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Cine y series

Festival de Cine de Lima 2022: entrevista a César Galindo, director de “Willaq Pirqa: el cine de mi pueblo”

Su película ha sido la más aclamada del Festival de Cine de Lima. César Galindo cuenta la historia detrás de su filme y del descubrimiento del niño actor Víctor Acurio.

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“Willaq Pirqa” podrá verse en septiembre de este año en cines. Foto: composición/Sandro Mairata

Crédito: Sandro Mairata

César Galindo se conmovió hasta las lágrimas la noche del domingo 7. Su más reciente filme, “Willaq Pirqa: el cine de mi pueblo”, recibió un emotivo y entusiasta aplauso del público asistente a su primera función oficial en el Festival de Cine de Lima. “Lo que más me emociona es ver al público joven, oír que dicen que se identificaron con la historia y que se sienten parte de ella”, dice. A sus 73 años, este director ayacuchano, de quien seguro el público más amplio ha oído poco o nada, tiene en sus manos una producción que se perfila como lo mejor de lo presentado por el Perú en el festival y como un posible éxito comercial y de crítica como lo fuera la ya legendaria “Wiñaypacha”.

Pero lo de Galindo es distinto porque, para empezar, “Willaq Pirqa: el cine de mi pueblo” es una cinta feliz. Sí, hay que contar las historias del conflicto armado interno, hay que tocar el tema de la problemática del Ande, sin embargo, esta es una historia para conmoverse, reír y carcajear que muestra lo altoandino bajo una iluminación de colores vívidos, cielos azules y cine, mucho cine. La cinta está hablada en quechua Cuzco-Collao.

¿De qué trata “Willaq Pirqa: el cine de mi pueblo”?

Es la historia de Sistu (Víctor Acurio), quien a sus 13 años vive en una comunidad cuzqueña. Un día le cae un papel traído por el viento que anuncia la llegada de un rústico cine itinerante —básicamente, un tipo que proyecta películas desde su camión—. Sistu acude a ver un filme de Bruce Lee y vuelve animado por la novedad. Pronto la comunidad entera se verá alterada por la noticia del descubrimiento y debatirá si el cine es cosa del demonio o si vale la pena realmente asistir. Un problema adicional es que no hay cintas disponibles en quechua. ¿Cómo lo solucionarán? Conversamos con Galindo, quien aún procesaba el éxito de aquella primera noche.

Tráiler de “Willaq Pirqa: el cine de mi pueblo”

—El elemento de reivindicación del quechua es muy fuerte en su cine. En la función inaugural dijo: “Tenemos derecho a ser felices en nuestro idioma”. ¿De dónde viene esa energía, esa convicción? ¿Usted sufrió los efectos del quechua siendo postergado en su vida personal?

—No, mira. Yo pertenezco a la clase media chola. Entonces, en la sierra yo soy el misti favorecido. Mi abuela tenía su fundo e incluso no quería que yo hable el quechua, pero, digamos, era inevitable porque los niños con los que yo jugaba hablaban quechua. Yo creo que es un idioma muy rico y que habla en poesía. Entonces, yo digo que tiene derecho a existir. No debe desaparecer, como hay muchas culturas en el mundo que defienden su idioma. Los lapones en Suecia, y tienen su parlamento; o los catalanes. Necesitamos tener una identidad que nos diferencie.

—Usted estudió en Europa, es arquitecto de profesión y tiene un doctorado en urbanismo. Entiendo que sus primeros pininos en el cine fueron de operario de audio. Cuéntame un poco de su historia.

—Estudié Arquitectura y el día que acabé mis estudios fui donde mi abuela y le dije: “Mira, este título es tuyo, te lo regalo. Este es el objetivo de tu esfuerzo por haberme educado”. Me fui a Europa y conseguí dos becas para hacer un doctorado. Ahí descubrí que también podía estudiar paralelamente cine. Era una cosa teórica de donde había seguro 200, 300 alumnos. Me compré mi grabadora y mi micrófono, porque dije: “Voy a ofrecerme como sonidista”. Era un sonidista malo. Lo debo reconocer. Y con la máquina que tenía, digamos, no tenía calidad de sonido. Con eso me ofrecía a todos los estudiantes que querían hacer cine en París, los soñadores que querían ser directores de cine. Conocí a mucha gente, a García Márquez, a los pintores, a Botero, a Caballero, mucha gente. Luego me ofrecieron actuar y empecé a ir a algunos rodajes.

El director César Galindo presenta su película en el Festival de Cine de Lima. Foto: Sandro Mairata

—¿Cómo surge “Willaw Pirqa”? Usted contó en el estreno que el personaje de Sistu se basaba en un amigo desaparecido de la infancia y hasta se conmovió hasta las lágrimas.

—Es un niño que jugaba conmigo cuando éramos niños. Estaba acostumbrado a que venga de vez en cuando. Era el hijo de la señora que cuidaba las ovejas. Entonces, un día no vino más. El niño era de cabello hirsuto, como el mío; tenía más o menos mi rostro; teníamos más o menos la misma fisonomía. No volvió más y nadie me explicó esa desaparición. Eso se quedó grabado en mí. Entonces, en todas mis historias existe un personaje que se llama Sistu. La idea era que, si esto es eterno, entonces aparezca en todas mis historias.

—El guion es divertidísimo. No me reía tanto en una película peruana hace mucho tiempo. En una escena, una campesina paga su entrada al cine con un cuy. En otras, Sistu patea como Bruce Lee en el pueblo. ¿Cómo se escribió?

—El guion es un instrumento de trabajo, pero a la hora de dirigir uno va viendo. ¿Puede entrar al cine el burro? ¿Puede ser parte del público? Esas cosas se van improvisando, se van creando durante el rodaje de acuerdo a la situación. Cuando están en el salón y el niño entra a contarles sobre Bruce Lee, les digo: “Oigan ustedes cómo juegan entre ustedes, así, a ver, díganme”. Hacemos una prueba y vemos. “Ah, mira, eso está genial”.

—¿Y cómo encontró al niño Víctor Acurio?

—Fuimos en un viaje de scouting con el grupo de producción y nos propusieron a varios niños, y nos propusieron a este niño. Entonces salió y le dijeron: “Puedes recitar, así, a ver, recita”; y el niño recitó en quechua y español sin ningún desparpajo, o sea, delante de seis personas extrañas. Aquí es donde dije: ‘Es él’. Encontrar actores que hablen quechua es muy difícil, sobre todo entre los jóvenes, pues el idioma ya se está perdiendo.

Víctor Acurio actor de la película “Willaq Pirqa”. Foto: Sandro Mairata

—“Willaq Pirqa” ha recibido muchos elogios. ¿Qué viene después?

—Acabo de filmar en mayo una película con Magaly Solier en quechua chanka, que es de la región de Huanta (Ayacucho). Estoy tratando de revalorizar los diferentes dialectos del quechua. La película se llama “Hija de la luna”.

—Esta película ha demorado unos cinco años en estrenarse. ¿Demorará lo mismo este nuevo filme?

—No, va a estar lista lo más rápido posible, ya que ahí soy el productor y director. Quiero hacer más cosas. Tengo otro proyecto sobre tres historias de cóndores, una coproducción peruano-boliviana llamada “El vuelo del cóndor”.

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