Si hay que ponerle un título a la semana que empieza, bien podría ser ‘Odisea íntima’ o algo parecido que retrate lo que podrían ser los días más agitados en lo que va del año para Alianza Lima. El cuadro blanquiazul retoma su participación en Copa Libertadores con un calendario que incluso los llevará a disputar partidos con dos días de distancia. Sin embargo, el mayor problema radica en el aspecto deportivo.
Desde la llegada de Mario Salas, Alianza no ha ganado. Con 3 empates y una derrota, el equipo ha mostrado una pobre producción de puntos, que ya arrastraba desde comienzos de año, resultado de una preocupante expresión futbolística. Da la impresión de que en tienda ‘íntima’ nada está funcionando como debería y que los motivos responden a una serie de errores cometidos desde todos los ámbitos existentes.
Desde comienzos del año, se advertía una dicotomía entre el comando técnico y la gerencia deportiva. El Fondo Blanquiazul buscó conjugar dos estilos distintos en una idea de ‘juego combinado’ que nunca prosperó. La salida de Pablo Bengoechea hacía pensar que todo viraría al estilo Marulanda, pero la incoherencia ya estaba consumada.
Al no tener una decisión clara del estilo a aplicar, Alianza se llenó de jugadores que, si bien es cierto tenían cierto renombre, respondían a distintas exigencias. La llegada de Aguiar y la presencia de Rodríguez y Balboa se inclinaban a lo que buscaba Bengoechea, mientras que diferían de la filosofía de la dirección deportiva.
Tal caos sirvió como escenario para la llegada de nombres cuestionados. Cristian Zúñiga aún no responde, Jean Deza fue separado por indisciplina y Beto Da Silva se mantiene aquejado por las lesiones, por solo mencionar algunos casos.
Nadie puede dudar de la capacidad de Mario Salas, pero hasta el momento no ha logrado impregnar su visión de juego. Más alarmante aún, su mensaje parece no calar en los jugadores, no se ven automatismos ni funcionamiento alguno. Alianza no juega a nada.
Además, prescindir de jugadores como Balboa y Rodríguez se presenta como una problemática en las actuales circunstancias. Con Patricio Rubio suspendido, algo que se sabía desde antes de su contratación, y Da Silva lesionado ¿No hubiera servido alguno de los uruguayos en Libertadores? ¿O la falta de sintonía era tal que su presencia era más perjudicial que beneficiosa?
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“No tenemos la actitud ni el compromiso que requiere mantener una idea de juego”, un misil de Salas teledirigido a su grupo de jugadores. Esta no es una crítica gratuita, se ve en el campo, y esto toma más fuerza si recordamos las palabras de despedida de Bengoechea: “Mi discurso ya no se escucha”.
A esto hay que sumarle el nivel con el que varios de los futbolistas han vuelto tras la paralización. Dos de los casos más sonados son los de Ascues y Arroé, quienes no han mostrado su mejor juego. Un panorama desolador que deberá encontrar soluciones rápidas en medio de una coyuntura aún más complicada.
El plantel de Alianza Lima parte hoy a Venezuela para enfrentar este miércoles a Estudiantes de Mérida por la fecha 3 de la Copa Libertadores.
Luego chocarán con Sport Huancayo el 19, con Vallejo el 21 y ante Racing el 23, también por Libertadores.
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