En Alemania, las siluetas de tamaño real hechas de cartón, con rostros impresos de los hinchas “vieron” el fútbol; otros enviaron sus camisetas al club, para lucirlas en las tribunas. En Dinamarca se vio “tribunas virtuales”, con pantallas gigantes al borde del campo y la aplicación de videoconferencias Zoom, hizo sentir la presencia de los hinchas. En Japón, la fábrica Yamaha, viene trabajando una aplicación que permita “animar” a los equipos en la distancia, a través del Smartphone se podría enviar diferentes tipos de cánticos, risas o ánimos predefinidos, según la cantidad de conectados, y usando 58 altavoces, se puede reproducir un sonido similar a una multitud, dando la “impresión” de público presente.
Los hinchas en estado de “negación” o proceso de adaptación al encierro, llenaron su vacío con: (1) “Refugio” y entretenimiento en videojuegos; algunos narraron sus juegos, tal cual locutores de radio; (2) Mostraron colecciones personales o estadísticas que pudieran llamar la atención; atesoraron recuerdos, viendo repeticiones y encontrando en el diálogo la mejor compañía a sus emociones; (3) Imitaron a sus ídolos, dominando objetos, como un rollo de papel higiénico, en lugar de un balón; (4) Tristeza y/o resignación, aceptando con “dolor” la ausencia del fútbol y buscando otros pasatiempos; (5) Rebeldes y peligrosos, que “rompiendo” la cuarentena, se dieron la maña para jugar su “pichanga”, dejar un grafiti o incumplir otra norma.
“La violencia, sea cual sea la forma en que se manifieste, es un fracaso” (Jean P. Sartre). La pandemia ha “congelado” la violencia de las tribunas, y la nueva normalidad genera el reto de impulsar la filiación y vínculo emocional en la distancia virtual, que deberá traducirse en respaldo y motivación a los futbolistas. El fútbol genera expectativa e irá al “auxilio” de la salud mental del fanático y aficionado; debiendo ser un símbolo de “contagio” en disciplina y responsabilidad.