La fuente de la juventud ha sido un legendario símbolo de inmortalidad, así como una cura para cualquier mal. Durante siglos, ha sido objeto de búsquedas monumentales y expediciones a los lugares más recónditos. Sin embargo, ¿te imaginarías que el secreto de la juventud eterna está en unos seres microscópicos?
Según los investigadores, este descubrimiento podría revolucionar la medicina como la conocemos, ya que, aparte de frenar el envejecimiento humano, también ayudaría a mejorar el proceso de refrigeración para diferentes productos farmacéuticos y hasta de células madre.
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Los osos de agua, también conocidos como tardígrados, son una especie microscópica con la asombrosa habilidad de poder adaptarse y sobrevivir en condiciones extremas, desde temperaturas intolerables hasta la exposición a grandes dosis de radiación letales para cualquier ser vivo.
Por ello, científicos de la Universidad de Wyoming han estudiado durante años la capacidad especial de los tardígrados, conocida como biostasis, la cual podría ser la solución para el envejecimiento humano, una fuente del juventud real.
Los osos de agua pueden sobrevivir a climas extremos gracias a la biostasis. Foto: The Rockfeller University
Estos animales microscópicos cuentan con una asombrosa capacidad de entrar en animación suspendida, algo que, para los científicos, es casi un superpoder, puesto que los ayuda a sobrevivir por décadas al entrar en un estado muy similar a la muerte.
Esta habilidad de los osos de agua se denomina biostasis. Se trata de un mecanismo de defensa que se activa en caso de enfrentar un tipo de situación adversa o de estrés. Según comentan los investigadores, los osos de agua proceden a esconder su cabeza y pasan por un proceso de deshidratación extrema, lo que ralentizaría su metabolismo y lo volvería casi indetectable.
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Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Wyoming, logró descubrir cuál era la sustancia que hacía posible la biostasis. En el artículo publicado en la revista Protein Science se detalla que la clave es una proteína conocida como CAHS D y que, en el cuerpo humano, podría tener los mismos efectos que con los osos de agua.
Silvia Sánchez-Martínez, del Departamento de Biología Molecular de la UW, explicó que, al introducir las proteínas de los osos de agua en células humanas, estas se gelifican y vuelven más lento su metabolismo, así como en los tardígrados.
Silvia Sánchez-Martínez, investigadora principal del Departamento de Biología Molecular de la UW. Foto: Vindya Kumara
“Además, al igual que los tardígrados, cuando pones las células humanas que tienen estas proteínas en biostasis, se vuelven más resistentes al estrés, y le confieren algunas de las capacidades de los tardígrados a las células humanas”, aseguró Sánchez-Martínez. En ese sentido, los científicos reconocieron que estas proteínas podrían ser un gran recurso para la medicina, aunque aún existe un largo camino que recorrer para llegar a ello.