Alonso Wong ya sabe lo que es sobreponerse a las adversidades. Su esfuerzo lo llevó a ganar la medalla de plata en Lima 2019 y a ponerse a pocos puntos de clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Sin embargo, ni el arduo entrenamiento ni el roce internacional con los mejores judocas del mundo lo había preparado para lo que le tocó vivir en el último mes.
El avance del coronavirus en el mundo afectó a todos los deportistas con aspiraciones olímpicas, pero a Wong le tocó vivir la experiencia más cerca de lo que él hubiera querido. Todo inició con una gira de preparación a Europa en la que, junto al equipo nacional, planeaba participar en torneos en Marruecos, los primeros días de marzo, y luego en Rusia.
"Al llegar a Marruecos nos enteramos que se había cancelado todo. Decidimos regresar a España para armar un campamento. Ahí es donde me comienzo a sentir mal, me dolía el cuerpo, me dolía la cadera y los hombros, me sentía cansado", señaló.
Los nervios llegaron por partida doble, primero porque al haberse cancelado los eventos la clasificación se complicaba y después porque las afecciones físicas podrían significar algo más grave que lo que él pensaba era una simple carga de entrenamientos. Fue cuando regresaron a Perú que la salud se convirtió en prioridad.
“El 9 de marzo regresamos y yo entrené normal, pero luego pedí permiso para descansar porque me sentía fatigado. Me dieron la semana libre, pero el jueves 12 me sentí mal en la noche. Al día siguiente ya presentaba un cuadro de fiebre, picazón en la garganta y problemas para respirar”, relató.
Con su familia en los Estados Unidos y solo en la capital, el albergue de la Videna se convirtió en su lugar de confinamiento. La preocupación aumentaba conforme se iban desarrollando los síntomas y la orden no tardó en llegar: Alonso debía permanecer encerrado en su cuarto hasta que se le hagan los exámenes.
“Me sentía el preso mejor atendido del mundo, me dejaban la comida en la puerta. Pero estaba muy preocupado, el primer día no me levanté de la cama, tenía 38 o 39 de temperatura, estaba medicado. Nos hicieron la prueba a mí y a dos compañeros más y salimos negativos”. Finalmente fue una faringitis lo que tumbó a Alonso peor que una derribada de judo y, pese a que lo peor ya pasó, la historia aún no termina..
Un día antes de que se decretara la cuarentena, a los deportistas se les permitió ir a su casa, pero a Alonso se le pidió quedarse. Los síntomas que tuvo más el hecho de haber regresado de España lo convertían en persona de riesgo. Él es uno de los 40 atletas que se encuentran cumpliendo la confinación en la Videna.
“Yo soy un poco introvertido, pero estar encerrado con solo poder asomarme a la ventana ha hecho que al salir me haga amigo de todos. Aquí hay un entrenador, una nutricionista, tenemos un gimnasio, nos tratan bien”, señala un aliviado Alonso al saber que el aplazamiento de los JJ. OO. le dará más tiempo de preparación.
Las reglas son estrictas en la Videna, no reuniones de más de 5 personas y a una distancia prudencial, tampoco puede haber contacto físico. Alonso pasa sus días entrenando y conversando con sus familiares que se encuentran en Colorado, siempre atento al desarrollo de la pandemia. Lo único que tiene claro es que al salir del encierro, el único destino en su mente es Tokio.
Otros casos. Los judocas Yuta Galarreta y Daryl Yamamoto denunciaron maltratos en la Videna. Wong afirma no conocer del tema pues el hecho se llevó a cabo mientras estaba encerrado.