Cada 1 de noviembre, Perú y diversos países de tradición católica conmemoran el Día de Todos los Santos, una festividad que honra a los santos y a quienes han alcanzado la gloria celestial. Esta celebración, promovida históricamente por la Iglesia Católica, tiene profundas raíces en la cultura peruana, donde se mezcla con tradiciones indígenas para recordar a los difuntos y rendir homenaje a su legado.
El día siguiente, el 2 de noviembre, es el Día de los Fieles Difuntos, en el que se recuerda específicamente a los familiares y seres queridos fallecidos, completando así un ciclo de veneración y reflexión espiritual en estas fechas.
El Día de Todos los Santos fue instituida en el siglo IX por el Papa Gregorio IV, quien fijó el 1 de noviembre como el día para celebrar a todos los santos de la Iglesia Católica, especialmente aquellos que no tenían un día propio en el calendario litúrgico. De esta forma, la fecha busca honrar a todos los santos conocidos y desconocidos que, de acuerdo con la fe cristiana, interceden por los fieles desde el cielo. En Perú, esta tradición fue adoptada con la llegada de los españoles en el siglo XVI, integrándose a las costumbres locales y conservándose hasta el día de hoy.
Esta fecha se vive de diferentes maneras en el país, variando según las regiones y sus tradiciones culturales. En algunas zonas, las familias preparan altares en sus hogares con imágenes religiosas, velas y flores para rendir homenaje a sus seres queridos fallecidos. También es común visitar los cementerios, llevar flores y realizar una pequeña ofrenda, que puede incluir alimentos que los difuntos disfrutaban en vida, como pan de maíz, turrón, frutas, o bebidas típicas.
Este acto de comunión entre los vivos y los muertos es especialmente fuerte en la región andina, donde la cultura local ha preservado creencias ancestrales sobre la vida después de la muerte.
Día de Todos los Santos en Puno. Foto: Andina
Para muchos peruanos, el Día de Todos los Santos representa un momento de reflexión y de conexión con sus raíces familiares. La festividad es un recordatorio de que la vida y la muerte son partes de un mismo ciclo, y a través de estas celebraciones, la memoria de los antepasados y seres queridos sigue viva. Además, permite que las familias se reúnan, fortalezcan sus lazos y celebren juntos el recuerdo de aquellos que los precedieron.
De esta manera, el 1 de noviembre no solo es un día de fe, sino también una celebración cultural que refuerza la identidad y el respeto por la tradición en el Perú.