Escritor Miguel Gutiérrez sobre nueva edición de La violencia del tiempo. Libro apareció en 1991, mal editado y hasta mutilado en pasajes que se consideraban lesivos a Miguel Grau. Pedro Escribano –Tenemos una nueva edición de La violencia del tiempo, ¿es como tú la querías? –Sí, claro... primero, porque está publicada en un solo tomo. Es una novela única y su publicación en tres o dos tomos incide de alguna manera en la lectura. Ahora, en un solo volumen reafirma su carácter de obra única. Por otro lado, es importante subrayar que se haya restablecido el texto original. Tú sabes la situación que vivía el país en el momento en que apareció La violencia…, en 1991. De modo que le entregué a mi buen amigo editor Carlos Milla Batres un original, pero que no tenía las últimas correcciones ni añadidos que yo había hecho. Milla Trabajó con ese original y ahí surgió una serie de problemas. Por ejemplo, para referirme al más simple: todos los capítulos estaban subdivididos solo en dos, pero Milla rompió con el diseño al subdividir o fragmentar los capítulos en más; así, uno de estos capítulos apareció con siete subcapítulos. Otra cosa, yo había hecho una serie de subrayados tipográficos que no fueron tomados en cuenta. Otra alegría es que se restableció el texto original. Todos saben la realidad que vivía el país y de alguna manera se vieron involucrados en esta situación. Yo no fui la excepción. Por lo tanto, no pude participar en las pruebas. Yo no tuve el libro hasta el final, hasta cuando estaba editado. Cuando lo vi salté hasta el techo. No era mi libro. Alguien me dijo, no importa, Miguel, lo importante es que haya salido. Ya llegará el momento en que se publique tal como realmente es. Han pasado 20 años para que eso ocurra. –La polémica fue por las alusiones a Miguel Grau. ¿Cómo ocurrió? –Una mañana me llama Carlos Milla y me dice que está muy preocupado porque allí hay un texto sobre Grau. Miguel, me dijo, yo no puedo publicarlo así, de modo que te sugiero, te ruego, que reescribas ese texto. Bien sabes que soy extranjero, si yo publico ese texto tal como está sobre Grau, la Marina de guerra puede considerarlo lesivo al héroe, y es capaz de ponerme una bomba o de hacer que me expulsen del país. Probablemente exageraba, aunque por la situación que vivía el Perú no estaba tan desatinado. Yo me negué a reescribirlo porque lo que dije sobre la infancia de Grau era verdad y de ninguna manera infamaba su memoria. Así que le dije: hagamos lo siguiente, deja el texto en blanco y quedará como testimonio de la realidad que vive el país. Y así salió publicado. –¿Pero eso fue autocensura o realmente había una presión de la Marina? –No, creo que fue autocensura, por temor, pero un temor que tenía cierto fundamento. Milla tenía un flanco vulnerable por ser extranjero. –El texto censurado refería la infancia de Miguel Grau… –Repito: el texto censurado por mi editor no era de manera alguna lesiva a Grau, no tenía por qué serlo. El texto abordaba la infancia de Grau, que era un niño marginado, repudiado, tanto que no se le permitía ingresar a la casa por la puerta grande, sino por la de la servidumbre. Su madre se había casado varias veces y quizá por esos infiernos conyugales terminó por detestar al niño. Según la biografía de Grau, a los 12 años ingresa a la Marina mercante. Fue su refugio. –Se dice que la familia de Grau era tratante de chinos culíes también. –Pero eso no estaba en mi libro. Esa objeción hizo la Marina a una biografía sobre Grau. Pero igual, eso tampoco es culpa de Grau. La Marina no debe escandalizarse, al contrario, de esa situación pantanosa surge la gran figura que es. Sí, mi texto aludía a la marginación de la que fue víctima Miguel Grau en los años de su niñez. Y esto no era lesivo al héroe. –¿En esta novela se puede decir que tú eres un escritor balzaciano? –Mira, creo que cuando se leyó por primera vez La violencia del tiempo, debido a las circunstancias que vivía el país y por razones ideológicas, fue de manera unilateral. Una lectura muy ideologizada, tal vez guiada por la forma de pensar que se le atribuía al autor. Creo que en ese entonces se habló de realismo social. Mi novela es realista, pero también metarrealista, conjuga lo mágico, lo mítico, lo onírico, lo demencial, pero asimismo tiene una estética que se puede decir social. Ahora espero que la novela se lea con más libertad, con una mente más abierta, otro aspecto que no se tuvo en cuenta fue su dimensión lúdica. Tiene diversos tonos y registros y si bien pasajes serios, graves, también los hay irreverentes y jocosos. –¿Afirmas que era una lectura guiada por la ideología del autor? ¿Qué más no se vio en la novela? –Esta novela es de aprendizaje porque Martín Villar se busca a sí mismo para asumir su identidad. Martín también está aprendiendo a escribir novelas. Es un pichón de novelista, él mismo lo dice. Martín, que tiene 23 años, aspira escribir una novela en la que se cristalice toda la tradición novelística. Hay ecos de Dostowieski, Tolstoi, Proust, Joyce, Faulkner y, por cierto, de Balzac. Y quiere sacarle todo el jugo al género novelesco. Pero al mismo tiempo esta novela rinde homenaje a los grandes escritores de la novela latinoamericana, como Carpentier, Guimaraes Rosa, Borges o Rulfo. Como ves Martín Villar por esos años estaba completamente loco. –¿El Perú es un país de rencores? –El rencor tiene que ver con la condición humana. Como individuos todos estamos expuestos a la pasión del rencor. Pero hay rencores que tienen un origen en la historia de los países. Y en el Perú, por su formación histórica, por el colonialismo, el atraso, las desigualdades sociales, por la exclusión racial, sobran motivos para que los rencores sean una parte del ser de los peruanos. Perfil El escritor. Nació en Piura en 1940. Estudió en la Universidad Mayor de San Marcos. Se graduó con una tesis sobre Todas las sangres, de Arguedas. Ha publicado, entre otras novelas El viejo saurio se retira, Hombres de camino, Poderes secretos, Confesiones de Tamara Fiol, Babel, el paraíso. La nueva edición de La violencia del tiempo es de Alfaguara. Tema de la guerra y el mercado –¿Por el tema y por las circunstancias que vivía el Perú, no tuviste que llegar hasta los años de Sendero? –Hubiera escrito otra novela. Por lo demás los sucesos eran demasiado recientes y me hubiera faltado la necesaria perspectiva novelística. Pero estoy trabajando en ese terrible tema. –Una pregunta al crítico, ¿qué opinión te merece, cómo se está abordando la violencia de estos años a través de la narrativa? -Escribí un ensayo sobre la narrativa de la guerra en el Perú. Y se han escrito algunos libros valiosos. Pero también se están dando novelas en las que la guerra interna es tema exclusivamente literario y se le aborda porque puede tener demanda en el mercado del libro. Pienso que todavía deben pasar algunos años para que surjan grandes novelas, que no sean ni apología ni sólo denuncia. –¿Qué libro se viene? –He terminado Una pasión americana y está muy avanzada Se busca a Kymper que junto con Confesiones de Tamara Fiol y Carta de Deyanira Urribarri tiene como trasfondo la guerra de Sendero.