¿Nos acostumbraremos a engañar al paladar? Desde el año pasado, se viene discutiendo la decisión del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos: permitió que dos empresas produzcan y vendan carne de pollo hecha en laboratorio. Ahora no solo la robótica estará integrada por componentes artificiales —como el Optimus Gen 2 de Tela—, sino también los alimentos que consumimos constantemente.
Así, se persiguen las trazas de Singapur en fabricar carne que luego sería llevada a los supermercados y a los restaurantes. La meta principal será manipular genéticamente las células para que se multipliquen sin depender de tejido animal fresco. Unos 70.000 millones de animales son sacrificados cada año con el fin de llevarlos a las mesas. Con la carne cultivada, los científicos creen que se puede mitigar esta cifra.
Estamos entrando a un 'boom' del consumo de carne artificial, es decir, nacida en laboratorios, no a través de animales. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos había aprobado en 2023 que las empresas Upside Foods y Good Meat produzcan y repartan carne de pollo cultivada. Estas le siguen los pasos a East Just, que cuenta con la autorización de generar este alimento en Singapur desde el 2020.
Por ahora, gran parte de la industria se concentra en destinar la carne del laboratorio para el consumo medido en mascotas. Por supuesto, los planes difieren si vemos la otra cara de la moneda. Upside Foods, para empezar, colabora con el Bar Crenn en San Francisco; Good Meat con China Chilcano, dirigido por José Andrés, en Washington, D. C. (ambos en Estados Unidos). Los inversionistas buscan optimizar la comercialización y conducir estos productos tanto a supermercados como a otros restaurantes.
Según National Geographic, actualmente, más de 150 empresas trabajan en el desarrollo de esta tecnología, lo que atrae inversiones que alcanzaron los $896 millones en 2022.
Expertos aseguran que el sabor de la carne de laboratorio es igual a la tradicional. Foto: RTVE
David Kaplan, director del Centro de Agricultura Celular de la Universidad de Tufts, precisó que la carne artificial se produce al tomar células de animales y usarlas para cultivarlas fuera del animal. Claire Bomkamp, científica del Good Food Institute, aseguró que el proceso es básicamente igual que con la carne tradicional, pero sin necesidad de criar y sacrificar animales.
Estas células se obtienen con la biopsia de un animal vivo o a partir de un óvulo fecundado. Tras ello, se colocan en un medio de cultivo que fomenta su crecimiento. Estas estructuras pueden ser:
Pero allí no termina la situación. Los científicos quieren trabajar y conseguir células inmortales, que se multipliquen una y otra vez por manipulación genética o mutación para olvidarnos del tejido animal fresco. El resultado se asemeja a una carne tradicional, incluso huele, sabe y tiene una textura parecida.
Un científico manipula una carne sintética. Foto: The Food Tech
Cada año, se sacrifican en el mundo alrededor de 70.000 millones de animales terrestres para consumo humano, siendo los pollos la mayoría de ellos. Además, se matan aproximadamente 300 millones de reses al año. En Estados Unidos, el 80% de las cerdas criadas para producir carne viven en jaulas tan pequeñas que casi no se mueven, de acuerdo con información de National Geographic.
El impacto ambiental de alimentar a estos animales enjaulados es significativo. En Estados Unidos, el 67% de los cultivos anuales se destinan al ganado, no directamente a la alimentación humana. La agricultura intensiva contamina las aguas superficiales y subterráneas, y la ganadería contribuye al 15% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Investigadores de la Universidad de California en Davis observaron, mediante un estudio, que el impacto ambiental de la carne artificial podría ser peor que el de la carne tradicional que encontramos en cualquier supermercado cercano. Este acontecimiento aciago responde a la cantidad de gases emitidos en etapas de producción.
"Si las empresas tienen que purificar los medios de crecimiento hasta niveles farmacéuticos, se utilizan más recursos, lo que aumenta el potencial de calentamiento global", explicó el autor principal, Derrick Risner, a la AFP.
Marco Springmann, un científico medioambiental de la Universidad de Oxford, comentó a CNBC que la cantidad de energía requerida para producir carne cultivada es tan alta que su huella de carbono es cinco veces mayor que la del pollo convencional.
Carne de pollo cultivada. Foto: La Vanguardia
Otro obstáculo es el costo. Actualmente, producir carne cultivada es visiblemente más caro que la carne tradicional. Por ejemplo, un análisis de la web de Bonappetit, escrito por la editora Ali Francis, revela que la producción de carne de vacuno cultivada puede ser ocho veces más costosa que la convencional.
Y también recalca: "Algunos expertos argumentan que la carne cultivada nunca cumplirá sus promesas. (...) Para 2050, cuando se supone que la población mundial alcanzará los 10.000 millones (frente a los casi 8.000 millones actuales), se espera que el consumo de carne crezca otro 73%".