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Cultural

Alfredo Bryce Echenique: “El Perú está peor que nunca, tenemos una presidenta con el noventa y dos por ciento de impopularidad”

A sus 85 años de edad, Alfredo Bryce Echenique publica su correspondencia con François Mujica. “Desde la hondonada” puede ser leído como una biografía que deberá ser atendida por estudiosos de su obra y, claro está, por sus lectores. El humor y la ironía en cada una de sus páginas. Del mismo modo la crítica política.

Alfredo Bryce Echenique. Foto: Germán Coronado.
Alfredo Bryce Echenique. Foto: Germán Coronado.

¿Cómo presentar a Alfredo Bryce Echenique? La pregunta podría sonar posera pero no lo es. Por un lado, está el escritor admirado y querido, el autor de Un mundo para Julius, No me esperen en abril, La vida exagerada de Martín Romaña, Tantas veces Pedro, bastan estas referencias al vuelo para despertar el entusiasmo de los lectores. No es para menos: en el imaginario literario hispanoamericano es uno de los autores más trascendentes de los últimos tiempos y este prestigio lo ha conseguido en los registros en los que muchos perdieron y solo los grandes alcanzaron: el humor y la ironía.

Por otro lado, está la persona. No vamos a negar que Alfredo Bryce Echenique (Alfredo, en adelante) atravesó durante muchos años serios cuestionamientos, los cuales afectaron su imagen, pero no lo que al final importa: la dimensión de su obra, en la que suponemos Alfredo se amparó en silencio, porque su obra, lo sabe, y sus lectores también, no es más que la extensión de sí mismo.

La publicación de Desde la hondonada 1. Cartas a François Mujica (1965-1999) (Peisa) no solo es el testimonio de una amistad entre el autor y el prestigiado abogado y dirigente deportivo, es del mismo modo una puesta en orden de las cosas. Su aparición se da en un momento en donde Alfredo vive el mejor de los reconocimientos: sus lectores se han multiplicado, muchos de los cuales son jóvenes.

Pero Desde la hondonada proyecta también una leyenda. Si este libro existe, es gracias a François Mujica, quien cuidó las noventa y seis cartas que su amigo le enviaba a lo largo de treinta y cinco años, y decidió, acertadamente, entregarlas en el 2017 al director de Ediciones Peisa, Germán Coronado, para que las publique. François Mujica estaba convencido tanto del valor de estas cartas y del hecho que debía compartirlas.

“Era un amigo ejemplar, una persona sin la cual me es difícil vivir mejor. Recuerdo nuestros años felices en París y nuestros encuentros en Perugia, en donde me vio escribir mi primer libro, el de cuentos, y se impresionó mucho de lo pobre que era”, responde Alfredo a La República sobre François Mujica. “Él se regresó al año de París, pero nunca dejamos de estar en contacto, siempre nos vimos hasta su fallecimiento. Su familia es mi familia extendida”.

Cartas. Sinónimo de cercanía e intimidad. Alfredo le escribe a su amigo sobre sus anhelos de ser escritor, sobre sus temores y amores apasionados. “Para mí, la amistad es sagrada, no tiene códigos estrictos. Es la lealtad, la fidelidad, la proximidad. La amistad es un calor. Mis amigos me han ayudado en los momentos difíciles”.

Desde la hondonada suscita varias lecturas, siendo una de ellas la manera como Alfredo se hizo escritor. De este propósito, se entiende, no hay mucho que discutir y si algún consejo tuviera que darle a un escritor en ciernes hoy, sería el siguiente:

“Le diría que viaje. Llama la atención cómo ha cambiado el mundo para los escritores. Antes todos querían ir a París, ahora los escritores quieren ir a Madrid. En Madrid tengo muchos amigos escritores, como Jorge Eduardo Benavides, quien ya está en España muchos años. Él es un buen ejemplo de persistencia”, señala Alfredo, quien en una carta le cuenta a François Mujica sobre el robo del manuscrito de su primer libro de cuentos.

“Eso me afectó mucho, François me apoyó. Estaba muy triste, pero tuve el coraje para sentarme y escribir de nuevo y no ponerme a llorar por algo que ya no tenía remedio”. La voz de Alfredo proyecta una serenidad, la del guerrero que ha vencido los obstáculos. “Ahora estoy en un gran momento de mi vida, estoy lleno de amor y de cariño, he descubierto a esta edad mi último y más grande amor. Es una señora con la que me veo constantemente. Tiene una familia linda y yo disfruto mucho de ellos. Como se diría, a la vejez, viruela”.

La seña nominal “desde la hondonada” no es gratuita. Alfredo le detalla a François Mujica sobre sus amores. Bryce da una clase magistral de elegancia. “El respeto es fundamental. Soy una persona que ama demasiado. Lo mejor de mi vida son los amigos y algunas mujeres”.

La amistad y el amor, los tópicos mayores de toda su obra literaria. “Todos mis libros van sobre la amistad y el amor”. Pero Desde la hondonada es un viaje de ida. “Un día François me escribió y me pidió que le diera sus cartas. Después no me las quiso devolver. ¿De qué tendría miedo? Todas las cartas de François eran una apología del APRA. Me da pena que las amistades ahora se condicionen por las diferencias políticas. El mundo entero está así”.

"Desde la hondonada".

"Desde la hondonada".

La morfología de la escritura de Alfredo es risueña, como si te hablara un amigo. La vemos en este libro y en toda su ficción. “No puedo escribir de otra manera. Me situé con un estilo, con una sola influencia, la de Julio Cortázar. Como diría Frank Sinatra: lo hice a mi manera. Mis libros han sido correspondidos por los lectores, tengo muchos lectores jóvenes. La gente que se me acerca por las calles, son jóvenes, o piratas, como aquel que se me acercó en un semáforo y me dijo para cuándo su próxima novela, señor Bryce”.

Cada lector de Alfredo, tiene su libro favorito. A todos nos encanta Un mundo para Julius, pero no vamos a negar la crecida, en los últimos lustros, de No me esperen en abril. Al menos, para quien escribe, es su mejor novela, la presentación de un Julius adolescente.

No me esperen en abril es la novela más querida por mí de las mías, la que más trabajo me costó escribir, fue una novela en la que yo lo puse todo. No me esperen en abril es la novela de un tiburón sentimental, como lo dijo un crítico del diario El País. Nunca me lo han dicho, pero efectivamente No me esperen en abril es el Julius adolescente. Tienes razón”.

La amistad se fortalece en la dificultad. Como todo escritor joven, Alfredo enfrentó dificultades para ser escritor y en cada una de estas, François Mujica era la mano que lo sostenía. “Yo tuve que luchar mucho para ser escritor. Me tuve que enfrentar a mi padre, mi padre soñaba con un hijo banquero como él o mi abuelo. Yo vendí mis acciones del Club Nacional por un puñado de soles y con ese dinero, que fue una pésima bendición, pero bendición al fin, me fui a Europa. Extraño todo de François”.

Otro de los factores de estas cartas, es lo político. Alfredo indica que nada le molesta, pero no está ajeno a lo que pasa en Perú. No pocos recuerdan sus artículos periodísticos sobre la situación política peruana en los noventa. En este orden de cosas, ¿cómo ve Alfredo al país en la actualidad?

“El periodismo en Perú lo veo fatal, mienten, escriben mal y son muy ciegos, los periodistas leen cada vez menos, pero esto depende del periodista, hay periodistas que leen mucho, como Mirko Lauer, a quien le mando un saludo. Y la situación del país, todo muy mal, tenemos una presidenta que tiene noventa y dos por ciento de impopularidad, una corrupción total, nada nuevo. El Perú está peor que nunca”.

—Alfredo, ¿qué te gusta más de la vida?

—Estoy enamorado.