el Perú eso no ha ocurrido.
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Hace unos días, España eliminó el uso obligatorio de mascarillas en espacios exteriores. Fue el último de los principales países de Europa en hacerlo, después de otros como Italia, Francia y Reino Unido.
Desde el jueves 10 ya no es obligatorio llevarlas en exteriores en España. Foto: EFE
En Francia y en los países escandinavos, incluso, se ha dispuesto que tampoco serán obligatorias en espacios públicos interiores, como bares, cafés y restaurantes.
En Latinoamérica son varios los países que no exigen a sus ciudadanos llevar mascarillas cuando circulan por la calle. En Argentina, Colombia, México y Brasil, por citar solo algunos, su uso en espacios abiertos es opcional, aunque la mayoría de gobiernos siguen imponiéndolo en el transporte público y en lugares donde se producen aglomeraciones.
Tomando en cuenta que cada medida de salud pública responde a contextos particulares, a estas alturas de la pandemia cabe preguntarse cuán cerca estamos del día en que podamos salir al aire libre con el rostro descubierto. Se lo preguntamos a varios expertos.
–Sí, yo creo que las circunstancias actuales permiten tomar este tipo de medidas, como dejar de usar mascarillas en espacios abiertos –dice Gabriel Carrasco-Escobar, epidemiólogo de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH)–. Me parece que Perú, dadas sus tasas de vacunación, dado su nivel de transmisión, podría optar por esta opción.
Después de que la tercera ola alcanzó su pico de contagios a inicios de febrero, los datos del Ministerio de Salud (Minsa) indican que las cifras van en descenso continuo. Asimismo, a la fecha se tiene al 82% de la población con una dosis y al 72% con dos dosis de vacunas.
–La literatura actual muestra que los espacios abiertos, con buena ventilación son, por mucho, contextos con menor riesgo de transmisión de covid [...] En general, conforme controlamos mejor la pandemia, es correcto que este tipo de estrategias [el uso de mascarillas al aire libre] sean las primeras en ser levantadas.
Carrasco-Escobar advierte, sin embargo, que hay escenarios particulares en los que esta medida debería mantenerse. Por ejemplo, en aquellas zonas del país donde la transmisión sigue siendo alta y las tasas de vacunación son bajas. Y en situaciones en las que las personas estén en contacto cercano durante un tiempo prolongado, como los eventos deportivos.
Asimismo, indica, deberían seguir usando mascarillas las personas con comorbilidades y las que tengan debilitado el sistema inmune.
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–Que se elimine una estrategia de control no significa que en el futuro no pueda regresar, de acuerdo a los diferentes contextos –señala.
Jorge Alarcón Villaverde, epidemiólogo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), no está de acuerdo.
–Yo creo que no estamos todavía en condiciones de dejar la mascarilla [en exteriores] –dice– porque lo que vemos todos los días es que las calles son espacios donde no se respeta habitualmente el distanciamiento. ¿Usted, por ejemplo, se sentiría seguro caminando sin mascarilla por las calles del Mercado Central?
Alarcón está de acuerdo con que en los espacios exteriores hay un menor riesgo de transmisión del virus, pero insiste en que nadie puede estar seguro andando por la vía pública mientras otras personas pasan a poca distancia.
–Uno no puede saber si en ese momento alguien pasa y estornuda a tu lado. Mientras haya una pandemia, el riesgo de transmisión existe. Si no tenemos cuidado con el distanciamiento y con estar en ambientes donde hay muchas personas, se corre riesgo –dice.
El experto ve con escepticismo que otros países estén relajando sus medidas de control y señala que no lo hacen siguiendo consideraciones de salubridad.
Hacer deporte en áreas abiertas no requiere usar cubrebocas. Foto: Jorge Cerdán/La República
–Hay dos tipos de decisiones. Técnicas y políticas. Si uno lee las recomendaciones de los organismos técnicos, las mascarillas se mantienen. Lo otro es decisión política. Donde ha habido situaciones de conflicto, donde hay una exigencia de la población, con epidemias densas, con varias olas, probablemente allí se adopta un criterio más pragmático que técnico.
Finalmente, el epidemiólogo César Ugarte-Gil, investigador del Instituto de Medicina Tropical de la UPCH, adopta una posición intermedia: ni eliminar la mascarilla totalmente al aire libre ni mantener la obligatoriedad total.
–Creo que podrían dejar de ser obligatorias en ciertas situaciones. Cuando uno va a la playa, por ejemplo, cuando estoy con la familia, con todos vacunados y nadie tiene síntomas.
Ugarte-Gil opina que prescindir de los cubrebocas es una medida que, eventualmente, se va a adoptar en el país, en tanto las cifras de contagios continúen descendiendo.
Sin embargo, dice que para llegar a ese momento se necesita que las autoridades sanitarias definan determinados parámetros.
–Necesitamos saber cuál será el número de infecciones o de hospitalizaciones, ante el cual el Minsa pueda decir “ok, con este número puedo tener mascarillas solo en espacios interiores y puedo manejar la situación tranquilamente sin descuidar otras enfermedades”.
¿Qué hay de dejar de usarlas también en espacios públicos interiores, como han hecho los países nórdicos? Los expertos coinciden en que todavía estamos lejos de llegar a ese punto.
–[Pero] en la práctica, cuando vamos a bares y restaurantes, gran parte del tiempo ya estamos sin mascarilla –dice Gabriel Carrasco-Escobar–. Por lo que ocurre en el sector, sospecho que esa no será una decisión técnica.