Beber alcohol entre amigos o familiares es algo común en todo del mundo. Primero es una botella de licor, luego otra, y así sucesivamente, mientras la conversación fluye y se disipan los temores. Pero en determinado momento algunas personas se tornan más sensibles, emotivas, al punto de derramar algunas lágrimas. Ante ello, surge la duda de por qué las bebidas alcohólicas nos pueden hacer llorar.
Es sabido que el consumo de alcohol tiene un efecto en nuestro organismo. De acuerdo con el Instituto Nacional de Abuso de Drogas y de Alcohol (NIH) de los Estados Unidos, beber licor dificulta el trabajo de varias áreas del cerebro, sobre todo de aquellas zonas que controlan la memoria, el habla, el equilibrio y el juicio.
El alcohol etílico es un compuesto químico presente en los licores que ingerimos. Así, según la cantidad que consumamos, se alterará la comunicación de los neutronsmisores del cerebro. Estos se encargan de trasladar información de una neurona a otra sobre las diferentes emociones, como la alegría, tristeza o amor. Al verse afectadas estas funciones, surge una "avería sentimental", con la que podríamos llorar o expresar tristeza, de acuerdo con El País.
"En general, el alcohol es una sustancia depresora del sistema nervioso —sedante y tranquilizante: que disminuye la actividad cerebral—, según la Instituto Nacional de Abuso de Drogas de Estados Unidos, aunque a dosis bajas puede actuar como excitante", detalló al medio español el científico David Rodríguez, autor del libro "Alcohol y cerebro".
El consumo de alcohol afecta el funcionamiento del cerebro y hace que las personas pierdan el control de sus impulsos. Foto: Eric Campos/La República
Nilton Custodio, neurólogo y director médico del Instituto Peruano de Neurociencias (IPN) del Perú, señaló a La República que cuando consumimos alcohol la corteza prefrontal del cerebro se ve afectada.
"Los humanos somos diferentes de los animales porque tenemos corteza prefrontal desarrollada. Es decir, tenemos un control de impulsos", indicó. Sin embargo, el licor altera esta zona del cerebro, por lo que nos desinhibimos y expresamos todo aquello que sentimos, sean expresiones de afecto o de tristeza.
"Las personas que toman licor pierden el control de sus impulsos. O sea, se desinhiben y hacen lo que realmente piensan; mientras que cuando están sin alcohol lo piensan, pero no lo hacen porque tienen un 'freno', el cual se llama control de la corteza prefrontal", detalló.
Custodio explicó que cuando las personas ingieren elevadas cantidades de alcohol experimentan un 'balckout' o 'apagón de memoria'. Se experimenta un daño temporal a la memoria episódica, por lo que no se registra como recuerdo lo sucedido en determinado momento de la fiesta o reunión.
Muchas personas olvidan lo que hicieron cuando toman elevadas cantidades de alcohol. Foto: José Vidal/La República
"El 'blackout' (o 'apagón' de memoria) afecta a la memoria declarativa o explícita. Es decir, se daña la memoria episódica y la semántica cuando la persona se pasa de copas (…). 'Borras casete' porque la memoria episódica no recuerda los hechos que has vivido durante la intoxicación del alcohol y tampoco retienes las actividades relacionadas del lenguaje. Se borra todo", aseveró el director del IPN del Perú.