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Cine y series

Eduardo Adrianzén: “La historia es la mejor manera de entender tu presente”

Conversamos con Eduardo Adrianzén tras la llegada de la serie de época El último bastión a Netflix. El guionista la escribió junto con su hermana María Luisa.

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"Se trabajó pensando qué sería estar en una plataforma, por lo que nos preocupamos en los detalles", señaló Eduardo Adrianzén. Foto: La República

El jueves 25 de febrero, llegó la serie El último bastión a la plataforma de Netflix para toda Latinoamérica. La historia sobre la independencia de nuestro país fue escrita por el famoso guionista Eduardo Adrianzén junto con su hermana María Luisa, con quien ya ha trabajado en distintas producciones.

Eduardo Adrianzén habló sobre la presencia de esta obra televisiva en la plataforma más famosa del mundo y respecto a su amor por todos los pasajes de la historia del país. Asimismo, comentó acerca de la actualidad de las telenovelas peruanas y los temas que aborda en sus creaciones.

Las novelas de época te persiguen…

La época siempre me ha perseguido y a mí me gusta, yo trato de estar en novelas de época, porque me encantan. (…) Me gusta, debido a que son bien trabajosas; te obliga a chambear más, a tener más cuidado y hacer todo con mucho más ahínco, porque hay que reconstruir un mundo y una mentalidad; lo interesante es construir mentalidades de los tiempos pasados para que los personajes sean coherentes con su accionar y sean sólidos. Es un trabajo de lenguaje que también me gusta mucho, es un placer.

Para saber contar historias se requiere de bastante lectura y de tener una buena biblioteca...

Pero no solo la biblioteca, sino el ambiente cultural en el que uno se desarrolla, porque no solamente son los libros, es también ir al teatro, cine, el entender el entretenimiento como cultura. Lo que siempre he pensado es que el entretenimiento es básico para contar una historia que llegue a la gente. A mí nunca me ha gustado el socotroco de las clases que dice: ‘Debes ver esto, porque esto es importante’; no, hay que encontrarle la parte novelesca, el: ‘Aquí hay envidia, hay celos, acá se traicionan’. Eso es divertidísimo en términos de dramaturgia. La gente se traiciona, se mata, se engaña; pasa esto o pasa lo otro. (…) Entonces, a la hora de contar una historia te dices: ‘Vamos a hacer una historia divertida y entretenida’, que evidentemente tiene una base real, porque es lo que ha pasado, pero creo que esa es la gracia en televisión, películas o cualquier medio de comunicación de ficción; yo no soy documentalista, sino escritor de ficción y mi obligación es contar una historia entretenida que divierta tanto como a mí lo hacían las historias que leía de chico.

¿Qué significa para ti que El último bastión haya llegado a la plataforma de streaming mundial Netflix?

A nosotros nos alegra mucho, porque es la suma de mucho trabajo. Es un éxito en términos de haber decidido invertir en televisión del siglo XXI, ya que lo que va a suceder es que el futuro de la televisión de ficción son las plataformas de streaming, porque la costumbre de ver ficción en una hora fija en los canales, lentamente va a retroceder, es la tendencia lógica.

Pensamos en hacer un producto que puedan verlo todos, pero que también pudiera tener una calidad (soñábamos un poquito) que pueda entrar a una plataforma streaming. Se trabajó pensando qué sería estar en una plataforma, por lo que nos preocupamos en los detalles para que tuviera una calidad evaluable y también se pensó en el público peruano para que dijera: ‘Mira qué bonito. La televisión pública de mi país está haciendo algo bueno’. La broma era: ‘Esto es para Netflix’, pero no era que lo diéramos por hecho, era un ojalá, pero se trabajaba lo mejor posible. Y eso creo que es una gran lección que espero se puede entender: en la TV peruana se pueden hacer cosas si le pones empeño y chamba, y trabajas con criterios de TV del siglo XXI.

¿Cuáles son esos criterios?

Que si bien el rodaje de El último bastión es mucho más costoso que un capítulo de novela que trabajo con Michelle Alexander (en Del Barrio Producciones), no es tampoco más caro que construir una ciudad en De vuelta al barrio. Me podría sentarme con mis colegas y ver lo que ha costado, y posiblemente El último bastión haya costado lo mismo o menos, pero es una cuestión de decisión política; depende de que los dueños de los medios puedan entender que se puede hacer algo. (…) No digo que una cosa está mal y otra esté bien; lo que quiero decir es que hay posibilidad real si es que quieres arriesgar, invertir y pensar en grande, y no es que cueste tampoco el triple, no es verdad. En mi caso, la ventaja es que al trabajar con María Luisa (productora y guionista) el guion está hecho sobre lo que podemos hacer.

Cuéntanos más detalles sobre el proceso de creación de El último bastión…

El último bastión fue un trabajo muy arduo. Primero, porque se emitió en el canal del Estado; el canal 7 tiene como concepto de nacimiento el servicio público, por lo que al no ser TV comercial, los criterios son otros. Si tú haces un guion para el canal del Estado, por fuerza tienes que ceñirte a lo histórico real en el orden tal cual sucedieron las cosas. En la TV comercial podría hacer una ficción con más licencias; por ejemplo, La Perricholi (2011) tiene muchas licencias, también Eva del edén (2004), las cuales tienen observaciones de los historiadores. Siempre digo que mis guiones no son para que haga la tarea un niño, pero El último bastión es un producto que debe estar ceñido a los sucesos históricos reales en el orden en que sucedieron.

Para poder escribir El último bastión junto con tu hermana María Luisa, te basaste en muchas fuentes, ¿puedes mencionar algunas?

Hay una gran lista, son muchas. Para El último bastión mi hermana ha leído a Jorge Basadre, Jesús Cosamalón, Carmen Mc Evoy, Scarlett O’Phelan, a viajeros extranjeros que dejaron testimonios del Perú y a ‘n’ referencias. La investigación es un tiempo largo y es lo que te complica a veces el trabajo de ficción histórica. En mi caso, he buscado leer toda mi vida. Sobre el virreinato, he leído desde los relatos chistosos de Ricardo Palma que de niño me encantaban; si bien él no era historiador, era muy divertido como escritor. A partir de ahí empecé a leer otros libros como los de José Antonio del Busto para ver la Conquista que también me fascina. (…) La historia es la mejor manera de entender tu presente. A mí sinceramente no me sorprende en lo absoluto lo que pasa en el Perú ahora.

¿Se ha reducido el número de telenovelas en el país en los últimos tiempos para darle ventana a otros contenidos?

En el Perú ha pasado eso, en el resto del mundo, no. La producción de telenovelas sigue siendo fuerte y sólida en países como Colombia, Chile, Brasil o México. Lo que sí han hecho es que han sofisticado su producción. Mira el último Televisa; yo sé que la gente odia Televisa, pero si te tomas el tiempo de mirar una producción 2021 en comparación a cómo eran hace 15 años, la calidad ha mejorado mucho…las cámaras 4K, hay otro tipo de lenguaje. En el Perú disminuyó el número de telenovelas, porque se concentró la ficción en un solo canal. Antes había, por lo menos, tres canales que manejaban ficciones (ATV, Latina, América); antes hacíamos tres o cuatro telenovelas a la vez, ahora con buena suerte se hacen tres. (…) Y efectivamente, algunos formatos son más atractivos para el público o interesan más o rendirán más o son más baratos; las novelas no son baratas, eso también es verdad. No sé cuánto presupuesto manejan otros formatos de otros canales. No lo conozco mucho, sería osado decir cuánto cuesta Yo soy o si es más rentable que una novela, no lo sé, en todo caso son decisiones de los canales. Es una pena, pero es lo que ellos quieren, porque son dueños de la plata, la pelota y ya.

Tú acostumbras a incluir en tus telenovelas de época la corrupción en el país. No ha cambiado casi nada, ¿verdad?

A muy grosso modo nuestro país tiene dos hitos fundamentales. El primero es evidentemente la conquista hispánica, que es la destrucción de la cosmovisión andina. Es un momento que es evidentemente un plot point, un quiebre irreversible en la historia del Perú. En 1532 nace el Perú mestizo que nosotros somos y nace en base a una emboscada y un engaño. Nace de una captura de un inca y mentirle, y destruye una cosmogonía andina. Asimismo, nace de una peste, porque la viruela terminó la conquista; se murió el 70% de la población indígena por un virus que nadie conocía ni tenía resistencia. Entonces, si empiezas con una emboscada y una peste, inicias hasta el perno. Comienzas con la destrucción y sometimiento de una cultura en base al engaño.

Tu siguiente plot point es la Independencia del Perú (el tema de El último bastión). Mira cómo nace tu república: con un grupo de señores blancos con plata, es decir, el 0,8% del Perú y ellos deciden cómo va a ser todo. Es una república que se funda en la exclusión absoluta y hace que los dueños solo sean un grupo de letrados blancos con plata, o sea, la casta criolla. No digo que haya sido por maldad, porque era lo único que ellos entendían como lógica en ese tiempo. Pero hasta ahora sigue lo mismo. Mira el Twitter de hoy y es la misma tira de señores blancos con plata, fachos de derecha que creen que el Perú sigue siendo su chacra. ¿Dime tú si no es lo mismo? ¿Cómo va a haber un país que pueda funcionar? Entonces, en el fondo seguimos arrastrando el engaño del virreinato y el inicio la república. La república se inicia con estas bases de una élite que piensa que el Perú debe ser de esa manera. No sé qué nos puede extrañar de eso.

¿Cómo ves el futuro inmediato de las telenovelas peruanas a puertas del bicentenario?

La consigna para los que hacemos ficción es sobrevivir. No aspiramos a más por una cuestión de crisis económica. No creo que sea el momento para hacer muchas proyecciones, sino ver lo que podemos hacer para sobrevivir este año y pensando en un futuro más o menos grave.