“Nadie es perfecto” es una frase muy repetida en nuestros tiempos, a veces para consolar las fallas naturales de las personas y otras para justificar fracasos. El deporte no es la excepción. Sin embargo, un 18 de julio de 1976, una gimnasta rumana de 14 años demostró que la perfección es real.
En sus primeros Juegos Olímpicos (Montreal 1976), la gimnasta Nadia Comaneci se alistaba para conseguir su primera medalla de oro. En las barras asimétricas, Nadia demostró una amalgama impresionante de fuerza, agilidad, gracia y velocidad. Una destreza muy pocas veces vista.
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El público asistente quedó deslumbrado, pero lo que siguió después fue más impactante todavía. Una vez completada su rutina, el tablero oficial marcó 1.00, algo que causó confusión entre los espectadores que sabían que algún error se había cometido. Luego se anunció que efectivamente hubo una equivocación, el verdadero puntaje de Nadia Comaneci fue un 10.
Los 18.000 asistentes al Forum de Montreal estallaron en júbilo para celebrar el primer 10 de la historia de la gimnasia (el mayor puntaje hasta ese momento era 9.95) y a la joven deportista que había conseguido tamaña hazaña.
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Nadia logró el puntaje perfecto otras 6 veces en esos Juegos Olímpicos y se adjudicó 5 medallas de oro, 3 de plata y 1 de bronce, convirtiendo su nombre en leyenda. En los Juegos Olímpicos siguientes (Moscú 1980), Comaneci obtuvo dos medallas de oro con actuaciones que también le valieron puntajes de 10.
Hoy, con 58 años, se dedica a liderar actos de caridad, dar charlas en convenciones para jóvenes y eventualmente comentar eventos de gimnasia en la televisión estadounidense. Todas sus actividades bajo la leyenda de su nombre, el cual es sinónimo de perfección.
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