Entre las leyendas urbanas menos conocidas de los alrededores de Lima, existe una que rosa el límite entre lo impropio y lo brillante. Se trata de una casa que lleva algunas décadas presente en la falda del cerro Moyopampa, en pleno corazón de Chosica y que deslumbra a sus visitantes por lo que exhibe y el misterio de por qué aparece ahí.
Desde fines del siglo XX, la casa se hizo conocido como ‘la casa del loco’ o simplemente como ‘la casa del loco Asín’. Su mayor atracción es que incluye un recorrido —quizá artístico, o producto de la neurosis— en la que podemos encontrar desde un aeroplano, un vagón y hasta un automóvil Ford modelo T de la época. ¿Cómo llegó todo esto ahí? Aquí te contamos.
Según recoge la página de Chosica vieja: jirones Cuzco, Iquitos y alrededores en Facebook, en esta casa funcionaba un local llamado el Aquicito.
Se trataba de un destino turístico y extravagante que se ofrecía a los visitantes, y que era propiedad del Sr. Asín, del cual se conoce poco hasta la fecha.
Foto de la fachada de 'El aquicito'. Foto: Cocktail.pe
Según algunos vecinos que vivían en el lugar hace décadas, su nombre completo era Don Jesús Alberto Asín, y tenía en su propiedad, ubicado en la falda del cerro Buenos Aires (o Moyopampa), un local que atraía a locales y foráneos.
El Aquicito, el origen de la casa del loco en Chosica
El Aquicito fue inicialmente un restaurant. Según cuenta la página mencionada, el Loco Asín solía dar muchas caminatas en el parque de Chosica, para invitar a los transeúntes a visitar el sitio.
Cuando los vecinos le preguntaban dónde quedaba su local, él respondía señalando la falda del cerro y diciendo “aquicito nomás”.
La falda del cerro Buenos Aires o Moyopampa en Chosica, lugar de la casa del loco Asin. Foto: Mapio
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El local fue construido en la década de los años 40, según asegura Chosica vieja, pero dada la excentricidad de su dueño, pronto se llenó de objetos y naves propias de un museo, aunque uno de extraño enfoque.
Por supuesto, las chucherías que se mostraban no estaban expuestas en la propiedad en sí, que constaba de algunos pisos, sino en el recorrido que el propio Loco Asín habría construido en la falda del cerro.
El lugar tenía un camino de escaleras, impactantemente angostas y que podían provocar vértigo a cualquiera, sobre todo por la pendiente tan empinada de la montaña.
Una vez iniciada la cuesta arriba, la experiencia de la casa del loco comenzaba con secciones o exposiciones sin demasiado orden, puesto que podíamos encontrar cosas que nunca imaginaríamos que estuvieran colocadas en un cerro.
Por ejemplo, según indica el recorrido hecho por el portal Cocktail, una de las primeras estancias es una suerte de altar con esculturas de todo tipo, probablemente adquiridas por el Loco Asín en muchos viajes en mercadillos de todo el mundo.
Las paredes y espacios adornados con esculturas, escritos y placas de todo tipo son abundantes. Podría decirse que el común denominador de estas es la poca relación que resalta de entre todas, creando un velo de anacronismo difícil de ignorar.
Hay piezas orientales, occidentales y hasta con cierta carga indígena, rodeadas de frases contestatarias. Una de ellas dicta: “Mi vida es para mí, aunque les sirva de espectáculo”.
Hay tributos a escritores o personajes ilustres. Por ejemplo, se muestra un horno con una inscripción que señala: “¡Mucho ojo! En la boca del horno se quema el pan”, en alusión a un poema de Los heraldos negros de César Vallejo.
Horno en alusión a un poema de César Vallejo. Foto: Cocktail.pe
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No obstante, entre las atracciones que más sorprenden del recorrido, está la presencia de una carrocería tan vieja, y a una altura tal, que el mero hecho de verla colocada ahí puede contagiar tal extrañeza que impacta por sí misma.
Mientras la altura es mayor, los peldaños y los escalones se hacen más angostos y pequeños, aumentando la sensación de vértigo y misterio.
Bus destartalado. Foto: Cocktail.pe
Vehículos desmantelados. Foto: Cocktail.pe
Aeroplano. Foto: Cocktail.pe
En algún momento se llegará a observar lo que es, sin lugar a dudas, la estructura de un aeroplano completamente desmantelado, como dejado a su suerte en las alturas de los Andes.
También se observa un viejo camión colocado en una pequeña pendiente, apenas superpuesto, pero asegurado con la fuerza de la brisa, con el fondo de la ciudad.
Los anacronismos y las incongruencias continúan a estas alturas, con una escultura de un niño mirando hacia abajo, una botella gigante de Sprite, peldaños, objetos viejos, un carro Ford modelo T, etc.
Estatuas. Foto: Cocktail.pe
Todo esto hace del lugar un espectáculo del que pocos conocen, y tan poco como el de la vida de su creador, del que quizá su característica más conocida era ser excéntrico. Lo llamaban loco, pero su obra es tanto una genialidad como una invitación a la reflexión más cruda, de las que existen en esta enorme ciudad.
Si deseas ver dónde está ubicada la casa del loco Asín, puedes seguir este enlace que te dirigirá a sus coordenadas exactas en Google Maps: