La salud de los adultos en Estados Unidos está en una encrucijada preocupante. A medida que la población envejece y los hábitos alimenticios y de vida se deterioran, se proyecta un aumento drástico en las enfermedades crónicas.
Un estudio, llevado a cabo por la Asociación Estadounidense del Corazón, ha estimado que para el año 2050, el 61% de los adultos estadounidenses sufrirá alguna forma de enfermedad crónica. Estos hallazgos, basados en el análisis de factores demográficos y de riesgo actuales, subrayan una tendencia inquietante que podría triplicar los costos asociados con estas enfermedades.
Asimismo, las cifras, publicadas el martes 4 de junio, no solo reflejan un aumento en el número de casos, sino también en la severidad y el impacto económico y social de las enfermedades crónicas en la sociedad estadounidense.
Las enfermedades cardiovasculares liderarán la lista de enfermedades comunes para el 2050. Este amplio grupo incluye afecciones como la hipertensión, la insuficiencia cardíaca y ataques cardíacos. La hipertensión, conocida como el “asesino silencioso”, será particularmente prevalente, afectando a millones de personas sin síntomas evidentes, pero con graves consecuencias para la salud.
La hipertensión arterial (HTA) afecta a 1 de cada 3 personas adultas. Imagen: Freepik
No obstante, el estudio también anticipa un aumento considerable en los casos de accidentes cerebrovasculares, pasando del 3,9% al 6,4% de la población adulta entre 2020 y 2050, aumentando de 10 millones a 20 millones de personas.
La investigación indica que la mala alimentación, rica en grasas saturadas y azúcares, junto con un estilo de vida sedentario, son los principales contribuyentes a este aumento.
La segunda enfermedad más frecuente entre los adultos para el 2050 es el cáncer. Imagen: Asociación Estadounidense del Corazón
Además, la obesidad y la diabetes, condiciones que están directamente relacionadas con la enfermedad cardiovascular, también mostrarán un incremento significativo. Para 2050, se espera que 180 millones de personas sufran de obesidad y 80 millones de diabetes en Estados Unidos, exacerbando aún más el problema.
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Las comunidades de color, especialmente los afroamericanos y los hispanos, serán las más afectadas por los problemas cardiacos en Estados Unidos. Estos grupos ya enfrentan tasas más altas de enfermedades cardiovasculares debido a una combinación de factores genéticos, socioeconómicos y de acceso limitado a atención médica de calidad.
Las disparidades en salud se profundizarán a medida que estas comunidades sigan enfrentando barreras significativas para acceder a intervenciones preventivas y tratamientos efectivos.
El rápido envejecimiento será otro de los factores que reafirman estas cifras para el 2050. Imagen: Freepik
El estudio también revela que los afroamericanos tienen un 30% más de probabilidades de morir por enfermedades cardiovasculares en comparación con los blancos. Los hispanos, por su parte, también muestran una tendencia al alza en la prevalencia de estas enfermedades. Este desequilibrio se debe, en gran parte, a factores como la pobreza, la falta de seguros médicos, y un menor acceso a alimentos saludables y espacios seguros para el ejercicio.
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Para enfrentar esta creciente crisis de salud pública, los investigadores de la Asociación Estadounidense del Corazón proponen una serie de medidas. La prevención a través de la educación y la promoción de un estilo de vida saludable es fundamental. Las campañas de salud pública deben enfocarse en mejorar la dieta y aumentar la actividad física entre la población general, con un énfasis particular en las comunidades más vulnerables.
Una dieta balanceada y rica en macronutrientes es básica para tener una salud optima. Imagen: Freepik
Asimismo, también destacan la importancia de mejorar el acceso a la atención médica. Esto incluye no solo el acceso a médicos y hospitales, sino también a recursos preventivos como chequeos regulares y programas de manejo de enfermedades crónicas. Políticas que fomenten la equidad en salud y eliminen las barreras socioeconómicas pueden tener un impacto significativo en la reducción de las enfermedades cardiovasculares.
Por último, se sugiere un aumento en la financiación para la investigación de enfermedades cardiovasculares y sus factores de riesgo. Invertir en nuevas tecnologías y tratamientos puede ofrecer soluciones innovadoras y eficaces para manejar y prevenir estas enfermedades. Además, se recomienda una mayor colaboración entre instituciones de salud, gobiernos y comunidades para abordar este problema de manera integral y sostenible.