Josué Méndez: el estreno de su filme 'El caso Monroy', la ley Tudela y la realidad del cine peruano

En 2004, el director peruano Josué Méndez acaparó la atención de los espectadores y la crítica al estrenar su aclamada ópera prima 'Días de Santiago'. 19 años después, Méndez presenta en las salas de cine su tercer largometraje: 'El caso Monroy', un trabajo cinematográfico que le tomó 10 años concluir y que tiene como protagonista al actor mexicano Damián Alcázar. Su filme, en palabras del periodista Marco Avilés, "expone el erotismo de la corrupción en el Perú y es la tragicomedia de un país capturado por leguleyos, tinterillos y congresistas".

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La cinta de Méndez narra la vida de Monroy, un empleado público al borde de la jubilación que, tras conocer el penal de mujeres, se dedica con intensidad a ayudar a algunas internas a recobrar su libertad. Todo esto es motivado, más que por altruismo, por la necesidad de ejercer poder sobre los más vulnerables.

'El caso Monroy' surgió de la propia experiencia del director. Cuando era adolescente, Josué Méndez solía visitar a una tía suya en el penal de mujeres de Santa Mónica. Años después, con la lectura del libro 'Día de visita' de Avilés, conoció la experiencia de 'Ronnie Monroy' con las mujeres del centro penitenciario. Así concluyó que el personaje en cuestión podría ser el intermediario perfecto para mostrar la realidad de las internas y del sistema judicial peruano.

—¿Cómo ha recibido el público el estreno de 'El caso Monroy'?

—Bien, muy bien. Hemos tenido algunas proyecciones, ya como funciones de preestreno, y las reacciones son muy positivas. Es una película que divierte, entretiene, pero también deja algunas emociones o reflexiones. Mezcla el humor con el drama.

—La película aborda la corrupción que hay en el sistema judicial, ¿por qué decidió mezclar comedia y drama para mostrar esta realidad?

—Tenía la sensación de que podía reflejar mejor nuestra idiosincrasia, nuestra manera de llevar los problemas. Se suele recurrir mucho a un humor negro, a un sarcasmo cuando uno está en el entorno judicial o penitenciario. Hay cierto humor, una manera de llevar las cosas que no es densa o pesada todo el tiempo. Se recurre mucho a reírse de sí mismos. Sentía que eso podría expresar mejor todo ese entorno.

—¿Fue difícil lograr que la película se desarrolle en ambas líneas sin caer en los extremos?

—Sí. Fue un desafío que nos planteamos desde el principio, desde el guion. Había esa intención y realmente llegamos a lo que es la película en la edición. Se escribieron y se filmaron muchas otras escenas. Algunas que efectivamente llevaban mucho a la comedia y otras que se volvían demasiado oscuras tal vez. Y fue la edición en donde se buscó este balance que tiene ahora la película.

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—Los actores influyeron en este resultado final de la película, sobre todo Damián Alcázar.

—Claro, lo importante era tener un protagonista que pudiera navegar entre ambos registros. Creo que Damián Alcázar es, probablemente, uno de los actores que mejor lo pueden hacer. Puede ir con un registro dramático y de pronto hacer algo cómico, o al revés. En una escena que puede dar risa, él puede hacer algo dramático. Esa capacidad que tiene para manejar ambos registros nos ayudó mucho para contarla. Y fue algo que fuimos explorando durante el rodaje.

—¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Damián Alcázar?

—Damián Alcázar es un actor muy disciplinado, prepara mucho sus escenas, sus textos. Todo lo estudia. Viene con una propuesta de su personaje y, a la vez, es una persona muy abierta a seguir explorando, a seguir probando. Fue un placer trabajar juntos y creo que se hace sentir eso en la película.

—Para realizar la cinta hizo un trabajo de campo con Marco Avilés, ¿cómo fue este proceso? ¿Conoció al verdadero 'Ronnie Monroy'?

—Sí. El personaje en quien se inspira la crónica Marco Avilés era en ese momento un funcionario de la Embajada de Brasil. Marco me contactó con él. Lo conocí (…); sin embargo, no quería participar ni tuvo un interés en que se supiera su vida. Creo que, como era más joven que el (personaje) que hicimos en la película, se exponía de esa manera. Entonces, la realidad llegó a un límite y todo lo que vimos después del personaje nos lo inventamos

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—A raíz de la investigación, volví a ir al penal de Santa Mónica y seguí conociendo personas. Me importaba mucho que estos casos que tocamos en la película estén anclados en historias reales, verosímiles. Entrevisté también a las personas que pululan por el Poder Judicial: tramitadores, abogados, leguleyos, todo este ambiente. Y de ahí salió la película.

—¿Por qué eligió a un personaje como 'Ronnie Monroy' para exponer la corrupción en el sistema judicial y a la población más vulnerable del mismo?

—Me pareció un personaje fascinante. Es contradictorio, tiene muchas capas. Me intrigaba lo que hacía y, por otro lado, me dio la manera de contar todas estas historias. O sea, a través de él llegamos a las mujeres internas y mediante él se revelan estas historias. Funciona como un intermediario no solo de la historia, sino de la película, de la estructura de la cinta. Es a través de él que entramos a este mundo y las conocemos (a las internas). Después, en la segunda parte, ellas cobran un protagonismo mucho más grande y lo que vemos son las historias de ellas. Me pareció muy interesante usarlo como un mediador y a través de él contar las historias de estas mujeres.

El mismo día en que se estrenó en cines 'El caso Monroy', Josué Méndez llegó junto con integrantes de la producción y actores de la película —acompañados también de los miembros de la cinta 'Pirú'— al Congreso de la República para invitar a los legisladores a ver las producciones nacionales. "En defensa del cine peruano", se pudo leer en los carteles. Esto en respuesta a la cuestionada iniciativa catalogada como ley Tudela.

Josué Méndez sobre la ley Tudela que afectaría al cine peruano

—¿Qué opinión le genera el proyecto ley Tudela?

—Me parece que es un proyecto hecho desde un desconocimiento muy grande de cómo funciona el cine. Mezcla papas con camotes, cosas que no se tendrían que mezclar. Hay una falla de concepto que no se entiende bien lo que tiene que hacer el Estado y, por lo tanto, al ser un proyecto que está mal escrito y contradictorio en sí mismo, perjudicaría muchas cosas que se han avanzado en el cine peruano, que están en la actual ley. Siento que hay que defender la ley que tenemos, que, por supuesto, no es perfecta. Se pueden mejorar muchas cosas, pero está funcionando en que se produzcan muchas más películas que antes y de una gran calidad, sobre todo fuera de Lima.

—¿Cómo percibe el cine que se hace tanto en Lima como en regiones?

—Creo que ha aumentado muchísimo en estos años y ha llegado a una calidad muy interesante. Creo que el cine hecho fuera de Lima es más interesante. Se han hecho cosas muy lindas. Este año, en el Festival de Cine de Lima, hemos visto películas como 'Yana-Wara' o 'Historia de shipibos', que creo que son ya clásicos contemporáneos. Eso ha sido posible gracias a todo el apoyo que se ha estado dando los últimos años. Pensar que este año se estima que se van a estrenar 70 cintas nacionales… Es algo nunca antes visto. Estamos hablando de un promedio de más de un estreno por semana. Es más, ayer (5 de octubre) no solo se estrenó 'El caso Monroy', sino también 'Pirú'. Se produce una oferta muy variada de largometrajes. Eso es lo que toca seguir apoyando.

Trailer de 'El caso Monroy'